L bajón, la frustración, la depresión colectiva han anidado en el ánimo de la afición del Athletic. No es para menos. Ser el rey de los subcampeonatos no es plato de gusto. Hay también mucha mala leche en la gente, la verdad. Y también tienen razón, porque hay maneras y maneras de perder. Una final es mucho más que un partido, que esta u otra táctica. Y se juega para ganarla. Esta generación que no ha conocido a un Athletic campeón (la Supercopa es otra cosa...) debe superar este fiasco, este nuevo fracaso. No es fácil. Y ya casi hay hasta pavor a otra final.