I que decir tiene que todos nosotros constituimos un sistema biológico único. A través del cual estamos todos unidos, unidos unos con otros, queramos o no, sin distinción de raza, de posición social, económica o política. Y constituyendo de esta forma, un potencial o dinamismo humano en un proceso de evolución y desarrollo constante. Pero a este dinamismo y potencial, un simple y minúsculo microorganismo lo está dejando en evidencia, al poner a prueba lo frágil y vulnerable que somos.

Y, además, la inestabilidad que este microorganismo nos ha traído en su primera ola tan devastadora, nos ha podido hacer sensibles a dos evidencias más. La demostración de cómo la pandemia ha reducido el 10% del consumo mundial de recursos ecológicos de nuestro planeta, a causa en gran parte de la no utilización del transporte y de la ralentización de las actividades en diversos sectores. Y la necesidad de construirnos un futuro sostenible y duradero, haciendo nuestras economías más compatibles con nuestro planeta.

En este escenario, el Día Internacional del Sobregiro Ecológico de la Tierra (fecha que cambia cada año) se ha retrasado tres semanas más tarde que el año pasado. Este retroceso se ha realizado hasta el día 22 de agosto. Y este día señala el momento en el que se agotan todos los recursos naturales disponibles para el año. En estas investigaciones científicas medioambientales, la organización Global Footprint Network, compara la biocapacidad de la Tierra con la huella ecológica de la humanidad. Poniendo en evidencia que la demanda de recursos para la alimentación, espacios urbanos, y bosques para absorber nuestras emisiones de dióxido de carbono (huella ecológica), sobrepasa la cantidad de recursos que los mares y tierras de nuestro planeta puede generar en ese mismo año (biocapacidad).

De modo que, en todo este paisaje y en nuestra lucha diaria, tenemos realmente más de una crisis. Donde cada una de ellas no viene sola, sino que entre ellas se conocen. Así, se codean y alternan la pandemia y su segunda ola, la emergencia climática, y el retroceso histórico del 12,1% del PIB para la zona euro en el segundo trimestre de este año. Y, frente a ellas, no solo tenemos las acciones políticas sino que también tendríamos que ser alguien mediante la unión y la constancia.

Así, en el escenario político, al mismo tiempo que se advierte que Europa está entrando en una nueva fase de la pandemia, no se realiza acuerdo alguno o coincidencia de estimaciones. Por ejemplo, el ministro de sanidad francés, Olivier Véran, afirma que Francia está muy lejos de una segunda ola. El de la República Checa, Adam Vojtech, considera que van a tener un otoño complicado a partir del 1 de septiembre. El consejero extremeño de Sanidad y Políticas Sociales, José María Vergeles, declara que sin duda estamos ya viendo una segunda ola.

En el mismo escenario, el postureo político de tantas cumbres y discursos sobre la emergencia climática no la está afrontando como tal. Dejando a un lado la triste realidad: la de que será difícil sobrevivir al calentamiento global al que vamos de cabeza. En los dos últimos años, nuestro planeta ha emitido más de 80 gigatoneladas de CO2. Y muchas vidas y modos de vida se están perdiendo a causa de los desastres naturales que se suceden: incendios, inundaciones, olas de calor, tormentas, descongelamiento de glaciares, colapso de ecosistemas, etc.

Y ya, en el escenario del retroceso económico y del retroceso del 12,1% del PIB en Europa, España acumula un porcentaje desastroso, el 18,5%. Frente al 10,1% de Alemania y al 14,1% de Portugal. De modo que con esta crisis económica, incrustada con la pandemia y emergencia climática, realmente no vamos a ser nadie si los nuevos presupuestos para 2021 no salen adelante. Presupuestos de reconstrucción económica y social que probablemente requerirán un proceso complejo de grandes acuerdos. Donde sería difícil de admitir que el PSOE, Ciudadanos y el PP no se entiendan. No sean los grandes ejes por donde transcurra esa reconstrucción. Pero, sin embargo, sería fácil de entender la confrontación de la izquierda radical excluyendo el apoyo de lo que ellos consideran la derecha. En este proceso, Sánchez ya ha tenido su primer tropiezo con su socio Iglesias, situado en el acuerdo de coalición de gobierno (abolición de la reforma laboral de 2012 y el aumento de impuestos). Y la izquierda independentista vasca y catalana consideró que el plan de medidas sociales del pasado 23 de julio, no iba demasiado lejos.