Hace un año, en junio de 2022, los medios se hicieron eco de una inesperada lluvia de pollos de vencejo en algunas ciudades. Fue, para muchos, una inesperada consecuencia de la primera ola de calor de ese verano. Y es que las pequeñas aves son muy sensibles a las altas temperaturas, pudiendo sufrir serios y devastadores golpes de calor.
En el caso de las aves de casa, es fácil pensar que como están en casa, que no salen, ya están protegidas, pero no es así. O al menos no es tan sencillo. En cuanto la temperatura ambiental pasa de los 26,5ºC, nuestras mascotas de plumas entran en una zona de riesgo.
Quizá nos hayamos dado cuenta de que en verano, son pocos los pajarillos que se exponen a los rayos de sol directo, prefieren mantenerse a la sombra, entre la ramas de árboles y matojos, o entre las oquedades que puedan ofrecer edificios y monumentos.
Cómo protegerlos
Con la llegada del verano, la primera medida que se debe tomar es trasladar la jaula o la pajarera a la zona más fresca de la casa, aunque sin olvidar de que es necesario que haya suficiente luz natural. Puede que esta habitación no sea de uso habitual por los miembros de la familia y hay que tener en cuenta que a la mayoría de nuestras mascotas aladas les gusta la compañía, por eso quizá sería oportuno hacer este traslado cuando haya anuncios de altas temperaturas.
Esto supone que los servicios de meteorología formarán parte de las rutinas preventivas. De esta forma, ademas de saber si hay que hacer el traslado del ave a otra habitación, podremos decidir sobre otras mediadas, como programar el aire acondicionado para cuando no estemos en casa o de dejar agua fresca en el bebedero e incorporar una pequeña piscina para que se refresque.
Sobre ventiladores o aires acondicionados, una advertencia, debe refrescar la estancia pero sin que el chorro de aire incida directo sobre el animal. Tan malo es el calor elevado como el frío directo.
Con estas sencillas pautas bastará para evitar sustos.
Shock por calor, vigila estos síntomas
Cuando lleguen el calor extremo debemos vigilar estrechamente a nuestro compañero. Uno de las cosas que debemos comprobar es su temperatura corporal. Para ello lo mejor es palpar el pico y las patas, si están más calientes de lo normal es que hay algún problema, alguna alteración
Si además se mueve de forma errática, unido a una respiración agitada, es fácil que esté a punto de entrar en shock. Al principio puede que esté buscando frescor y sombra, pero luego dejarán de tener sentido. Además suele apretar las plumas contra el cuerpo mientras separa las alas en un intento de bajar la temperatura de su cuerpo. Más grave es si lo encontramos apático e inmóvil en la base de la jaula. Pueden seguir temblores y convulsiones. Esta fase es crítica porque el margen de reacción es mínimo y puede morir en cualquier momento. Hay que refrescarle enseguida pero evitando un contraste violento. Colocarlo sobre una toalla humedecida o rociarlo con un pulverizador de agua fresca pueden ser el alivio necesario.