Daniel Lasure (Zaragoza, 27 de febrero de 1994) es buen conversador. Quizá porque la vida le ha dado muchos palos, no solo a nivel deportivo, porque ha jugado más o menos en el Zaragoza, el equipo de su cuna, en el Leganés, Tenerife o Eibar, en los que también ha militado antes de recalar este último verano en el Amorebieta, con el que ya ha debutado tras recuperarse de una fractura en el dedo de un pie. Sino también porque en marzo de 2021 le extirparon un tumor testicular, sufrió duras sesiones de quimioterapia hasta que 15 meses después volvió a jugar. El lateral izquierdo, en este sentido, habla del presente y repasa lo que supuso el cáncer que ya ha superado.
El domingo estrenó en Lezama su primera titularidad en el Amorebieta. ¿Qué sensaciones tuvo?
—Muy buenas. Un campo con un césped espectacular, unas condiciones preciosas y, dentro de que fue un partido complicado, me sentí muy a gusto después de tanto tiempo sin tener una participación de tantos minutos.
La temporada pasada fue dura para usted, solo jugó tres partidos, uno en Zaragoza y dos en el Eibar. ¿Por qué tan poco protagonismo?
—Fue una temporada compleja porque al Zaragoza llegó un nuevo entrenador que no conocía mi situación personal, venía de pasar previamente el periodo del cáncer y no tuve la oportunidad de jugar mucho. Finalmente, decidieron que me quedase y con el cambio de entrenador en navidades decidieron que saliese. Es cuando recalo en Eibar, que tenía una plantilla con jugadores muy buenos. Hubo pocas oportunidades de jugar, sabiendo de donde venía, pero fue también una etapa bonita.
¿El partido del domingo supone volver a empezar de cero?
—Sí, pero... Llevo mucho tiempo entrenando a buen nivel y no tenía la sensación de partir de cero.
En pretemporada una lesión le obligó a parar. ¿Qué tuvo en concreto?
—Una fractura en el dedo meñique del pie izquierdo, en la falange y ya podía intuir que al menos un mes tenía que parar. Me llevé un chasco gordo porque empieza ya la liga y deja un poquito con malas sensaciones.
¿Cómo surgió la acción de recalar en el Amorebieta?
—El Amorebieta tenía interés y en ningún caso lo dudé. La verdad es que me atraía mucho. El año pasado estaba en Eibar, conocía la zona, me sentí muy bien tratado, y cuando vi que existía la posibilidad de venir, no tuve ninguna duda porque era dar continuidad a lo que venía viviendo el año pasado y la verdad es que tenía ganas de estar en un sitio como este.
Al margen de la zona, que es preciosa, de que se come bien, se vive bien. ¿Qué le sedujo del proyecto deportivo, porque al final se trata de un equipo recién ascendido?
—(Risas) Me sedujo que sabía que era un equipo competitivo independientemente de donde venía. Me hablaban muy bien del club porque compañeros que habían estado aquí, como Gaizka Larrazabal o Javi Ros, solo me dijeron cosas positivas.
¿Se ha encontrado lo que esperaba?
—Sí. Las vibraciones que tenía un poco se han corroborado. Un grupo con mucha calidad humana, un grupo muy hecho, gente que se conoce desde hace tiempo y eso ayuda también a la hora de jugar, a que haya buena sintonía y a nivel de club muy buenas sensaciones en lo persona.
¿Se siente más liberado jugar en un club que no tiene mucha presión?
—La presión externa es muy distinta, no tiene nada que ver con la del Zaragoza, vas a La Romareda y tienes ahí 30.000 personas todos los partidos. Pero en mi caso no cambia mucho, porque esa presión la sigo sintiendo porque me la introduzco yo.
Tras estas ocho primeras jornadas, ¿qué primer balance hace del camino recorrido por el Amorebieta?
—A nivel grupal, una valoración muy positiva. Hemos sacado ya un número considerable de puntos, aunque nos gustaría llevar más. Es un buen comienzo y las sensaciones que se respira en el club son buenas porque precisamente la gente que estuvo hace dos años sabe lo difícil que es esta categoría, competir y sacar puntos.
¿Han tomado más nota de lo que les sucedió en Albacete y en Cornellà?
—Se ha hablado, porque obviamente tenemos cosas que mejorar, por supuesto, y una de ellas en ese tipo de situaciones, competir de otra manera. Estamos en un proceso de mejora, son cosas que pueden pasar, pero conscientes de que el resultado hay que intentar mantenerlo.
¿Qué puede aportar Dani Lasure?
—Experiencia en la categoría, a nivel del grupo y también a nivel humano. Creo que soy una buena persona y eso, aunque parezca que no, es importante. Y luego, mi trayectoria, puedo aportar muchísimas cosas al grupo.
Para el que no le conozca, ¿qué tipo de jugador es?
—Soy un jugador al que le gusta ser bastante equilibrado, estar muy concentrado en todo momento para cumplir con las responsabilidades defensivas, y también intentar aportar al ataque cuando los partidos pueden complicarse. Un jugador que tiene buen juego interior, que se mete por dentro, de habilidad con el balón.
¿Es de sangre caliente?
—No, al revés.
¿Y le da muchas vueltas a los partidos cuando pierde o cuando falla?
—Soy de analizar mucho todo. A veces igual no es lo más idóneo para el futbolista, es mejor aceptar cómo eres. Acepto cómo soy y trato de sacarle ventaja a mis virtudes.
Este jueves afrontan en Ferrol un partido de su liga ante el Racing, otro recién ha ascendido. ¿Hay más que tres puntos en juego?
