Hay personas que en un momento histórico fueron conocidas y reconocidas, y con el paso de los tiempos solo quedan en hemerotecas hasta el punto de que, aunque se investigue y se hable con familias del mismo apellido, nada se sabe de ellas. Quedan como anónimas de forma paradójica en esta actualidad sobreinformada. Es el caso de Felipe Sarasketa Alberdi. Cuando murió en la cárcel de Vigo en 1942, miles de personas fueron a su funeral en Eibar. Hoy nadie consultado recuerda su trágica muerte ni su lucha por las libertades y por Euskadi. De hecho, es casi imposible encontrar una foto de antes de que falleciera condenado a cadena perpetua a los 44 años.

Noticia del fallecimiento en ‘Euzko Deya’ de Argentina. | FOTO: EAJ / PNV

El exsenador jeltzale Iñaki Anasagasti estima que es importante conocer la lucha de Sarasketa, pueblo en el que tres familias preguntadas con el mismo apellido desconocen a la persona. Anasagasti aporta una página de su obituario en el periódico Euzko Deya de Argentina y, asimismo, lamenta su malogrado final. “Murió en 1942. Los franquistas lo machacaron en la cárcel. No sobrevivió. Felipe tuvo tres hijos con su mujer, Doña Visi (en referencia Visitación de Aldazábal), a quien conocí. Una fue superiora general de las monjas jesuitinas”, valora.

La enciclopedia Auñamendi abrevia el paso por la historia de Felipe Sarasketa. Detalla que su infancia y juventud transcurrió en la ciudad armera guipuzcoana, siendo uno de los dirigentes del batzoki de esta villa.

Tras golpe de Estado de julio de 1936 derivado en guerra militar, Sarasketa fue el creador del primer Cuerpo de Zapadores y Minadores del Ejército de Euzkadi y dirigió la construcción de los refugios en su localidad, que acabó siendo bombardeada. Llegó a ser comandante del Batallón II de Ingenieros. Como curiosidad, había nacido en Cuba y, por desgracia, tras ser hecho preso por el bando fascista, murió acabada la guerra en Vigo el 8 de diciembre de 1942.

Consultado al respecto, el miembro de Euskal Prospekzio Taldea, Kepa Ganuza, lamenta que “las nóminas de su batallón se han perdido la mayoría. Solo existen las de junio y julio del 37, es decir, del momento en el que cae Bilbao y en el que con la desbanda, podríamos decir, el tema de la administración está muy loco. Las nóminas ya no tienen un membrete oficial, se hacen en folios blancos y sin el número de chapa de gudari”.

Se conoce, eso sí, que Sarasketa actuó al frente de su unidad a lo largo del frente vasco, siendo hecho prisionero por las tropas de Franco en Santoña. Conducido al Centro Penitenciario de El Dueso, fue condenado a muerte, y más adelante se le condonó la pena por la de reclusión perpetua. Murió en la prisión de Vigo (Pontevedra), cinco años más tarde, en 1942.

“Yo –aporta Anasagasti– conocí a su esposa, Doña Visi, muy maja. Recuerdo que trabajaba en Balenciaga. Los fines de semana era muy aficionada a jugar a cartas, de hecho, me enseñó entonces a jugar a los seises”, sonríe el jeltzale.

La noticia de la muerte (o asesinato) de Sarasketa llegó a las rotativas del periódico Euzko Deya en enero de 1943. “El último barco llegado de Bilbao nos trae la infausta nueva. El gran patriota, nuestro entrañable, bueno, servicial amigo Felipe ha muerto”, citaban tras el titular en mayúsculas de Ha muerto Felipe de Sarasketa.

El tabloide difundió el 30 de enero de 1943 que los funerales por su persona se oficiaron el 12 de diciembre, “acudiendo en masa todo el pueblo”. “Saraskea no tenía más enemigos que los de su Patria Euzkadi”. El artículo periodístico estaba escrito por un gudari de su batallón a quien unos cubanos habían informado de que le habían “matado a fuerza de privaciones y humillaciones”.

A continuación, el cronista hace una semblanza sobre el eibartarra nacido en Cuba. “De padres netamente eibartarras, solo los de su redor sabíamos que era cubano que casó con una distinguida joven de familia profundamente patriota y eibarresa”. A su juicio, el sueño de Sarasketa era dotar a la ciudad de una casa en que se agruparan todas las instituciones abertzales que anhelaran la unidad. Logró entonces construir la Aberri-Etxea, y formó parte de su consejo de administración.

Al comenzar la guerra se prestó voluntario a las autoridades del Eibarko Uri Buru Batzar del PNV. “Utilizaron sus conocimientos de ingeniería para crear el primer grupo de zapadores minadores de Euzkadi. Sarasketa fue quien dotó al municipio de catorce refugios antiaéreos.

BATALLA

Al constituirse el Gobierno vasco, fue nombrado capitán de ingenieros con mando sobre una compañía, cuyo primer destino fue Orduña. Era un mando “animador y cariñoso”. Cuando la guerra llegaba a su término, quien firmaba con las iniciales LOA confirmaba que el hoy olvidado Sarasketa “lucía ya los galones de comandante, legítimamente adquiridos siempre en la vanguardia de nuestros ejércitos”, y citaba su lucha antifascista en Kalamua, Otxandio, Jarindo, Lekeitio, Butroi, Somorrostro, Galdames, Avellaneda, Sopuerta, Karrantza y hasta Santander con “dinamismo y fe en su patria”. Antes de que lo destinaran al penal de Vigo, también estuvo en otras cárceles como la de Burgos. Ahí lo llevaron junto a otros presos en una ocasión a la catedral donde lo fotografiaron. Lo desconocemos en la foto del Fondo Carlos Blasco lograda por Eduardo Jauregi, de Sabino Arana Fundazioa.

Sarasketa murió en manos franquistas a los 44 años, después de cinco de cautiverio que, como concluía el redactor de Euzko Deya en Argentina, “soportó con la resignación que solo tienen quienes aman un ideal”.