CUANDO todavía queda algo menos de un mes para que acabe el verano, el Eustat ha dado a conocer el balance turístico en Euskadi referido al mes de julio. Los datos revelan varias realidades, tanto positivas como negativas, aunque el resultado global en Euskadi muestra una caída del 1,9% respecto al mismo periodo del año pasado. Los datos revelan la fuerte caída de Gipuzkoa (5,6%) mientras que en Bizkaia, sin embargo, el turismo continúa al alza y el balance es aún más positivo si se tiene en cuenta todo el primer semestre, con lo que este territorio se convierte en el motor turístico vasco, sobre todo gracias al binomio Bilbao-Bizkaia. La principal causa del retroceso general se encuentra en el turismo español, que se ha hundido en los tres territorios de la CAV pero especialmente en Gipuzkoa, donde se ha registrado una pérdida del 15%. En la otra cara de la moneda, brilla con luz propia el turismo extranjero, europeo básicamente, que se decanta sobre todo por la oferta vizcaina. Este mes de julio Euskadi se ha revelado como un destino atractivo para los extranjeros, que ya representan el 37% del total de visitantes, con especial hincapié en el caso de Bilbao, donde crece un 23,4%. Merece una mención también la buena acogida que está teniendo la oferta de los agroturismos, con subidas notables sobre el ejercicio anterior. A la hora de buscar explicaciones a estos números, el Gobierno vasco ha señalado a la crisis para justificar el retroceso del turismo estatal. No cabe duda de que la situación económica tiene mucha importancia, pero conviene no extraer conclusiones precipitadas y esperar a que concluya el mes de agosto para contemplar una fotografía completa y real del conjunto de la temporada estival. Siendo negativo el resultado de julio, resulta muy alentador el repunte experimentado por los visitantes extranjeros, un nicho que ofrece un potencial enorme y ante el que Bizkaia y Euskadi cuentan con una carta de presentación propia y de calidad, alejada de la fórmula de sol y playa en la que no pueden competir. Pero más allá de las imprescindibles campañas promocionales para vender Euskadi y Bizkaia como destino vacacional, habrá que reflexionar también sobre nuestras infraestructuras turísticas, en particular sobre la oferta de alojamientos, su diversidad y su competitividad económica.
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