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Victorias inútiles

Por mucho que fuera y dentro del país critiquen sus reformas e iniciativas, por el momento Trump sale adelante sin las consecuencias catastróficas que sus rivales han anunciado

Victorias inútilesEFE

EL gobierno del presidente Trump parece capaz de resistir todos los embistes y salirse con la suya en casi todo lo que se propone, incluso para generarle pingües beneficios económicos personales.

Un ejemplo son las compensaciones que le han tenido que pagar cadenas de televisión como ABC y CBS, cada una de 16 millones de dólares, por los daños económicos que le causaron con informaciones difamatorias relativas a su primer mandato presidencial y de las que aún se duele.

También en la vida política diaria sale airoso con frecuencia, especialmente en las peleas jurídicas que acaban decididas a su favor, aunque en eso tiene ya una ventaja natural, porque el Tribunal Supremo, donde acaban muchas de sus disputas, tiene una mayoría conservadora de 6 de los 9 magistrados.

Pero quizá el mayor de sus éxitos radica en el apoyo popular, pues tiene una amplia base de votantes que le son fieles a ultranza, dispuestos a seguirlo contra viento y marea, a pesar del constante martilleo en su contra de la mayoría de los medios informativos.

Semejantes seguidores no son la mayoría del país, pero constituyen un apoyo fuerte que le ayuda a llegar al número necesario para ganar elecciones y aplicar programas y reformas a veces conflictivas, como aranceles a las importaciones o la eliminación de cargos públicos.

Por mucho que fuera y dentro del país critiquen sus reformas e iniciativas, por el momento Trump sale adelante sin las consecuencias catastróficas que sus rivales han anunciado: no solamente que el país no ha entrado en la recesión que pronosticaban muchos, sino que la economía se mantiene con buenos índices de crecimiento, sin aumentos notables en el desempleo y con la inflación controlada.

Sobre todo, el lugar donde los norteamericanos colocan sus ahorros, que son las bolsas, no solamente se han recuperado de las pérdidas de la pasada primavera, sino que van subiendo a máximos históricos.

Pero estas victorias, que van más allá de lo que muchos simpatizantes de Trump preveían, no parecen hacer mella en la otra mitad del país, al que no satisfacen los datos económicos positivos y mantiene sus críticas y oposición a ultranza, además de seguirle acusando de las mismas cosas que ya utilizaron contra él en su primer mandato, cuando a Trump le acusaron de colaborar con Moscú para llegar a la Casa Blanca.

Semejantes acusaciones, que no se pudieron demostrar entonces, se han convertido en un arma que hoy Trump quiere usar contra sus verdugos de hace ocho años: ha presentado datos para demostrar que funcionarios del FBI y otras agencias, con el apoyo del expresidente Barak Obama, diseminaron datos falsos para hundirlo.

La divulgación de semejantes datos, junto con la bonanza económica, deberían mejorar la imagen de Trump, pero no es así: sus seguidores se muestran más indignados que nunca por la persecución de la que Trump es objeto, mientras que sus rivales no se dan por enterados de cuanto le favorecen.

La mayoría de los medios informativos, tan opuestos a Trump ahora como hace ocho años, no informan de los datos presentados por el actual gobierno, de forma que el país sigue aún más dividido que antes, con las huestes de Trump preparadas a llevar a juicio y prisión a los antiguos funcionarios, mientras la oposición deposita sus esperanzas en las elecciones parciales del año próximo, que podrían devolverles la mayoría parlamentaria… para reanudar su campaña contra Trump.

Así, la Casa Blanca no puede disfrutar de lo que esperaba sería una victoria y una venganza, mientras la oposición mantiene su esperanza de encarcelar al actual presidente cuando acabe su mandato, algo muy difícil pues el Tribunal Supremo ha determinado que los presidentes son inmunes por su gestión.

Pero está claro que ni Trump ni sus rivales obtendrán lo que esperan: ni Trump conseguirá que la opinión pública se vuelva contra los demócratas, ni sus rivales eliminarán el entusiasmo de los seguidores del presidente.

Es decir, las victorias de Trump apenas le sirven políticamente. Su mejor consuelo está en la parálisis política de sus adversarios. l