Síguenos en redes sociales:

Sagradas escrituras

Los escritos santos o sagrados tratan la historia del hombre en relación a Dios, desde los días de la creación hasta los días del juicio final. El desarrollo de este ciclo sagrado empieza con el texto de la creación del hombre y del Paraíso y acaba con el Apocalipsis. A las palabras sagradas se las distingue de las palabras ordinarias porque se les confiere un poder espiritual y mágico, o porque se cree que Dios se revela a la humanidad a través de ese medio, que está lleno de poder. La escritura es un ritual o un mito en el que uno experimenta una realidad de todos los días o es el hecho de personas vinculadas con esas palabras a las que se atribuye un poder mágico. Aun hoy en día tendemos a encontrar un poder oculto en los juramentos, en las maldiciones y en los nombres santos. Cuando la escritura no estuvo desarrollada se interpretaban las palabras escritas como transcendentes y divinas. En el Estado español a las palabras usadas en la vida diaria no se les atribuye un efecto sagrado y religioso, porque se las considera relativas y solubles, en contraste con las palabras de un euskaldun para quien la palabra aparace con una existencia superior y constante. Esta palabras de los vascos viene principalmente de antepasados ancianos, líderes y magos que impartían sagradas verdades para establecer realidades transcendentes y para traer dinámicas realidades eternas a la existencia humana. En la cultura y sociedades contemporáneas no dimensionamos o extremamos la importancia de la escritura. No mezclamos el entorno humano con lo trascendente, principios mágicos con creencias, purificación mística con polución ambienteal o con rehabilitación de políticos al servio de los ciudadanos. No mezclamos mediadores sociales o sindicalistas con proféticos medidores de lo divino. No creemos en objetos y animales de fuerza y naturaleza divinas. No oponemos naturaleza o lo profano a visiones antiguas. No tenemos creencias escatológicas, que Jesucristo pronunciará en el juicio final que cada uno recibimos en juicio particular.