L 1 de mayo, los Heinkel He70 de la Legión Cóndor bombardearon y ametrallaron las carreteras de acceso a Mungia. Un día más tarde, el capitán Chamorro despegó de Lasarte a las 16:40 en un Dragon Rapide y lanzó nueve bombas A-5 (112 kilos de explosivo) sobre la carretera entre Mungia y Bermeo, aterrizando hora y media más tarde. Pero fue el bombardeo del 3 de mayo, del que apenas existe registro oficial, el que mejor refleja las consecuencias de una campaña de bombardeos de terror: una treintena de bombarderos Savoia-Marchetti SM.81, Savoia-Marchetti SM.79, Junkers Ju52, Heinkel He111 y Dornier Do.17, y un número mucho mayor de cazas y aviones de ataque a tierra Heinkel He51, Heinkel He45 y Fiat Cr.32 bombardearon y ametrallaron Mungia y sus alrededores ininterrumpidamente, entre las 8 de la mañana y el anochecer. Tan solo seis de los SM.81 lanzaron siete toneladas de bombas incendiarias, 3.600 proyectiles en total.

El resultado: 12 de los 20 heridos registrados por la oficina del Control de Sanidad Militar eran menores de edad. Los hermanos Aurelio, Celestina, Juan y Sabina Tellaetxea Legarreta, de siete, nueve, doce y catorce años respectivamente, de Larrauri, se encontraban entre las primeras víctimas. La guerra también sorprendió súbitamente a Severina Mardaras Ibarra, de cuatro años, de Larrauri, Maria Cristina Landaida Ibarra, de cinco años, de Larrauri e Inés Agirre Mardaras, de diez años, de Mañaria. Magdalena Tapia Agirre, de 37 años, había abandonado Sestao para poner a sus hijos María, de siete años, y Cesáreo, de un año, a salvo de las bombas, pero todos ellos acabaron en el hospital de sangre. Julián Landaida Ibarra, de cuatro años, natural de Larrabe-tzu, Saturnina Esparza, de trece años, de Zaratamo y un niño de unos dos años, sin identificar, fueron algunas de las pocas víctimas registradas de los ataques aéreos "sobre las concentraciones de tropas y el tráfico por carretera" de aquella jornada de guerra.

Bombardeos en cadena

Estos bombardeos no fueron sino el prólogo de una cadena de ataques aéreos sobre Mungia, la mayor parte de ellos bombardeos de terror.

El día 6 de mayo la aviación rebelde, "siguiendo su táctica de destruir pueblos, de aniquilar primeramente a la retaguardia", bombardeó Mungia. Eran las diez y media. "Desde un alto vemos a los aparatos mixtos de Hitler. Se acercan al pueblo y dejan caer algunas bombas de gran potencia en el mismo casco y en las afueras, en dirección a Gatika. Al momento, Mungia queda cubierto por una imponente columna de humo y polvo, que tarda bastante tiempo en desaparecer por completo. Los pilotos fascistas no contentos con los destrozos causados, con el aspecto que ofrece su 'objetivo', descienden aún más y ametrallan a los que tratan de refugiarse". El Banco de Bizkaia y los dos edificios contiguos fueron destruidos y las viviendas cercanas sufrieron desperfectos. A las doce y veinte los bombarderos pesados Junkers Ju52, Heinkel He111, Dornier Do.17 y de los Stukas, Junkers Ju87, volvieron a bombardear la villa acompañados de los Heinkel He51, Heinkel He45 y Heinkel He70, encargados de ametrallar a la población.

El día 12 de mayo, los Heinkel He51 de la Legión Cóndor arrojaron "bastante metralla al pueblo", concretamente dejaron caer 40 bombas sobre Zornotza y Mungia. Un día después, doce bombarderos SM.81 lanzaron un total de doce toneladas de bombas explosivas e incendiarias en el municipio y, en virtud del informe del embajador británico Henry Chilton, el 19 de mayo más de 20 bombarderos dejaron caer otras tantas toneladas de explosivo.

