YA quisieran para sí todas las causas del mundo mundial -incluidas las más nobles que se pueda imaginar- lograr una movilización ciudadana o popular como la del procés en Catalunya. Más de 600.000 personas - o, anteriormente, dos millones- en la calle en un territorio de siete millones y medio de habitantes sería ya digno de tener en cuenta para atender cualquier de-manda. Pero no. Hay quienes prefieren mirar al dedo. Quizá esperan que para el año 2250 el independentismo catalán se haya rendido ya. Ignoran que no puede rendirse quien apenas ha iniciado la tarea.