IMANOL Bolinaga nació en Mondragón y fue además alcalde de Bergara. Pero fue muchas cosas más. Viceconsejero de Turismo, delegado del Gobierno vasco en Bruselas, presidente de Eurobask, senador, resistente al franquismo, pero sobre todo un jelkide de bien y un hombre digno y con principios. Si el exministro de Transportes de Chile, El Vasco Irureta, decía que la crisis de la política tenía su origen en que había dejado de ser una vocación para convertirse en una profesión, eso no iba con Imanol. Enviado por el PNV a Turquía para celebrar el Neu Roz con los kurdos, los turcos lo metieron en un calabozo y solo pudo salir de aquellas sucias cuatro paredes cuando sus carceleros le encontraron el carnet de miembro del Consejo de Europa: como Turquía estaba amenazada de expulsión, se salvó. Pero, para avalar lo dicho, pongo otros tres ejemplos.
Siempre me ha llamado la atención la gente que se pirra porque le condecoren, vengan las medallas de España o vengan de Francia. Tras la guerra mundial, los aliados condecoraron a varios resistentes vascos. Estos se reunieron y pidieron que todas aquellas preseas se resumieran en una para el lehendakari Aguirre. Les contestaron negativamente y dignamente rechazaron el honor. Algo así hizo Imanol Bolinaga. Fue en marzo de 2000. El ministro Abel Matutes le notificó que por acuerdo del Consejo de Ministros y a su propuesta, le condecoraban con la Orden del Mérito Civil. Ni lo buscó ni lo rechazó.
Pasado el tiempo, Imanol Bolinaga se sintió incómodo cuando el Gobierno Aznar imputaba al PNV una falsa relación con el terrorismo y una falta total de solidaridad con las víctimas. Para colmo de la cuestión, la ministra Ana de Palacio, en la revista Nacional Review, redondeó el argumento diciendo que "el problema de los vascos no es más que un problema de libertad. La mitad de la población vasca vive bajo la amenaza del terror que ejerce la otra mitad". Ante semejante exabrupto, que no hacía más que verbalizar toda una estrategia de acoso, el bueno de Imanol Bolinaga reintegró el título y las insignias pidiéndole a la ministra que anularan semejante galardón.
La ministra, aquel 29 de marzo, quince días después de las elecciones y cuarenta días después de la carta de Bolinaga, le escribió justificándose, diciendo que ella no había dicho eso. Esa explicación contrastaba con lo que había hecho tras el 11 de marzo, cuando había obligado al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas a hacer el ridículo más espantoso aprobando una moción contra ETA cuando ya se sabía que era Al Qaeda la autora de la masacre de los trenes de Madrid.
La mayoría absoluta de Aznar entre 2000 y 2004 fue asfixiante. Solo tenía como meta meter en el mismo saco al nacionalismo institucional y a ETA. Solo era bueno el nacionalismo español, un nacionalismo que en boca de Aznar se había declarado liberal. Sin embargo, él quería ser admitido por la Democracia Cristiana europea e internacional que había sido fundada en 1947 en Chaudfontaine (Bélgica) entre partidos que habían combatido el nazismo, el fascismo y el franquismo planteando una tercera vía centrista y federal europea. El PP no cumplía ninguno de los requisitos y el PNV se opuso a la entrada de Aznar en un club que había sido cofundado por Aguirre y Landaburu.
En un mal momento, el Partido Popular Europeo dio entrada al partido de Berlusconi, de mistress Thatcher y de Aznar a través este de Marcelino Oreja. Ante eso, el PNV se salió de la plataforma europea pero se mantuvo adscrito a la Internacional Democristiana, algo inadmisible para el vengativo Aznar que en Chile presentó una enmienda en la que se obligaba a mantener las dos afiliaciones para ser socio de dicho club. El Aznar de 1996 que pactó con CiU y el PNV y logró formar gobierno nada tenía que ver con el Aznar de la mayoría absoluta del año 2000. Habíamos roto con él en 1999 a raíz de la ruptura de la tregua de ETA y de la reanudación de su acción armada. Pío Cabanillas, el portavoz del Gobierno de Aznar, llegó a decir que no solo coincidía el PNV con ETA en los fines sino también en los medios y fue obsesión del PP el establecer el binomio nacionalismo igual a violencia. Todos éramos iguales. Había que combatirnos y destruirnos.
