Carlos Jesús, el autoproclamado vidente y mesías venido de las estrellas, ha fallecido a los 80 años en Dos Hermanas (Sevilla). El personaje, inmortalizado por sus apariciones en programas como Al ataque y Crónicas marcianas, se convirtió en una aclamada figura de la televisión por sus relatos sobre viajes intergalácticos, su supuesto contacto con extraterrestres y su misión divina en la Tierra.

La noticia de su muerte ha sido confirmada en el programa Y ahora Sonsoles de Antena 3, por Jesús Chavero, amigo del fallecido, que no ha dado detalles sobre las causas de su muerte. Con su partida, se apaga una de las voces más extravagantes, y recordadas con humor, de la televisión de los 90.

Un profeta entre las estrellas

Carlos Caballero Rey, nombre real de Carlos Jesús, alcanzó notoriedad por asegurar que era la reencarnación de Jesucristo y que había muerto dos veces por descargas eléctricas antes de ser resucitado por el mismísimo Hijo de Dios.

Entre sus frases más recordadas figura su famoso “Yo vengo de Raticulín, una afirmación que se convirtió en fenómeno pop en la televisión de la época. Decía haber estado en Ganímedes, en la constelación de Orión, y predecía la llegada inminente de 100.000 naves espaciales. Todo ello lo contaba con una mezcla de voz profética y personajes paralelos: Crístofer, encargado del mantenimiento de las naves, y Micael, un ente robótico que transmitía la palabra divina.

Del plató al retiro místico

Tras su paso por los platós de televisión, Carlos Jesús abandonó el foco mediático para dedicarse a una consulta como curandero en Dos Hermanas, Sevilla, donde seguía recibiendo a personas que buscaban su guía espiritual. Nunca dejó de afirmar su conexión con lo divino y lo alienígena.

Aunque fue objeto de parodias y bromas, su figura también generó fascinación. Supo combinar el carisma, lo excéntrico y lo espiritual para dejar una huella indeleble en la cultura popular española.

Un personaje irrepetible

Carlos Jesús fue mucho más que un vidente excéntrico: fue el reflejo de una televisión que hoy parece lejana, donde lo absurdo y lo extraordinario se mezclaban en horario de máxima audiencia. Su muerte cierra el capítulo de una época en la que los personajes más insólitos podían convertirse en estrellas. Hoy, quizás, su espíritu ya viaje de vuelta a Raticulín.