LA Fundación Sabino Arana conmemoró ayer la 25 edición de sus premios con un acto en el Teatro Arriaga que se convirtió en un canto a la paz y a la reconciliación en Euskadi. El presidente de la Fundación, Juan María Atutxa, fue categórico al apostar por que el sueño de "la paz entre todos y para todos" se hará realidad algún día no muy lejano: "No será ni tu paz ni mi paz, será la paz de todos. No será la paz de la victoria ni de la derrota, ni la de las trincheras, ni la de los cementerios. No será la paz de la amnesia y el olvido, sino que será la paz más difícil, la paz sin odio, la paz del diálogo, de la reconciliación", afirmó el exconsejero. Unas palabras que resumen el espíritu abierto e integrador de los objetivos tanto de la propia Fundación Sabino Arana como de los premios, instaurados hace ya un cuarto de siglo y que se han consolidado como uno de los grandes reconocimientos al "trabajo bien hecho" en Euskadi, a la contribución al logro de los valores de esfuerzo, espíritu emprendedor, solidaridad, sacrificio y empeño por una sociedad más justa y en paz. Las emotivas palabras de Atutxa, además, cobran mayor dimensión al ser pronunciadas por quien ha sido una víctima de la implacable persecución del terrorismo, como se volvió a poner de manifiesto la semana pasada durante el juicio contra quienes, según la confesión de uno de los miembros del comando, no tenían intención de cejar hasta matarlo. En medio de tantos llamamientos a una paz "con vencedores y vencidos" y tantos mensajes en los que predomina el odio, el acto de ayer en el Arriaga significó una mano tendida hacia una paz reconciliada. Así lo mostró también uno de los premiados, el obispo emérito Juan María Uriarte, galardonado precisamente por su "significativa contribución" a la pacificación en Euskadi. Lejos de la actitud "equidistante" que se le suele achacar, el mensaje de Uriarte no sonó ni sencillo ni políticamente correcto. Abogar, como hizo también en la entrevista que ayer publicó DEIA, por que ETA entregue las armas y se autodisuelva, por que el Gobierno español "dulcifique y actualice" la política penitenciaria, así como solicitar el perdón "difícil y generoso" de las víctimas, es, sin embargo, apostar por la paz real y justa. De momento, se trata de "un sueño" pero significa la apuesta de que, co-mo afirmó Atutxa, "un día la paz será el premio".