Es abierto y, como dice él mismo, “un bocachanclas”, aunque se contiene porque las redes pueden boicotear un trabajo que ha costado mucho poner en pie por cualquier declaración. Pide, cuando se habla con él, honestidad en los titulares y que no se saquen las frases de contexto, algo que ya le ha ocurrido y le ha acarreado comentarios adversos y poco agradables. Poco a poco, papeles como el de Unamuno van sacando a Koldo, el emblemático padre de Ocho apellidos vascos, de la escena más ligera, y aunque siempre se le asocia con la comedia, él combina a la perfección este género con el drama. Ríe cuando comenta las dudas que tuvo Amenábar para darle el personaje de Unamuno en Cuando termine la guerra, no se queja de su situación profesional y asegura que, por fortuna, está trabajando mucho. Divertido y relajado, espera con paciencia las promociones que le quedan por las cinco películas que aún tiene por estrenar. 

PERSONAL

Edad: 61 años (10 de octubre de 1960).

Lugar de nacimiento: Vitoria-Gasteiz.

Familia: Tiene una hija, Ainara.

Trayectoria: A nivel profesional su recorrido tiene muchos recovecos. Fue responsable de la creación de grupos de teatro a la vez que iniciaba su carrera como actor. También escribió canciones para formaciones como Hertzainak o Korroskada. Su primera película, A los cuatro vientos, se estrenó hace 35 años. Desde entonces, su currículo es impresionante en los tres medios en los que ha desarrollado su carrera como actor. También ha dirigido algunos títulos, como Año mariano. Ha trabajado con los principales directores españoles y su popularidad se disparó exponencialmente en 2014 con la película Ocho apellidos vascos y su personaje de Koldo. 

Películas: Entre las más conocidas se pueden citar: Alas de mariposa, Vacas, Acción mutante, La madre muerta, La ardilla roja, Kika, Días contados, Salto al vacío, Rey gitano, Ocho apellidos vascos, Ocho apellidos catalanes, 1898: Los últimos de Filipinas, 100 metros, Mientras dure la guerra, Bajocero, Llegaron de noche, y lo último: La vida padre y La voz del sol.

Está de promoción con La vida padre, y no hace mucho ha terminado de rodar La voz del sol. Está usted que lo tira.

Sí, pero he acabado un poco cansaíllo. En la última película, La voz del sol, nos tocaron los incendios de Navarra, el Covid y la ola de calor. Ha sido mucho trabajo en los últimos tiempos y estoy cansado, pero contento, muy contento con la racha que estoy teniendo.

Vamos, que lo suyo es al revés que la película que estrena en una semana, no se pega la vida padre.

Ja, ja, ja… No. Me pego a veces unas curradas increíbles. Tengo cinco pelis para estrenar, así que desde ahora hasta diciembre voy a estar en continua promoción. No sé cómo voy a acabar.

El director de su banco estará encantado con usted y su cuenta corriente...

No te creas, aunque debería, porque aún tengo dos hipotecas por liquidar. La gente se cree que esto es jauja, pero no lo es. Hay temporadas que no paras y otras que ni te conocen. Así que no, no siempre están contentos en el banco.

Hablemos de su personaje en La vida padre.

Juan es un cocinero, un cocinero de la línea tradicional, del chuletón, el besugo, las alubias… En fin, muy de Tolosa, que para él es un referente. Vamos, lo que a mí me enseñaron a cocinar. Desde que yo tenía seis o siete años mis padres tuvieron un bar. Allí daban comidas y cenas. Fue el lugar donde mi madre nos enseñó a cocinar a mis hermanos y a mí. El hombre al que ahora interpreto es eso, alguien que aprecia la cocina de toda la vida, la que ha comido siempre en casa.

La vida padre - tráiler de la película

La vida padre - tráiler de la película

Y su hijo en la película es todo lo contrario, pura vanguardia.

Él es más de nouvelle cuisine, aunque sea una cocina bebe de las fuentes tradicionales. Mi personaje tiene un pasado. Tras un disgusto muy grande se tira a la ría, no se sabe por qué, y se pega treinta años desaparecido. Cuando aparece de nuevo tiene una especie de amnesia retrograda y está anclado en los 90. Ese es el Bilbao que recuerdo, y en mi mente, Mikel, mi hijo en la ficción, tiene siete años, así que no sé de dónde ha salido ese otro Mikel que es un cocinero y que me parece muy mayor. Llego a su vida a crearle muchos problemas y a intentar solucionarle alguno. Es un homenaje, y me siento muy gratificado, a Bilbao y a los bilbaínos. Hay un guiño a aquellos bilbaínos de toda la vida.

¿Añoranzas?

