Los métodos antirrobo en los automóviles han ido evolucionando de la mano de la tecnología y cada vez se lo ponen más difícil a los amantes de lo ajeno. Barras de hierro bloqueando el volante, bloqueadores mecánicos de la dirección, alarmas luminosas y sonoras, etc. han sido sistemas habituales hasta hace unos años.

Hoy en día los principales elementos antirrobo son electrónicos y están incorporados al automóvil. Incluso los rastreadores GPS para detectar la posición del coche.

Frente a este arsenal tecnológico los cacos siguen recurriendo a los viejos trucos para robarte el coche mediante engaños y embustes si no estás atento.

Uno de los métodos que está ha reaparecido estos días es el recurso a las latas de conservas o de refrescos atadas a una cuerda en la parte posterior del vehículo. Exactamente como las bromas que se le gastan a los recién casado cuando se montan en su vehículo para iniciar la luna de miel y que tantas veces hemos visto en las películas antiguas. La tradición se remonta siglos atrás, en la época de los coches de caballos, cuando era habitual colocar las latas que, según algunas leyendas, ahuyentaban a los malos espíritus.

Esta vieja técnica del truco de la lata es en realidad un robo por descuido ante el que debes estar muy atento para poder evitar. Su funcionamiento es simple y, en la mayoría de los casos, eficaz.

Los ladrones colocan una cuerda con latas atada a algún elemento de los bajos del coche y lo ocultan para que cuando el conductor se monte y comience a andar no se aperciba de las mismas. Cuando empiece a circular notará un extraño y atronador ruido que le alertará de alguna posible avería o incidencia que lo más probable es que le obligue a detener el vehículo con prontitud para averiguar la procedencia del inusual ruido.

Tras estacionar u orillarse en el arcén el conductor se baja y se dirige a la parte posterior del coche para determinar el estruendo que viene notando.

En ese momento los cacos, que suelen actuar en parejas o tríos y que han seguido al incauto conductor a poca distancia desde otro coche o moto, aprovechan para acceder con rapidez y comodidad al interior del vehículo y sustraerlo, dejando al propietario con una cara de asombro e indignación ante la audacia y la sencillez del robo.

Esta ancestral técnica se aprovecha de la confianza del conductor, que cuando se detiene por esta causa no cierra la puerta ni quita la llave del contacto ante lo que considera una incidencia subsanable. Ante casos así o similares las autoridades recomiendan no salir del coche con el motor en marcha ni dejar las llaves puestas.

Un robo en menos de un minuto y sobe todo sin usar la violencia. Cuestión que no es baladí, ya que el Código Penal en su artículo 242 señala que los delitos de robo con violencia o intimidación en las personas se castiga con penas de 2 a 5 años de cárcel. Sin embargo, al no utilizarla directamente en la sustracción con este antiguo pero eficaz truco de la lata se considera hurto, por lo que la condena para los ladrones será de 6 a 18 meses de cárcel.