Las divisiones empiezan a notarse entre los seguidores de Donald Trump, lo que no ha de sorprender a nadie pues el propio presidente expresaba opiniones contradictorias y no ocultaba sus cavilaciones ya antes del ataque contra las instalaciones militares iraníes.
En estos momentos, aunque el interés se centra en el bombardeo norteamericano contra el Irán, son dos las cuestiones que parecen atormentar al presidente norteamericano y este tormento se refleja en las divisiones de sus seguidores: la guerra entre Irán e Israel y la expulsión de los inmigrantes indocumentados.
Ambas cuestiones han llevado a discusiones agitadas e intensas entre dos facciones, es decir los pacifistas y los que desean enfrentarse al Irán, así como los que exigen la expulsión sin excepciones de todos los inmigrantes ilegales.
El debate migratorio tiene ya consecuencias negativas en el apoyo que Trump recibe de las personas que votaron por él hace siete meses, aunque de momento el interés del país se dirige a la guerra contra el Irán.
Ya antes del ataque norteamericano del sábado había desacuerdos en cuanto a una posible intervención para destruir los arsenales atómicos iraníes y cercenar su capacidad de fabricar armas nucleares. Trump dijo que era una cuestión difícil y tomaría una decisión en dos semanas, pero su acción llegó tan solo tres días después con las seis bombas lanzadas contra Fordow, además de las centrales atómicas de Isfahan y Natanz.
Fordow, una central iraní a gran profundidad, recibió la descarga de catorce misiles lanzados por los siete aviones que salieron varias horas antes del centro de Estados Unidos y el presidente Trump anunció que ha quedado totalmente destruida, al igual que Isfahan y Natanz
Los aviones B-2, capaces de acarrear 14 toneladas, despegaron el sábado hacia la base norteamericana de Guam con una auténtica flota de aparatos auxiliares, dedicados principalmente a suministrarles combustible pues los B-2, al ir cargados con las bombas de tipo GRU-57, capaces de actuar a gran profundidad, apenas tenían espacio.
Los otros centros iraníes de Isfahan, donde se supone que había más de 2.700 centrifugadoras para enriquecer uranio y Natanz fueron atacados con 30 misiles Tomahawk y todavía era temprano en la madrugada de domingo para confirmar si habían sido capaces de destruir las centrifugadoras de Isfahan, esenciales para enriquecer uranio. El debate en torno a la política de Oriente Medio ha cesado ante las noticias de este fin de semana, pero se reanudará rápidamente con frecuentes ribetes ridículos, que llegan a citas bíblicas que tratan de ajustar a las realidades de hoy y con acusaciones mutuas de ambos bandos, o bien por no interpretar propiamente las Escrituras, o bien con un literalismo disparatado que no se adapta a las realidades de nuestro tiempo.
Al borde de otra guerra mundial
Si los unos temen el programa nuclear iraní, los otros creen que Estados Unidos corre el riesgo de poner al mundo al borde de otra guerra planetaria, temores justificados y que el presidente Trump de momento no consigue calmar.
Este no es el único debate que enfrenta a conservadores de diferentes facciones: la cuestión migratoria ha reducido el apoyo por el presidente Trump, pues si bien algunos grupos desean expulsar a cuantos viven sin permiso en el país, independientemente del tiempo que lleven aquí y de las circunstancias de su llegada, hay muchos otros que consideran excesivas las medidas, que consideran además perjudiciales para la economía del país: Estados Unidos tiene prácticamente una situación de pleno empleo y la expulsión de 15 millones de personas dedicadas a la agricultura, la construcción y el trabajo doméstico puede representar una carga económica y reducir el crecimiento.
Es una situación que puede reducir el apoyo a Trump en las próximas elecciones parciales y, si bien él no es ya candidato, el Partido Demócrata podrían recuperar secciones del poder político y paralizar los dos últimos años de Donald Trump en la Casa Blanca.