Leo con alegría que una conocida cadena de librerías va a abrir una supertienda de tres pisos en Donostia, en plena Avenida de la Libertad.
Seguro que entre miles de textos venderán muchos ejemplares de Patria, el libro del escritor nacionalista español residente desde los años 80 en Alemania, Fernando Aramburu.
Y eso me llama la atención porque en la citada obra el escritor presenta dos arquetipos de ciudadanos de nuestra tierra: el buen constitucionalista culto y viajado y el malísimo nacionalista vasco, cuya brutalidad, mala fe e ignorancia le hace huir de los libros como escapaba Drácula de los ajos.
Pues si la mayoría de la población es así, mal negocio van a hacer los nuevos libreros donostiarras.
Y lo más curioso del caso es que el Gobierno vasco le ha concedido a Patria el Premio Euskadi de Literatura en Castellano 2017.
Me queda la duda de si el jurado lo ha hecho en representación de los vascos constitucionalistas que leen mucho o en el de los de txapela, txikito y txistorra que al parecer no lo hacemos, según el ilustre escritor español.
Por si algún miembro del jurado me lee, es curioso que en Euskadi se premie con su nombre un relato que a sus presuntos valores literarios une una radicalidad antinacionalista vasca tan feroz. Euskadi como Patria es una entelequia sangrienta en el resumen del libro, conclusión que no creo que el Gobierno vasco comparta porque entonces es que estamos fatal.
En todo caso habría que haberle dado el “Premio País Vasco” porque el término Euskadi se lo sacó de la txapela Sabino, un vasco muy muy malo.
Así que el asunto es un poco contradictorio.