Ander Gonzalo (Arrigorriaga, 15 de marzo de 1996) emerge como una de las revelaciones del grupo IV de Tercera RFEF, ya que en su primer curso en la categoría asoma como el pichichi gracias a sus 13 goles, ejecutados en el Padura, un club modesto que por primera vez en su historia milita en Tercera. El delantero, que jugó un año en Malta, es consciente de que su pegada no pasa desapercibida, por lo que este estudiante de Ingeniería Electrónica y Automática, que cursa en la Facultad de la UPV en Bilbao a escasos metros del estadio de San Mamés, aspira a subir escalones en su trayectoria futbolística.

El sábado lograron una victoria trascendental en Santo Cristo frente al colista. ¿Se sienten liberados?

—Es verdad que pegas un salto en la clasificación que era necesario, sobre todo por el calendario que nos queda por delante, pero liberados diría que no. Estamos a 4 puntos del descenso, quedan 21 en juego y para nada nos va a llevar a la relajación, hasta que no tengamos los números matemáticos, no hay opción de relajarse.

Habla de esos números, pero dependen de sí mismos para la permanencia . ¿Les quita o les da más presión?

—Creo que nos quita. Depender de ti mismo siempre es mejor que tener que acabar un partido y mirar qué han hecho los rivales. Lo tenemos claro, de los siete partidos que restan, tenemos tres en casa, que es donde somos más fuertes. Haciendo números, serán necesarios más o menos unos 32 puntos aproximadamente.

Porque la liga esta temporada es muy corta, solo treinta jornadas.

—A mí personalmente se me ha pasado en un abrir y cerrar de ojos, no te das cuenta de que estás ya en la jornada 23. Es el primer año que estoy en Tercera y se me hace raro que el 23 de abril hayas terminado. Se va a hacer larguísimo hasta verano.

¿Cuándo y dónde se puede decidir la permanencia del Padura?

—Sobre todo en los partidos ante el Deusto y Urduliz en Santo Cristo, que nos pueden marcar mucho. Lo hemos comentado en el vestuario, que nos gustaría llegar con los deberes hechos al parón de Semana Santa, con la permanencia al 100% o 95%, y llegar cómodos a los dos partidos tras Semana Santa, con Basconia y Vitoria, que seguro estarán en el play-off. Eso sí, muchas opciones pasan por lo que ocurra el sábado en Errenteria, ante el Touring, un rival directo.

Hace mención a que es su primera temporada en Tercera, como también es la del Padura. ¿Cómo están gestionando esta experiencia?

—Al principio nos costó y en los dos primeros partidos nos dimos sendos batacazos buenos. Nos dijimos que teníamos que espabilar y, desde el empate en La Florida, encadenamos la mejor racha de la temporada, ocho partidos, si no recuerdo mal, sin perder, hasta que vino el Barakaldo a Santo Cristo. Era importante adaptarse a la categoría, al final compites contra gente que está a otro nivel.

Su caso es atípico, es el pichichi de la categoría con 13 goles en un club modesto, porque no juega en un Barakaldo, Leioa o Portu. ¿Es el primer sorprendido de sus números?

—Si le digo la verdad, sí. Comparando con el año pasado en División de Honor, la gente me preguntaba que en este año en Tercera cuántos goles te propones como meta. Ni en los mejores sueños entraba estar ahora mismo, en la jornada 23, con 13 goles, ser el pichichi.

Que le ponen en el escaparate. ¿No le han sondeado otros clubes?

—Sé que con estos números estás en el escaparate, pero a día de hoy solo estoy centrado en el Padura, en conseguir la permanencia. Vas a otros campos, la gente te conoce, te pregunta… Notas que pasas a ser conocido.

¿Se ha tenido que reinventar con el salto a Tercera?

—No, porque nuestro juego se parece mucho al del año pasado. Soy un delantero de esos a los que le gusta las disputas aéreas, chocar, guardar el balón, jugar de cara. Te das cuenta de que hay jugadores que son diferenciales, que te pueden ganar partidos.

¿Y usted no es diferencial en el Padura? Con sus goles ganan puntos.

—A día de hoy diría que puede ser así, de aquí en adelante ya se verá. No voy a negar que me encuentro muy cómodo ahora, estoy haciendo una temporada muy buena y me gustaría continuar, ascender de categoría, ver hasta dónde puedo llegar futbolísticamente. Tengo 26 años todavía y creo que puedo ir más arriba.

¿Es un delantero de carácter o de cabeza fría?

—En el vestuario me suelen decir que tengo demasiado carácter. Cuando un partido está feo... A ver, no diría que se me va la cabeza, pero me cuesta más mantener la calma. Para ser delantero tengo seis o siete tarjetas amarillas, tres o cuatro son por hablar, otra por desplazar el balón. En momentos soy bastante caliente.

Ya estuvo una temporada jugando en Malta. Cuente.

—Fue tras el verano de 2019 por medio de un agente, probé en varios equipos y me decanté por el Xaghram, en la isla de Gozo. Jugaba en la First Division de esa isla, pero el nivel es como una Tercera de aquí o incluso menor. Metí ocho goles y tuve la mala fortuna de sufrir una lesión de clavícula que me hizo parar dos meses y pico. A nivel personal fue una experiencia productiva, pero futbolísticamente me decepcionó, pensaba que iba aprender más. Llegó después la pandemia. El club no podía seguir pagándonos y la secretaria me dijo que tenía que dejar la casa. Me sentí abandonado. El jugador serbio que había en el equipo tenía su propia casa, me acogió y viví un tiempo con él. No tenía opción de volver a casa y el 2 de mayo, el primer día de la fase cero, llegué repatriado por el Gobierno maltés, que fletó un vuelo a Madrid.

Está en su último año del Grado de Ingeniería Industrial y Automática. ¿El fútbol no pasa a ser secundario?

—Siempre voy a estar dispuesto a encontrar un trabajo de ingeniero, pero la vida futbolística no dura tanto. Valoraría muchas cosas, pero sin cerrar la puerta al fútbol, a no ser que salga algo profesionalmente escandaloso que no podrías rechazar.