S difícilmente evitable la sensación de marcha atrás cuando la expectativa de mayor relajo en las restricciones frente a la pandemia covid se frustran. Estamos en la antesala de volver a experimentar la decepción. No queda paciencia y la sensación de que ya llegamos a la orilla de las vacunas hace que notemos el peso en los brazos después de tanto remar. Pero la última ola nos puede volcar. La certidumbre está relacionada con las prácticas negativas más que con las garantías positivas. Toca seguir bogando para seguir a flote; no dependamos del chasquido del látigo.