En Bizkaia, la Lotería de Navidad no es solo un sorteo, es un ritual social profundamente arraigado, una excusa para compartir ilusión, conversaciones de pasillo y números apuntados casi por inercia. Cada diciembre, los décimos circulan por bares, oficinas y familias como si formaran parte del paisaje habitual de las fiestas. Y esa tradición también se refleja en los datos. Este año, la consignación total para Euskadi alcanza los 195 millones de euros, de los cuales 117 millones se venderán en Bizkaia, que vuelve a situarse como el principal motor del sorteo en la comunidad.

El precio del décimo se mantiene en 20 euros, aunque los loteros vizcainos insisten un año más en la necesidad de actualizarlo conforme a la inflación. Pese a ello, el gasto no se resiente. Al contrario, el desembolso medio continúa creciendo y, según las estimaciones del sector, rozará los 100 euros por habitante, una cifra que confirma que la ilusión sigue pesando más que el bolsillo.

Equilibrio entre entusiasmo y realismo

Pero una cosa es comprar y otra muy distinta imaginar qué hacer si la suerte llama a la puerta. Ahí, el comportamiento de los vizcainos revela un equilibrio entre entusiasmo y realismo. Según un estudio de Research Frontier, especialistas en análisis estadístico, el 24,3% asegura que se gastaría el premio en menos de un año, el porcentaje más alto de Euskadi y tres puntos por encima de Álava y Gipuzkoa. En el extremo opuesto, solo un 6,8% cree que el dinero le permitiría vivir cómodamente toda la vida, una cifra que muestra que los grandes sueños conviven con la conciencia de los límites reales del premio.

Ese impulso inicial es especialmente llamativo en las primeras semanas. De media, los vizcainos calculan que gastarían el 16,7% del premio antes de que termine enero, incluso antes de que se disipe del todo la resaca navideña. Aquí, ganar el Gordo no implica frenar en seco, sino empezar a cumplir pequeñas promesas pendientes.

Intenciones

Las prioridades están bastante definidas. Ahorrar encabeza la lista de intenciones, señalada por el 81,2% de los encuestados, seguida muy de cerca por el pago de deudas (68,8%). Más de la mitad ayudaría a familiares o amigos (56,2%) y un 52% invertiría en comprar o mejorar su vivienda. También hay espacio para los cambios vitales: un 31,2% destinaría parte del premio a formarse o emprender para cambiar de profesión y un 26% se permitiría el lujo de tomarse un año sabático. En el otro extremo, solo un 12,5% reduciría su jornada laboral y apenas un 3,9% admite no saber qué haría con el dinero.

En Bizkaia, además, jugar a la Lotería rara vez es una decisión totalmente individual. El estudio revela que la presión social tiene un peso importante, con un índice de FOMO —miedo a quedarse fuera— de 3,6 sobre 5. El entorno laboral es determinante: el 57,5% reconoce que juega por influencia de compañeros de trabajo, el porcentaje más alto de Euskadi. La familia cercana influye en el 35,5% de los casos y los amigos en el 30,3%.

El resultado es que muchos terminan comprando números que no les convencen del todo. Casi la mitad (46,8%) no está satisfecha con los 4,1 décimos que jugará de media este año. Aun así, la tradición pesa más que la duda, y el gesto de participar se impone al escepticismo.

Las terminaciones que más gustan

También en los gustos hay manías muy arraigadas. Las terminaciones que más confianza generan siguen siendo el 8, el 3 y el 4, mientras que el 7, el 6 y el 1 despiertan más recelos. Y aunque el peso de la tradición sigue siendo fuerte, la modernidad empieza a abrirse paso: un 12,8% de los vizcainos ya recurre a la inteligencia artificial para elegir número, aun sabiendo que en un sorteo completamente aleatorio la suerte no entiende de cálculos.

Este año, de hecho, el foco se ha puesto en la tecnología. La IA ha señalado el 24579 como su apuesta para llevarse el primer premio y el interés no ha tardado en notarse. En Bizkaia, cuatro administraciones tenían este número a la venta: dos en Bilbao —Ormaechea, en Alameda Urquijo, y La Fuente de los Sueños, en Bidebarrieta— y otras dos en Galdakao y Leioa, donde muchos acudieron en busca del que algunos ya llaman el “número de la suerte” nada más conocerse la noticia.

Pese al revuelo, los expertos insisten en poner las predicciones en su sitio, y es que todas las combinaciones tienen exactamente la misma probabilidad de resultar premiadas. El debate, en cualquier caso, convive con la tradición, entre números heredados, fechas especiales, rituales personales y ahora también algoritmos.

El precio

Donde sí hay una opinión clara es en el precio. El 78,2% de los vizcainos rechaza una subida del décimo de 20 a 25 euros. Si ocurriera, el 17,4% reduciría su gasto y el 13,5% dejaría directamente de jugar. En cambio, si el Gordo aumentara hasta los 500.000 euros por décimo, el efecto sería el contrario: el 37,5% compraría más y la cifra de no jugadores caería casi a la mitad.

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En materia fiscal, la percepción tampoco termina de ajustarse a la realidad. Aunque los premios superiores a 40.000 euros tributan al 20%, más de la mitad de los vizcainos cree que Hacienda retiene menos de lo que realmente retiene. Aun así, el deseo es claro: el 59,2% apuesta por eliminar la retención y mantener intacta la ilusión, frente a uno de cada cinco que se muestra conforme con el sistema actual.

En definitiva, la Lotería de Navidad en Bizkaia sigue moviéndose entre la razón y el deseo, entre el cálculo y la superstición. Se juega mucho, se sueña con los pies en el suelo y se comparte más por tradición que por convicción. Pero cada décimo guarda la misma promesa intacta: la de que, durante unas semanas, todo parece posible. Porque más allá de cifras, estudios o algoritmos, la ilusión sigue siendo el verdadero premio.