AY un mundo que teme la normalidad ajena y otro que protesta de que le obliguen a adoptar medidas de seguridad. Hay uno que se disciplina, otro a ratos y otro que alardea de no hacerlo. Hay mundos que sufren física y/o emocionalmente, otros que no se amedrentan y otros que tampoco empatizan. Hay un mundo que no renuncia a darse satisfacción y otro que exige esfuerzos ajenos. Todos conviven en cada vecindario. Está siendo difícil y lo será más si negamos que todo ha cambiado. Con ombligos tan grandes, siempre habrá otro mundo al que descargar nuestra responsabilidad.