FIRMEZA, serenidad, convicción, valores a los que apelan desde todos lados tras la sentencia del Supremo contra los líderes del procés. Y yo añado el que más echo a faltar desde el principio de esta tragedia griega: templanza. La que ha faltado para mantener en el ámbito político lo que nunca resolverá una sentencia. La que reclama evitar que la lícita protesta derive en tensión social en la calle. La que exige, en definitiva, que la protección del statu quo o su reforma cueste días sin sueño -pero sin cárcel- y sin un solo hematoma. La que frene el deterioro continuo de la justicia, del parlamentarismo. De la democracia.