EL discurso sobre el estado de la Unión del presidente de la Comisión Europea, Jean Claude Juncker, ante la Eurocámara justo cuando se plantean numerosos interrogantes sobre los fundamentos, cohesión y futuro de la UE suena bien. La afirmación de la necesidad de reforzar el cariz social de la Unión, de hacer “una Europa más social”, en palabras de Juncker; la pretensión de una política exterior y de defensa común o conjunta, superadora de las tensiones que causan los intereses de los estados miembros; la oposición a que el Brexit condicione, o ralentice, el desarrollo de la UE; y la búsqueda de horizontes de empleo -“Europa tiene que invertir en su juventud, sus ciudadanos que buscan empleo, sus pequeñas empresas”- como principal desafío económico; no pueden ser cuestionadas, en principio, por quienes dicen pretender la construcción de una Europa unida a la vez que diversa, pero en todo caso capaz de responder a los retos que la globalización y sus consecuencias le plantean. Efectivamente, suena bien. Pero, más allá de las intenciones políticas entonadas por el presidente de la Comisión ante el Parlamento Europeo, lo que Europa y sus ciudadanos necesitan es que se ponga letra a esa música. Porque el futuro económico y, por tanto, esa “Europa más social” que dice Juncker en el contexto difícil que le plantea la pujanza competitiva de nuevos agentes y mercados internacionales no depende de que se doble o no el fondo de inversión hasta generar 500.000 millones de inversión hasta 2020 y, sin embargo, sí puede verse algo más que cuestionada en buena parte de la Unión por un pacto de estabilidad escasamente flexible. Porque la política exterior y de defensa conjunta no puede limitarse a que suponga un ahorro de 50.000 millones de euros, ni a la potenciación del control de las fronteras exteriores o la implantación de un nuevo registro previo de viajeros. Y porque el desafío, tremendo, del desempleo juvenil no puede situarse en exclusiva ni en el desarrollo del mercado de las telecomunicaciones ni en la creación de un cuerpo europeo de solidaridad que ocupe a la juventud. Europa, la Unión, necesita mucho más. Europa, la Unión, exige superar la escala estatal que condiciona su cohesión, acercarse a la sociedad, transformar su lejanía en realidad tangible para el ciudadano, encarnarse, reencarnarse en Europa.
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