La pasión por la historia, el misterio y la literatura más pura se entremezclan entre las páginas del nuevo libro de Sergio Vila-Sanjuán, en el que un periodista al borde de la jubilación se encuentra con el caso de su vida. ¿Será capaz de resolver este Misterio en el Barrio Gótico que ha hecho a su autor merecedor del prestigioso premio Fernando Lara?
¿Por qué ha escogido a Carlos I o Fernando como los personajes históricos que aparecen en la trama?
Yo quería hacer una novela ambientada en el Barrio Gótico que mezclara unas tramas de misterio e investigación del presente con capítulos un poco oscuros del pasado. Entonces, investigué un poco lo que había sido el pasado más lejano del Barrio Gótico de esta zona medieval de la ciudad y encontré una serie de episodios oscuros. He aprovechado cinco o seis. Tenía mucha más información, pero estos eran los que me parecían más interesantes. Por ejemplo, este intento de asesinato a Fernando el Católico en Barcelona es muy importante, porque si hubiera prosperado, la Unión de Reinos Hispánicos no se habría llevado a cabo. Entonces, esto es muy trascendental. A Fernando un campesino indignado le acuchilla, y él se salva. Entonces, yo quería combinar este tipo de episodios y hacer que entraran en la trama de Misterio en el Barrio Gótico.
Todo esto aderezado con los hechos que se van dando en la era actual, protagonizados en su mayoría por su protagonista, Víctor. ¿Cómo ha sido para usted sentir su compañía, como Víctor siente la de Tomás, un personaje que ha hecho que esté pero a la vez no?
Víctor Balmoral había aparecido ya en una novela anterior mía, El informe Casabona. Es un periodista ya veterano, que trabaja en un diario y que al mismo tiempo tiene una especie de despacho de investigaciones en el que hace desde memorias de gente importante de la ciudad hasta seguir la pista de gente que ha desaparecido. En esta novela está siguiendo la pista de una madre hippie de los años 80-90 que desapareció sin dejar huella pero dejando a una hija que quiere encontrarla. Con esta trama cuento un poco el destino de gente de mi generación que en los años 80 perdió un poco el rumbo y salió del mapa. Fueron unos años muy estimulantes y divertidos, pero también tienen una cara B. Fue una época de excesos. Entonces, al personaje lo coloco por ahí y por otro lado él se interna en el Barrio Gótico, empieza a recibir unos mensajes inquietantes de cosas que están pasando y van a ocurrir, y eso es lo que le lleva a seguir estas calles, este barrio de la ciudad, que es mágico y bonito, único en Europa. Lo único es que él tiene, efectivamente, un amigo fantasma que desapareció pero que de alguna forma había sido su Pepito Grillo, la persona que le llevaba la contraria, que le hacía matizar sus argumentos... Yo lo incorporo aquí, y aunque no es una novela fantástica, aparece este fantasma. Es un poco un homenaje a este hueco que dejan los amigos cuando desaparecen, que es un hueco que no se puede llenar. Cuando tú has tenido un amigo y este se ha ido, ha fallecido, ves que no tiene sustitución.
Ese Barrio Gótico, sus personajes de la novela lo dicen, tiene muchos rostros. ¿Cuántos ha podido ver usted a lo largo de su vida?
Yo he visto varios, y esta es una de las razones que me han llevado allí. Yo cuando era pequeño, en los 60, mi padre me llevaba bastante porque era historiador. Entonces, mi padre tenía en el Barrio Gótico un par de libreros de confianza, a los que compraba libros antiguos para sus investigaciones, y yo lo acompañaba porque desde pequeñito me gustaba moverme entre libros. Entonces, mi padre me llevaba por allí y me explicaba historias del barrio, historias que habían pasado en determinados lugares, historias que eran de crónica negra... Muchos años más tarde me hicieron académico de la Real Academia de Buenas Letras de Barcelona, que está en el palacio de Requesens del Barrio Gótico. Ya como académico volví a pasear mucho y el barrio había cambiado, porque entre medias se había producido la turistificación de Barcelona, la entrada del turismo masivo... Pero empecé a investigar un poco y empecé a entender cómo se había construido el Barrio Gótico, porque el Barrio Gótico no es así por casualidad. Es un barrio que tiene un corazón gótico -la catedral, el antiguo palacio de los reyes de Aragón...-, pero entre medio tenía muchos edificios diferentes, y los que se decidió conservar los restauraron para que parecieran aún más góticos, como la catedral.
Barcelona no es el único lugar que menciona en esta novela. También hay guiños a Euskal Herria. Hace referencias a Unamuno, habla de las apariciones de Ezkioga...
El tema de Ezkioga es fascinante. Es lo que me dio la clave para dar una visión diferente sobre la desaparición del obispo Irurita, que era navarro. Durante la Guerra Civil desaparece, y aún hoy no está muy claro si lo fusilaron o qué pasó con él, porque él desaparece en el 36, pero hay gente respetable que se lo encuentra en el 39 cuando las tropas de Franco han entrado en la ciudad. Son dos testimonios antitéticos. Yo, mientras estaba trabajando este tema, descubrí que este obispo era muy aficionado a los temas de videncia, espiritismo incluso... y había participado muy positivamente en las famosas apariciones de Ezkioga, que en su momento fueron muy debatidas, porque eran como el Fátima o el Lourdes. Me dio la clave de cómo se podría explicar esta gran contradicción sobre el destino del obispo.