A consecuencia de los bombardeos del 5 al 12 de mayo, la villa "daba la sensación de ruina" pero a partir de ese día la ofensiva aérea se recrudeció notablemente.

Segunda oleada de bombardeos

La tarde del 21 de mayo, aparatos rebeldes "arrojaron numerosas bombas" sobre Mungia. Ese día a las 4 pm, cuando sonaba el cuarto toque de alarma, "los piratas del aire arrojaron numerosas bombas" sobre la localidad donde, "además, también funcionaron las ametralladoras de los aparatos de caza, cuyo tableteo se oyó perfectamente desde la villa, poniendo de manifiesto la barbarie y ferocidad fascistas". El Pensamiento Alavés: "Por la parte de la costa nos dicen que se han coronado brillantes operaciones que representan inmediato dominio sobre las carreteras de Munguía a Plencia y Sopelana. Nuestra aviación ha actuado sobre diversos objetivos militares, dedicándose más que nada a una labor de reconocimiento".

Los vecinos de Mungia sabían que un día sin nubes significaba lluvia de fuego. Así fue el 10 de junio en que "el sol apretó de firme. Más que el sol, que apenas se vio, el calor, un calor africano, bajo un cielo auténticamente europeo, enturbiado por espesos nubarrones de tormenta" que se desató después del mediodía cuando nueve trimotores Savoia-Marchetti SM.81 procedentes del aeródromo de Soria y unos 44 cazas Fiat Cr.32 de Gasteiz arrojaron sus bombas y ametrallaron la zona. Por la tarde, a las 4:30, tres biplanos IMAM Ro.37 y 17 cazas Fiat Cr.32 volvieron a atacar. Los acompañaban los Junkers Ju52 de la Legión Cóndor, escoltados por Heinkel He51 y Messerschmitt Bf.109 que, sin otro quehacer, se dedicaron a ametrallar a los civiles que huían buscando refugio. El 12 de junio, nueve Heinkel He70 y un número indefinido de cazas se dedicaron a bombardear y a ametrallar lo que quedaba en pie.

imperecedera mentira franquista

El 14 de junio entraron las tropas golpistas en la localidad, que había sido bombardeada con bombas explosivas e incendiarias ininterrumpidamente entre el 1 y el 25 de mayo, muy a menudo varias veces al día. Con 36 bombardeos, Mungia se había convertido en el quinto municipio vasco más bombardeado de la Guerra de 1936.

Pero, según observó el reportero George Steer, Franco ordenó mentir y a partir del 21 de mayo la propaganda franquista comenzó a culpar a los "rojos" de haber quemado Mungia: "La perversa conciencia del otro bando seguía dando cuenta de Gernika: querían mostrar una cuarta ciudad quemada por los rojos vascos en retirada. A mí y al resto de los reporteros nos divertía escuchar esta propaganda pueril mientras contábamos los proyectiles incendiarios que caían frente a nosotros. Todos los días, la red inalámbrica insurgente anunciaba: 'Los incendios han aumentado en Mungia, y se teme que los rojos estén quemando toda la villa antes de abandonarla". Steer nunca imaginaría que en 2022 hay quien suscribe que fueron los milicianos republicanos en retirada quienes "a base de dinamita redujeron a escombros el campanario" de San Pedro. Tal vez destruyeran el campanario... pero el día 5 de mayo la iglesia parroquial ya presentaba un boquete abierto en el tejado por una bomba incendiaria lanzada desde uno de los doce bombarderos Savoia-Marchetti SM.81 del Grupo Z7. A resultas del ataque aéreo con bombas incendiarias del día 14 de mayo los mismos bombarderos destruyeron la ermita de San Miguel que "quedó materialmente destrozada, produciéndose incendios". Fueron los bombardeos los que destruyeron templos y viviendas en Mungia y, fundamentalmente, fueron los ataques aéreos los que causaron una terrible pérdida de vidas humanas, casi todas civiles. Pero a la sombra de la orden de mentir de Franco, el recuerdo de estas vidas pesa menos que la torre de San Pedro.

Franco ordenó mentir y a partir del 21 de mayo la propaganda franquista comenzó a culpar "a los rojos" de quemar Mungia