No reprimió las intensas emociones. El ejercicio de la victoria fue una liberación. El ritual de la celebración proyectó a un Jorge Martín purificado después de los errores cometidos en Indonesia, con una caída solo un día después de auparse por primera vez en el liderato del campeonato de MotoGP, y en Australia, por una mala elección de neumáticos. En ambos casos demostró ser el piloto más rápido de la parrilla, pero no respondió a las expectativas. Y justo en el día en el que admitió que no era superior, el día que el debate era más parejo, venció en el Gran Premio de Tailandia para recuperar el pulso por la corona de la categoría reina. “Los momentos duros son difíciles, pero te hacen más fuerte”, filosofó. Fue la catarsis de Jorge Martín. 

El piloto de San Sebastián de los Reyes cruzó la línea de meta eufórico. Impulsivo, rompió la cúpula de su Ducati. Expulsó la rabia contenida, acumulada por los últimos acontecimientos. Reivindicativo Martín. “Estoy muy contento. Es una sensación fabulosa, porque hoy no era mejor que ellos. Tenía que empujar más del 100% para estar ahí, con ellos”, admitió.

Cierto es que no llegó a rodar aislado en ningún instante, porque Brad Binder fue una acechante amenaza con su perseverante marcaje al madrileño. Pero también es verdad que Martín rodó permanente en cabeza con la excepción de tres de las 26 vueltas totales al circuito de Chang. Es decir, acumuló méritos para llevarse el mayor botín.

Esta vez Martín corrió con serenidad. No pudo fugarse y una vez comprobado y asumido, apeló a una estrategia conservadora. Impuso el ritmo que le convenía para no padecer sorpresas por un excesivo consumo de neumáticos. Esto hizo que Binder viera las puertas de la victoria abiertas. En el giro 20 se lanzó al ataque. Bravo el sudafricano. Radical como es su pilotaje. “No me he dejado nada; he dado el máximo”, apuntó sobre la persecución de su primera victoria dominical en MotoGP. Pero Martín rebajó los humos y silenció el ruido de los tambores de guerra al instante, devolviendo el adelantamiento. Y esto sucedió en dos ocasiones, en dos vueltas consecutivas, hasta que en la vuelta 22 el madrileño cedió la cabeza. Pero Binder no tenía más y Martín contraatacó en el abrazo número 25 al trazado tailandés. 

Estos lances alumbraron la esperanza de Francesco Bagnaia. El líder llegó a pasar apuros. Partió desde la sexta pintura de la parrilla y llegó a verse séptimo en la cuarta vuelta. El italiano rodó en progresión hasta verse en posición de podio beneficiado por la caída de Álex Márquez. “Me sentía como en una sala de juegos, como si fuera un punching ball. La remontada ha sido difícil”, lanzó, en alusión a los toques con cada uno de los hermanos Márquez.

La refriega entre Martín y Binder anuló la diferencia de un segundo de desventaja y Pecco Bagnaia accedió al casting por la victoria. En un movimiento insospechado, quizá imprudente o tal vez de un talento excelso, asomó en la cabeza con un doble adelantamiento por el exterior. Pero de inmediato regresó a la tercera posición. Y así se agotó la carrera, sin alteraciones pero con una sensación de excitación por la situación de tres pilotos separados por palmos. Martín, Binder y Bagnaia. Como vagones de un mismo tren. Primero, segundo y tercero. 

Pero Binder se salió de la pista en el giro definitivo y fue sancionado con la cesión de una posición. Así, Bagnaia minimizó el golpe de Martín con un segundo lugar caído del cielo. “La segunda posición es un buen resultado teniendo en cuenta dónde estaba al principio del fin de semana”, valoró el turinés. Martín aterrizó en Buriram con 27 puntos de desventaja y pone rumbo a Malasia 13 por debajo de Bagnaia, repuesto ya de dos malos tragos.

Tras la pugna por los peldaños del podio cruzaron la meta, alejados, Marco Bezzecchi, Aleix Espargaró, Fabio Quartararo y Marc Márquez, quien realizó una mala salida e hipotecó temprano la esperanza de un nuevo podio. "Estaba peleón, revoltoso. Me lo he pasado bien", expresó el catalán, que puso en serios apuros a Bagnaia cuando el italiano rodaba en progresión. Poco o nada le importó a Márquez la disputa por el título de MotoGP, como en su día hizo con Valentino Rossi cuando este se jugaba la corona con Jorge Lorenzo.