Alguna. Es para esa gente que echa en falta aquel Bilbao más sucio, más gris, a esa gente más de la margen izquierda, más del alto horno. También es un guiño a los que quieren a este Bilbao de hoy en día y a la gente joven que está encantada con la ciudad que es ahora, porque está bonita de cojones. Hay un guiño a todos los de Bilbao.

¿Postales del pasado y del presente?

Eso es. Las ciudades merecen estos guiños que muestren lo que han sido y lo que son.

La voz del sol también tiene escenarios vascos.

Sí. La hemos grabado en Navarra, Madrid y Segovia. Habla de un matrimonio maduro que ha estado exiliado en París durante el franquismo, decide comenzar el camino de vuelta y lo vive como una experiencia muy especial. 

Siempre le situamos en la comedia, pero en estos momentos combina con naturalidad este género con el drama.

Lo he hecho siempre y la verdad es que me alegro. Siempre digo que a veces los directores y los productores son muy poco imaginativos. Los actores somos capaces de encarnar muchas identidades, otros yoes. Me acuerdo de Amenábar cuando tuve que hacer el personaje de un bilbaíno maravilloso, don Miguel de Unamuno, y decía lo mismo: ¿El de Ocho apellidos vascos, el de Ocho apellidos catalanes, va a ser Unamuno?

Y no defraudó.

Ese es el reto, saber jugar a todos los roles con los personajes. Hay que intentar lidiar con el drama y con la comedia. Hay que salir de la comedia para demostrar que uno no solo es un cómico, también es un actor.

"La comedia es un género de altísimo riesgo y con una enorme dificultad”

Y está mejor valorado el drama que la comedia.

Es una realidad, pero ¡cuidado! La comedia es un género al que yo le tengo mucho respeto y creo que se debe abordar con el mismo o mayor rigor que el drama. La comedia es un género de altísimo riesgo y enorme dificultad. Hay recursos, subterfugios, juegos y formas para llamar a la lágrima al espectador.

Se cumple el tópico de que es más fácil hacer llorar que hacer reír.

Es que hacer reír requiere de otra chispa, de otro duende. Es otra cosa. Pasa que cuentas un chiste y se te mueren de la risa, pero lo cuentas al día siguiente y nadie se muere, ni de risa ni de nada. La comedia tiene eso, el estar sembrado, el tener el día. Decías que estaba considerada peor que el drama, y desgraciadamente es así. Nunca verás mucha comedia en grandes festivales como Berlín, Venecia, Cannes… Nunca verás muchos Oscar o muchos Goyas para una comedia.

¿Ocho apellidos vascos es la excepción para confirmar la regla?

Ja, ja, ja… No ocurrió lo mismo, no: de cuatro actores nominados, tres nos llevamos el Goya. Pero es cierto, no es lo habitual. Normalmente, no se le tiene el mismo respeto. Siempre me he sentido más a gusto en un mundo de la comedia, pero he querido hacer las dos cosas, comedia y también drama. Si abres el abanico tienes más posibilidades de seguir trabajando.

Parece que le gusta cambiar el paso.

Me gusta experimentar, vivir cosas diferentes. Si llevo tres comedias seguidas, hablo con mi representante para que lo siguiente ya no sea comedia. A esto le llaman diversificar el riesgo, pero yo soy más práctico: le llamo garantizar las alubias.

Pues se está poniendo morado a alubias.

Ja, ja, ja… No exageres, pero la verdad es que si te puedes mover en dos registros, es mucho mejor que en uno.

Karra Elajalde está promocionando 'La vida padre'.

Karra Elajalde está promocionando 'La vida padre'.

¿Se ha librado de Ocho apellidos vascos o es difícil olvidar a aquel Karra Elejalde tan extremo a veces?

Es difícil. El espectador está abrasado por esta película. La han puesto mil veces en televisión. Tuvo un éxito enorme, no sabemos todavía el porqué. Hoy es el día en el que los que participamos seguimos preguntando: ¿Por qué lo hicimos tan bien o por qué resultó ser una película tan efectiva? Pero sí hay momentos en los que dices: Ya vale de Koldo, de aita… Hay niños que me ven y empiezan a gritar: Aita, aita… Y yo pienso: Pero bueno, ¿no tienes padre, guapo? De alguna manera, la película de Unamuno y otras más que he hecho después han venido para sacarme de ese personaje. De los últimos cinco títulos, tres son dramas y dos son comedias. Estamos equilibrados.

Unamuno era una persona difícil. ¿Fue también un personaje difícil?

No era un personaje sencillo, me lo estudié mucho y me documenté muchísimo. Unamuno era la antítesis de mi carácter. Era un hombre parco, monosilábico, amargado, rancio, duro, un hueso, poco expresivo, contenido y hacia dentro.

Luego está claro que no tienen nada que ver.

Yo soy más verborreico, más cachazudo. No intento nada, no intento ser otra cosa. Naces con un carácter y este supera tus intentos. Es inútil que hagas firmes propósitos de enmierda.