—No. Son tres puntos igual de válidos que los tres puntos que jugamos contra el Cartagena o contra el Espanyol. Se trata de sacar los máximos puntos posibles y al final de temporada habrá dado igual si esos tres puntos los ganamos contra fulanito o menganito.
¿Y el domingo llega el Eibar, su exequipo, a Lezama. ¿Le pone el derbí?
—Desde luego que me motiva. Hace pocos meses estaba con todos esos compañeros y realmente es un partido distinto, no es un partido cualquiera. Las diferencias a nivel emocional te marcan y sí es un partido especial.
Imagino que no se lo querrá perder. ¿Tiene que demostrar algo?
—Lo importante es saber uno mismo quién es, no creo que tenga que demostrar nada a nadie, ni a mí mismo, inclusive. No es cuestión de demostrar nada a nadie. En los últimos tiempos los jugadores se alteran demasiado cuando no juegan, tienen poca paciencia, creo que no saben esperar. A mí, por desgracia, me ha tocado asumir suplencias y jamás he pedido explicaciones. Eso sí, fue un año duro, porque se volvió a frustrar el ascenso a Primera División.
¿Cómo se encara la vida después de superar un cáncer?
—Muy diferente. He dicho que el no ascenso del Eibar fue algo duro, pero le estoy mintiendo. Es una, entiéndase, tontería entre comillas. Estamos hablando de la salud, el resto todo queda en un segundo plano.
¿Cómo recuerda aquellos momentos? ¿Cómo se lo diagnosticaron?
—Me acuerdo de todo, momentos tan duros a nivel emocional que el callo que se hace es mayor. Sabía perfectamente por lo que estaba pasando, lo asumí desde el primer momento y lo intenté utilizar para madurar y creo que realmente lo conseguí.
¿Cómo se comunica esa noticia? ¿Cómo la recibió?
—Estaba en Leganés con mi pareja y lo viví de primera mano con ella, porque en el hospital nos dijeron que posiblemente lo que tenía era un tumor. Inmediatamente regresé a Zaragoza y avisé a mi familia, a mis padres, a mis hermanos y les comuniqué lo que probablemente tenía.
¿Se llora mucho?
—Se llora por dentro. Cada persona lo exterioriza de una manera (silencio)… Un día lloré en casa con mi familia porque sabía lo que me venía y lo que podía venirme. Soy una persona que no exterioriza las cosas, pero tenemos nuestro corazoncito y sabes lo que te puede pasar.
Se sigue emocionando cuando...
—Sí, sí, claro.
¿Pensó en dejar el fútbol?
—Es que no pensaba en el fútbol, pasó a un segundo plano. En ningún momento pensé en cuándo vuelvo o cuándo no vuelvo, porque no sabía si iba a volver. Lo primero que en mi cabeza pensaba era sobrevivir porque no sabía si iba a ser el próximo o no.
¿Es una persona diferente, incluso un futbolista diferente?
—Es complicado decirlo. Soy la misma persona, pero creo que soy un poco mejor. Estos procesos son como cualquier otro tipo de proceso duro que le pueda pasar a una persona. Simplemente te hacen crecer y te hacen ver las cosas de otra manera. Pero no te cambian radicalmente. De hecho, creo que soy más yo que antes, me he reafirmado en como era.
En el Athletic tuvimos el caso de Yeray y el impacto que tuvo por ser quien es. No sé si le llegó también.
—Supe del caso, por supuesto que sí y me sirvió de ejemplo. Es verdad que su caso fue un poquito diferente porque recibió el tratamiento de quimioterapia una vez pasada la extirpación del tumor y pasó un tiempo hasta que le dieron quimioterapia. Lo tenía un poco como referente porque sabía lo que había pasado, sabía que había salido ileso del asunto, que había vuelto a jugar y sí que lo seguí de reojo.
¿Ha llegado a hablar con él?
— No, no llegamos a contactar.
¿Le hubiera gustado?
—Sí, es algo importante el tener referencias, porque cuando estás en ese tipo de situaciones, viene muy bien escuchar a otras personas que han estado en esa misma situación. Sí que busqué referentes, hablé con personas que habían pasado un proceso similar y esas personas tenían ganas de hablarlo, como yo ahora tendría, si conociese a alguien que le pasase de exponerle lo que me pasó a mí.
Están los dos muy cerquita. Igual ahora con la entrevista contactan.
—Ojalá sea así.
¿Se visualiza lo suficiente la lucha contra el cáncer?
—No todo lo que debiera. El problema es que hay tantas causas en la sociedad, problemas de salud, pobreza, enfermedades, feminismo… que dar la visibilidad justa a todas ellas me parece muy complejo. En todo caso es un área en la que se está investigando una auténtica barbaridad.
¿Tienen secuelas?
—Físicas no, emocionales, sí.
¿Pesadillas?
—Pesadillas no, pero es un proceso emocional tan intenso que la huella que deja es demasiado intensa como para no tenerla presente.
¿Se siente empatía por la sociedad, porque hay quien le da como miedo preguntar a una persona conocida que tiene cáncer?
—Es un tema bastante tabú, de hecho hay mucha gente que le da miedo decir la palabra cáncer, que le asusta.
¿A sus 29 años le queda algún sueño como futbolista?
—No, quizá cuando era más joven tenía muchos sueños, muchos ideales, y eso me ha pasado factura porque no disfrutaba el día a día. Me he dado cuenta de que no me ha llevado a nada. Entonces, mi sueño es disfrutar mañana del entrenamiento que es una auténtica maravilla, disfrutar de esto que tenemos aquí en Urritxe, donde se escuchan los pájaros, que es un privilegio en el día a día.