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El reto 2014-2020 de la UE

Pese a las diferencias iniciales de la cumbre presupuestaria de Bruselas, centrar en lo económico la crisis de la idea de Europa es obviar lo esencial: los problemas de confianza de los ciudadanos y de aceptación de los pueblos que la integran

LA cumbre presupuestaria que los 27 países miembros de la Unión Europea celebrarán mañana y pasado mañana en Bruselas se inicia con evidentes diferencias en nada ajenas al recorte de 80.000 millones respecto al presupuesto que no logró su consenso el pasado noviembre. La pretensión de Gran Bretaña de confeccionar una Unión a la carta y hacer depender su pertenencia de un referéndum ha abierto una vía de duda a la continuidad de la actual configuración de la Unión. Y la crisis económica y monetaria ha provocado enormes tensiones entre sus miembros bajo el impulso de los intereses estatales y las resistencias al férreo liderazgo que se atribuye, como primera potencia económica, la Alemania de Angela Merkel. Así, medio siglo después del Tratado de París que estableció la CECA, el primer germen de la Unión, y cuando mañana se celebran 21 años de la firma del Tratado de Maastricht el 7 de febrero de 1992, la idea de Europa se asoma al que quizás sea su mayor riesgo desde que Adenauer, Schumann y De Gasperi la convirtieron en objetivo común. Sin embargo, centrar los problemas de la Unión en el ámbito económico sería obviar la parte principal de un problema que se asienta en la propia estructura de la UE salida de aquella reunión de octubre de 2004 en la que, con ¡Berlusconi! de anfitrión en Campidoglio, los entonces 25 miembros ratificaron una constitución vertical, salida de una cita que se resumía en el lema Estados de Europa y que no contaba apenas con refrendo entre los 300 millones de ciudadanos europeos. Un problema que lejos de solventar se agudizó con la posterior aprobación, también sin refrendo, del Tratado de Lisboa, en vigor desde diciembre de 2009. Si el medio siglo de institucionalización de la Unión Europea como desarrollo práctico de la idea política surgida de aquellos Nuevos Equipos Internacionales democratacristianos en los que participó el lehendakari Aguirre quizás precisaba de la autoridad del liderazgo de la Comisión Europea, su afianzamiento y continuidad dependerá, como dijo ayer el presidente francés François Hollande, no de la confianza de los mercados, sino de la confianza de los ciudadanos. Y no saldrá de la negociación de los Estados sino de la aceptación de los pueblos y de su representación en el Parlamento Europeo. Ese y no el económico es el gran reto del periodo 2014-2020 para la Unión.