¿Enmierda? ¿No será enmienda?

Es una mierda hacerse firmes propósitos para no conseguir nada. En el personaje de Unamuno me tocó dejar de ser yo más que en el de Juan de La vida padre. El cine agradece mucho lo orgánico, lo natural.

¿Es fácil ser orgánico y natural?

Siempre tienes un yo que te vampiriza, pero pones mucho de ti en cada personaje.

Pues dotar a Unamuno del sentido del humor de Elejalde ha tenido que ser difícil.

Ja, ja, ja… Imposible. Esa parte de mi carácter no se la pude pasar, pero quieras que no, tiene mi voz, tiene mi cara y todo mi cariño.

A pesar de las reticencias iniciales, debió de convencer a Amenábar, porque después de Cuando acabe la guerra le dio un papel en La fortuna.

Yo no soy quién para convencer a nadie. Hago la prueba de casting y él es el que se convence. Sabes que cuando vas a un casting eres uno más entre muchos. Cuando se lo propusieron, y él lo ha dicho, no me veía por ningún lado para dar vida a Unamuno. Lo que yo le decía: Alejandro, joder, no pretendas encontrar un Unamuno ya hecho. Alguien lo tiene que construir y tienes que contar con un acto de fe. Pero las directoras de ese casting ya me conocían. Fueron ellas mismas las que le hablaron de mí a Iciar Bollaín para el personaje de También la lluvia, porque ella tampoco me veía. Estoy muy agradecido a estas personas, porque ellas, a diferencia de los directores, saben ver el potencial de los actores.

Sorprendió su interpretación en Bajocero, un thriller que nos hizo pensar que se podían hacer películas de este género e incluso superar a las estadounidenses. ¿Sabemos valorar lo que se puede hacer sin ir al mercado de Estados Unidos?

Me da mucho miedo hablar de este tema. Me da mucha pena la baja autoestima que tenemos los españoles en lo tocante a lo cultural. Decimos: Está muy bien para ser española. O: No parece española esta película

"Unamuno era la antítesis de mi carácter, yo soy más verborreico”

¿Y por qué le da miedo hablar de este tema? A priori no tiene nada de peligroso.

Por supuesto, y esto lo dije en otra entrevista. ¿Qué ocurre en una entrevista? Pues que te sacan de contexto los titulares. “Me molesta la baja autoestima que tenemos los españoles”. Este fue uno de los titulares y enseguida los comentarios: ¿Y los vascos? ¿Y los catalanes? A veces te da miedo abrir la boca. Además, nosotros no somos fabricantes de titulares. Los fabricantes sois vosotros. A veces me dicen: Karra, dame un titular. Pero yo no lo voy a dar, no es mi trabajo. A ti te voy pedir algo. Hazme un buen titular, no me lo dejes a medias; no me saques de contexto una frase que he dicho y que luego me cree problemas en las redes. 

Parece que las redes se han convertido en un terreno pantanoso para la gente conocida y está condicionando sus vidas.

Sí, claro. Por eso estamos todos un poquito cagadillos a la hora de expresarnos. En lo tocante a autocensurarnos nos están condicionando. Vamos como si estuviéramos pisando huevos. Ahora, te digo que me la suda un montón. No tengo ni Twitter, ni Facebook, ni Instagram ni nada por el estilo.

Así que le da igual lo que pongan.

Sí y no. A mí personalmente no me importa, pero cuando estoy promocionando una peli sí que me importa. La gente tiene derecho a decir lo que quiera, pero te pueden boicotear un trabajo, así que te andas con más cuidadito y por lo tanto es menos arriesgada la entrevista y te juegas menos el cuello. Sacas conclusiones de lo que les ha pasado a compañeros y te dices: Karrita, estás promocionando una película, no seas bocachanclas, no pises charcos, vete con cuidadito y di lo que piensas, pero con mucho cuidado.

Con lo cual se pierde libertad y en el caso de una entrevista se pierde sinceridad y frescura.

De acuerdo. En redes pierdo la libertad de ser el bocachanclas de siempre, pero no es por mí, ya lo he dicho, lo que digan me la suda bastante. Lo que no me perdonaría es que por decir una sandez o un chiste y que me lo saquen de contexto, un proyecto se vaya a la porra.

¿Qué ha quedado de aquel Karra Elejalde que escribía, dirigía y hacía canciones para grupos de rock?

Él sigue escribiendo y aquellas canciones no dejaban de ser poesía. Sigo escribiendo poesías, pero Karra no volverá a dirigir hasta que no se autoproduzca él mismo y nadie le defraude. Pero en la vida hay muchas más cosas. Hay que ser padre, hay que ser abuelo, hay que ser amante, compañero, hay que tener amigos… Tengo que disfrutar escribiendo, pintando y haciendo lo que me dé la real gana, todo lo que me haga feliz.