A diario empleamos diversas aplicaciones, plataformas, smartphones, redes, etc., haciendo que la tecnología cada vez esté más integrada en nuestras vidas. Si bien estos avances contribuyen a simplificar muchas de nuestras tareas cotidianas, hemos de tomar conciencia de que cada vez más, la inteligencia artificial está sustituyendo operaciones que se consideran propias de la inteligencia humana. Aparentemente todo ello aporta enormes beneficios, pero creo que estas ventajas pueden suponer en el futuro una limitación a uno de nuestros derechos fundamentales: el derecho al trabajo. Recuerdo cuando hace años era habitual encontrar departamentos compuestos por un equipo importante de personas y como estos, por el impacto de las nuevas tecnologías, han ido reduciendo drásticamente su número de trabajadores. Tengo la impresión de que los avances tecnológicos van a una velocidad muy superior a nuestra capacidad humana para legislar o planificar escenarios futuros que permitan encontrar una solución al acuciante problema del empleo. Opino que estamos viviendo una etapa de cierta fascinación hacia lo tecnológico que puede no dejarnos vislumbrar su futuro impacto y repercusión en el entorno laboral. Tal vez el árbol de la tecnología no nos está dejando ver el bosque del trabajo en el futuro.
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