El actor, político y antiguo atleta austríaco Arnold Schwarzenegger vuelve a estar de moda gracias a una serie documental que ha aterrizado este verano en Netflix. ‘Arnold’ narra en tres capítulos “la polifacética vida personal y profesional” del campeón de culturismo a estrella de Hollywood y luego gobernador de California. Ruth Cuesta solo ha visto el primero de ellos, como es lógico y natural. A la deportista navarra, subcampeona del mundo en la categoría Bikini Welness, le picaba la curiosidad el famoso periodo culturista del protagonista de ‘Terminator’. 

Una de las frases de ‘Arnold’ -“cuando visualizas algo muy claro crees al cien por cien que puedes alcanzarlo”- resume la filosofía de vida de esta mujer nacida en Pamplona hace 46 años y vecina de Cizur Menor. Ella lo dice a su manera: “Soy muy cabezota… Como se me meta algo en la cabeza voy a por ello, hay que ponerle pasión a la vida. Si no, sería muy aburrido”, afirma. Después de dar a luz a su cuarto hijo, con 38 años, se puso a estudiar Educación Infantil. Su marido, triatleta, le animó a entrar a un gimnasio y hacer deporte. Probó con el crossfit. Y esta disciplina de alta intensidad le abrió nuevas puertas. “No me veía capaz, las primeras veces que fui me dije: ‘Esto no es para mí’. Terminaba con agujetas por todos lados”, recuerda ahora. 

La transformación

Pero un tiempo después ya había hecho click. Su cuerpo se estaba transformando: pasados los 40 años se dio cuenta de que era un portento físico. “En tres años me cambió muchísimo el cuerpo. Mi marido me decía que tenía mucha masa muscular. Todos los embarazos me los llevó un nutricionista y él siempre me repetía que mi genética era brutal y que me recuperaba muy bien tras los partos”. Cuesta se empezó a fijar en la culturista baracaldesa y doble campeona del mundo Eva Berenguer, de quien aprendió a posar y saber desenvolverse con soltura sobre una tarima. Con Berenguer comparte el mismo preparador físico: Rubén Fernández. 

En año y medio, ya estaba lista para dar el salto. Y los buenos resultados fueron llegando de manera imprevista y veloz: en las primeras tres competiciones que participó terminó en los primeros puestos. Está triunfando casi sin querer, todo le ha salido a pedir de boca. “Soy de esas personas que se dejan llevar poco a poco. Una cosa me suele llevar a la otra. En ningún momento me pongo una meta, no he buscado nada”, dice a falta de mes y medio para la celebración del trofeo Ciudad de Salamanca, el primer obstáculo que deberá superar en su camino al Mundial de Bikini Wellness que se celebrará en noviembre en Peruggia. Se entrena en un box de su localidad que abre de seis de la mañana a doce de la noche y al que acude rascando tiempo de su ajetreada vida familiar y académica. 

Defiende el levantamiento de pesas, visto con recelos en algunos círculos femeninos, porque “piensan que van a coger mucha masa muscular y se van a poner muy toscas”. No bebe y no fuma y lleva una vida saludable. Ni siquiera recuerda la última vez que se tomó una cerveza. Se acaba de sacar el título de profesora de crossfit en Madrid y en junio terminó un Grado Superior de Deporte. Tras unos días de asueto con su familia, ya piensa en su cita salmantina. No para un minuto. Cuando se le pregunta por el futuro, todo parece indicar que tendrá que ver con la enseñanza de alguna disciplina deportiva y los programas de entrenamiento de fuerza. Ya verá. La vida es imprevisible, y más en su caso. “Lo que venga, bienvenido será”, suelta con la ilusión de una niña.

Bienestar físico

Bikini Welness. Según el veterano preparador de atletas Eduardo Domínguez, la categoría va dirigida a aquellas “atletas que practican el estilo de vida saludable del fitness y entrenan con pesas”.

Dieta estricta. A lo largo de la semana, Ruth Cuesta solo tiene “una comida libre”. No es de dulces. “Al final te tienes que cuidar todo el año. No hay ningún momento de relajación”, asegura.