Imanol Bolinaga y José Mari Etxeberria defendieron como jabatos nuestra adscripción, los principios, la ideología y la trayectoria del PNV dentro de la DC en aquel Congreso de la Internacional Demócrata Cristiana celebrado en Santiago de Chile en octubre del año 2000, cuando el PP presentó la enmienda a los estatutos para que no se pudiera ser miembro de la Internacional sin ser miembro del PP en Europa. Lógicamente, la enmienda prosperó. Aznar era el presidente del Gobierno español, los intereses mandaban sobre la simpatía que evidentemente nos tenían y sobre la historia que he relatado. De fuera vendrá quien de casa te echará. Y nos fuimos. Recibimos decenas de muestras de apoyo y respeto, decenas de abrazos, muchas cartas y mucha crítica a las gentes del PP que además argumentaban nuestra vinculación con el entorno de ETA. Toda una canallada. Pero así fue. Afortunadamente, Unió nos apoyó, como siempre lo había hecho, pero aquella suciedad se consumó. Boli arrió la bandera con honor y desde el atril acabó así; "¡Larga Vida a la Democracia Cristiana! Gora Euzkadi Askatuta!".
Boli era muy crítico con los que superficialmente decían que el Senado no servía para nada. "Pues yo, en representación del partido, he logrado que se elimine la pena de muerte en el Código Penal Militar. Y me tomo mi trabajo en serio". Ocurrió en 1994. Bolinaga presentó una interpelación que logró el apoyo de todos los grupos parlamentarios y la inmensa incomodidad del Gobierno socialista que, presionado por los militares, no quería el cambio.
En defensa de la interpelación, como senador del PNV, Imanol Bolinaga subrayó la necesidad de defender el "derecho inalienable" a la vida incluso en tiempos de guerra y aseguró que nuestro partido persistiría hasta que se modificara el Código Penal Militar y el texto de la Constitución en el apartado que abría la posibilidad a la pena de muerte en ese Código. Para ello, Bolinaga anunció ante el pleno que el grupo del PNV en el Senado iba a presentar una moción en la que se recogieran esas modificaciones, aunque al término del pleno y tras la acogida que tuvo su propuesta, dijo que estudiaría la posibilidad de presentar una proposición de ley con el fin de que fuera una iniciativa que obligara al Gobierno.
Recordó Imanol que la pena de muerte había sido abolida en todos los casos en numerosos países por haber sido considerada un elemento inútil en su carácter sancionador y por ser, además, cruel e inhumana. El titular de Defensa, García Vargas, reiteró la necesidad de mantener la pena de muerte en el Código Penal Militar porque era preferible la existencia de una sanción que intimidara ante hechos gravísimos que, en caso de guerra, "pueden poner en peligro la existencia misma de la nación". Añadió que había suficientes garantías en el ordenamiento jurídico español para que la pena de muerte en caso de guerra solo se aplicara en situaciones extremas e incluso recordó que el Nuevo Catecismo no excluía esa pena en casos de extrema gravedad. A pesar de esto y gracias a Bolinaga. el ministro entró en razón y la pena capital se anuló.
Y un toque de humor para terminar esta semblanza. Nos invitaron a la reinauguración del teatro de la Ópera de Madrid. Exigían llevar smoking, que ni Zubia ni yo nos pusimos, pero sí Boli. Él, que tenía percha, estaba de lo más elegante y se reía de nosotros porque, decía, éramos unos aldeanos. En eso, una señora, en el hotel donde nos habíamos citado, le pidió una coca-cola al confundirle con un camarero. "¿A ver si vais a tener razón?".
Se nos está yendo una generación caracterizada por su entrega, sus vivencias, su generosidad, su calidad humana y su sentido de país. Lo malo es que no dejan nada escrito y parecería que a las nuevas generaciones no les interesa conocer cómo se ha logrado lo que en este momento tenemos. Una pena.
En su esquela su familia puso: "Aita eta aitona ezin hobea". Es verdad. Estoy seguro que estará ahora con sus bergareses Jokin Inza, Josu Oregi, Monzón y demás diciéndoles a todos que a pesar de los pesares Bergara sigue siendo la capital del mundo y que Aznar de democristiano no tiene nada. G. B. Imanol, querido Boli. Todo un lujo. Todo un señor.