Cuando Kylian Mbappé fue anunciado como nuevo jugador del Real Madrid se acababa de producir uno de los grandes fichajes de la historia del fútbol. En el horizonte asomaba la expectación del comienzo de una época de dominación. El club que acababa de ser campeón de liga y Champions League se reforzaba además con posiblemente el jugador más anhelado del planeta –con la quizás única salvedad de Erling Haaland–, llamado a marcar diferencias desde el primer día. Sin embargo, el delantero francés, lejos de adoptar la responsabilidad presupuesta, ha despertado dudas hasta la fecha, inmerso en un periodo de adaptación poco sospechado. La realidad, de momento, es que ni el Madrid está brillando más con Mbappé ni el futbolista de Bondy de 25 años rinde más de blanco. No existe esa esperada retroalimentación. Ello siempre teniendo en cuenta sus nada desdeñables números: 10 goles y dos asistencias en 19 partidos.
La sensación es que Mbappé ha recalado en el Madrid adoptando un perfil bajo, sin la personalidad y el impacto deportivo de una gran estrella. Sin rebeldía ante los contratiempos. Parece una pieza más en lugar de un almirante al frente de la nave. Se le reprocha, incluso, cierto grado de apatía. La voluntad por tratar de marcar, sin embargo, se proyecta en el hecho de que es el jugador que ha protagonizado más disparos de LaLiga, un total de 42 (3,2 por partido) para marcar 8 goles. Robert Lewandowski, segundo en el ranking, ha rematado en 40 ocasiones (2,7) para anotar 15 tantos y alzarse a la cúspide de la tabla de goleadores.
El desacierto de cara a portería puede argumentarse con diversos motivos, muchos de ellos relacionados con cuestiones personales. Se trata de un jugador que dadas sus reiteradas negativas al Madrid –el club lanzó su primera oferta por el delantero en 2017– generó cierto descontento y sensación de rechazo en la parroquia blanca, provocando que en la actualidad deba ganarse el perdón de un sector de la grada impaciente, lo que ha incrementado el nivel de exigencia y desestimado cualquier periodo de adaptación.
Además, Mbappé tiene abiertos asuntos judiciales con el Paris Saint-Germain –reclama el pago de 55 millones de euros en concepto de deuda por primas y salarios que el club se niega a abonar– y también, según publicaron medios de comunicación suecos, existe una investigación como “sospechoso razonable” –así lo catalogó la televisión pública sueca SVT– de una violación en el país nórdico situada en el pasado octubre, mientras disfrutaba de dos lías libres para viajar a Estocolmo tras no ser convocado por la selección francesa.
Otro frente abierto para Mbappé es la incomparecencia con Francia. El seleccionador Didier Deschamps descartó al jugador en las dos últimas convocatorias del combinado galo, despertando así interrogantes, y es que en la primera de ellas podía razonarse desde el punto de vista del estado físico, pues el galo venía de una lesión aunque sí jugó para el Madrid, pero la segunda se debe a una cuestión técnica. “He tenido varias conversaciones con él. Lo he pensado y he tomado esta decisión en esta concentración. Creo que es mejor así. No voy a discutir. Puedo decir dos cosas: Kylian quería venir, y no son los problemas extradeportivos los que entran en juego mientras exista la presunción de inocencia; es una elección puntual”, explicó Deschamps.
A nivel futbolístico, el rendimiento de Mbappé también puede justificarse por su ubicación sobre el césped. El delantero encontró otrora la plenitud partiendo desde el costado izquierdo, parcela en propiedad de Vinicius, que actualmente es el máximo artillero del equipo (12 goles) y el mayor asistente (8 pases de gol) tras jugar 18 partidos. Precisamente el brasileño y Haaland son, según Transfermarkt, los dos únicos jugadores con valores de mercado superiores a Mbappé: 200 millones, por los 180 del francés. Mbappé viene ejerciendo de nueve por la decisión de Carlo Ancelotti de no tocar lo que ya funcionaba, como es el caso de Vinicius, lo que limita los espacios a explotar con su velocidad y desborde, virtudes que le caracterizan y que anteriormente le hicieron gozar de mayor incidencia y determinación en el juego.
Salvando las diferencias entre el PSG y el Real Madrid, y también entre la liga francesa y la española, lo cierto es que los números de Mbappé en Francia eran muy superiores. En 308 partidos con la camiseta del club parisino participó en la consecución de 364 goles (256 anotados y 108 asistencias). Sus últimas tres campañas ofrecieron los siguientes registros: en la 2021-22, 65 participaciones entre goles y asistencias; en la 2022-23, 51 goles; en la 2023-24, 54 goles. Hasta la fecha, con la elástica del Madrid son 12, cuando se ha cumplido un tercio de la temporada. Cifra que podría ser mayor en caso de haber acertado en el lanzamiento de todos los penaltis de los que ha dispuesto el equipo, faena en la que Ancelotti ha decidido alternar entre Vini y Kylian. Aunque ante el Getafe no compareció el brasileño y Mbappé cedió un penalti a Bellingham, un gesto que algunos han interpretado como un acto de cobardía teniendo en cuenta que venía de fallar contra el Liverpool desde los once metros.
Las cifras con la selección francesa también son superiores: 85 partidos y 83 goles generados a través de sus propios tantos (48) o asistencias (35). Echando la vista atrás, en el Mónaco disputó 60 encuentros y tuvo incidencia directa en 43 goles (27 propios y 16 pases de gol). En este caso, tuvo impacto en el marcador en el 71% de los duelos que disputó, cifra que en el Madrid desciende al 63%, la más baja de su trayectoria profesional. Este evidente descenso de sus registros, su compañero Courtois lo justifica así: “Hay mucho ruido por fuera, él quiere marcar y a veces cuando lo quieres demasiado no sale”. Ansias cegadoras. La búsqueda de la plenitud de Mbappé sigue en proceso.