lLEGA uno a pensar que de verdad Arnaldo Otegi no se lo sabe. Que, más allá de la cantinela, no sabe que el capítulo de las competencias vascas ya cubrió la fase parlamentaria. Porque, si no es así, es una tomadura de pelo. Ayer, la inercia electoral le llevó a pedir que las transferencias se negocien desde el Parlamento con tal de quitar protagonismo al PNV y al Gobierno vasco. Cuando la Cámara de Gasteiz aprobó el catálogo de competencias en 1993 se ve que no iban por ahí los tiros de la izquierda abertzale; acumula tantos deberes sin hacer que pretende que se pare el curso. Lo llaman adanismo.