Mari Llucia Gil (67 años, Arcos de la Frontera, Cádiz) apuntó a su hija a un curso de natación adaptada junto a otros niños en el polideportivo Artaleku de Irun. Cuando llegó el verano, cuenta Mari, vio cómo se “discriminaba” a este grupo de menores con algún tipo de discapacidad: además de reducirse el número de clases por semana, el precio se disparó “una barbaridad”. La aventura acuática de aquellos niños se había acabado prematuramente. ¿El motivo? No había suficientes monitores de apoyo para integrar y atender a todos los participantes. Esta mujer, actualmente jubilada tras más de cuatro décadas como auxiliar de enfermería, no se quedó cruzada de brazos ante lo que consideraba “una injusticia”. Pidió una cita con el técnico responsable del ayuntamiento, pero las cosas no salieron como esperaba. “Me quedé tan decepcionada que, junto con otros padres, decidimos unirnos y montar la asociación”, recuerda. De ahí nació Aurreratu elkartea, de la que Mari es la presidenta desde su inicio, hace 21 años, siempre de manera voluntaria. La entidad trabaja en defensa de los derechos de las personas con necesidades especiales en la bahía del Txingudi (Irun, Hondarribia y Hendaia).
¿Cuál es actualmente el principal campo de batalla de la asociación?
-La inclusión. La accesibilidad universal. Que todas las personas, independientemente de que tengan algún tipo de discapacidad o no, puedan gozar de las mismas oportunidades. Pero para que eso suceda se necesitan apoyos. Sin dinero ni medios es imposible que avancemos.
La lucha de siempre.
-Estamos en las mismas, porque hemos avanzado muy poquito. Todo te lo tienes que pelear con uñas y dientes. No se puede dar nada por hecho. Realmente, estamos hablando de que se cumpla con un derecho y estamos abocados a dar pequeños pasos y conseguir algunas victorias. Vamos pelea tras pelea.
¿En algún momento le han flaqueado las fuerzas y dudó si seguir o no como presidenta?
-Hubo un momento en el que pensaba que había que hacerlo de otra manera, pero luego me levanté y dije: “Hay que seguir”. Detrás tengo tres o cuatro personas que me apoyan y trabajan mucho, pero quieren mantenerse en un segundo plano. A la gente le cuesta dar la cara y me ha tocado a mí ser la cabeza visible.
Algunos brotes verdes
La escasez de actividades de ocio adaptadas a niños y jóvenes está lejos de integrar a todas las personas. Pero se van dando algunos pasos en la dirección correcta. El centro cultural Amaia de Irun, a través del área de cultura del ayuntamiento, acoge en Navidad un festival de cortos animados con las sesiones a media luz, el volumen más bajo de lo habitual y una zona aparte en la que poder levantarse. El plan es que se organice una sesión de cine adaptado al trimestre. En verano, según recuerda Mari Llucia, Hondarribia ofrece los udalekus multideportes inclusivos HS2. Desde hace algunos años, también existe el equipo de balonmano inclusivo de Irun, Txingudi Echemar, que se suma a otros clubs adaptados en Euskadi como Ereintza Izarrak, Zarautz ZKE y el Club Balonmano Barakaldo.
Todo esto lo hace por su hija.
-Una gran parte es por ella, pero también por todas aquellas personas que tienen hijos con alguna discapacidad y que así también puedan disfrutar de las cosas que vayamos consiguiendo.
¿Qué grado de dependencia tiene su hija?
-Un grado 3 (la clasificación más alta) con un 86% de discapacidad. Aunque tiene muchas limitaciones, hace un montón de actividades. No nadará como un nadador profesional por sus dificultades en el aprendizaje, el equilibrio y la movilidad, pero lo da todo y llega al 100% de sus posibilidades. Es importante creer en las capacidades de las personas. Muchas veces hemos oído lo de que “mi hijo no va a ser capaz” y no es verdad. Con más o menos limitaciones, podrá hacerlo a su manera.
Han propuesto una batería de medidas al ayuntamiento de Irun para que la ciudad se convierta en un “referente de inclusión y accesibilidad universal”. ¿Cuál sería la medida estrella?
-Se debería empezar por cosas sencillas, de bajo coste. Por ejemplo, crear una página web accesible y habilitar en el SAC (Servicio de Atención Ciudadana) una ventanilla informativa con pictogramas y una persona capacitada para comunicarse en lengua de signos. Es fundamental que exista alguien que pueda explicar a todas las personas cuáles son sus derechos y a qué ayudas económicas pueden acceder. Todo el mundo se beneficiaría de ello. Muchas veces nos enteramos de las subvenciones y ayudas únicamente a través del boca a boca.
¿Que predisposición ha mostrado el gobierno municipal? El documento es de finales del año pasado...
-Nos han dicho que les parece muy bien, pero siempre estamos dando un salto hacia delante y otro hacia atrás. El coste de algunas medidas, como señalizar con pictogramas los pasos de cebra, es ridículo y supersencillo de implantar. No entiendo por qué todavía no se ha hecho.
¿Las puertas del ocio están cerradas para los niños con discapacidad física o intelectual?
-Están medio cerradas. No se suele tener en cuenta al personal de apoyo que se necesita para poder atender el ocio de todas las personas. El último caso de esto ha sido el nuevo Gazteleku en (el barrio de) Artia, donde no puede ir ninguna persona que necesite una atención más personalizada. Lo único que pedimos es que, si se hace algo nuevo, tengan en cuenta los diferentes apoyos que hacen falta. Pero está muy complicado. Es que ni siquiera se lo plantean.
¿Y eso por qué?
-El mayor problema suele ser que los servicios públicos se subcontratan a empresas privadas que no tienen en cuenta el coste que supone atender las actividades adaptadas. En estos momentos, en los polideportivos de Irun han ampliado la oferta de dos nuevas actividades, pero pretenden eliminar algunas plazas de natación adaptada. Lo que proponemos es que el propio ayuntamiento tenga una bolsa de trabajo con personal de apoyo para todas las actividades municipales, se realicen o no en sus instalaciones. Hacen falta más recursos.
¿Cuáles son las principales barreras en las actividades lúdicas y deportivas?
-Las mentales. Los miedos. El miedo a lo desconocido y a no querer mezclarse los unos con los otros, porque algunos creen que de esa manera se romperá el rendimiento del grupo.
Le he escuchado decir que la inclusión tiene que partir de la sociedad y no al revés.
-En los municipios son los ayuntamientos y las entidades públicas los que tienen que tener en cuenta la inclusión a la hora de plantear actividades. Legalmente, cualquier persona con o sin discapacidad tiene el derecho a poder participar, pero sin los apoyos necesarios eso no es posible. Las instituciones están incumpliendo sistemáticamente el derecho de una parte de la ciudadanía.
¿La gente es ahora más consciente de la necesidad de contar con entornos más inclusivos?
-Sí. De hecho, tenemos una comparsa inclusiva que sale todos los años en el desfile de los carnavales de Irun y en la que la mayor parte de las personas no tienen ningún tipo de diversidad funcional.
Cada vez hay más voluntarios a golpe de clic en los sillones de sus casas. ¿Falta una mayor implicación sobre el terreno?
-Al principio, la implicación de los jóvenes era mayor y teníamos una red de voluntarios más grande. Ahora hay menos tiempo para todo y el voluntariado no es algo que esté precisamente de moda. Los voluntarios se componen de personas jubiladas como yo.