“Askartza es mi casa y el Deusto el que me ha dado la oportunidad de estar en Tercera RFEF”. Atsushi Okazaki, de 37 años de edad, quiere poner el acento en estos dos matices. De hecho, fue futbolista en el primero de los clubes mencionados, “jugaba de central”, y es el segundo entrenador del equipo tomatero. Atsu, como es conocido en su entorno en Bilbao y en el fútbol vizcaino, ejerce de guía de sus compatriotas que han llegado a Bizkaia para entrenar, en unos casos, y jugar, en otros, en diferentes clubes.
Vino a Bilbao hace 12 años y aquí continúa.
(Risas) Salí de Japón porque quería formarme como entrenador. Te gusta tanto entrenar que lo quería hacer donde hubiera una buena cultura futbolística mucho más fuerte que en Japón. En mi primer año viví en Pamplona, haciendo prácticas en Osasuna y luego en el Oberena, donde entrené a un cadete. Gracias a unos amigos, aterricé en Askartza y allí empecé. Había un chico japonés, que estaba en el Santurtzi y en Askartza, y empecé a trabajar gracias a él.
¿Le costó adaptarse?
Lo que más me costó de inicio fue comunicarme con los chavales para conocer la cultura de aquí, porque si no, no acabas conectando con ellos.
¿Cómo es el futbolista japonés?
Tiene un buen trato de balón y, sobre todo, máxima capacidad de sacrificio. Físicamente es pequeño, pero ágil de movimientos, es rápido, pero tácticamente le cuesta mucho. Le falta todavía interpretar conceptos.
Así lo definió también Miguel Ángel Lotina, que ha entrenado a varios equipos en Japón. ¿Ha hablado con él?
Yo trabajé con (José Luis) Mendilibar como traductor de (Takashi) Inui –cuando ambos coincidieron en el Eibar– y a Lotina le conozco solo de su amistad con Mendi.
A Inui, por cierto, le costó adaptarse al Eibar y a esta forma de vida.
“Gracias a unos amigos aterricé en Askartza. Había un japonés, que estaba en el Santurtzi y en Askartza, y empecé a trabajar por él”
Sí. Se puede entender porque él es muy profesional. Cuando está con sus compañeros es más abierto, pero no tenía vida social más allá de su equipo. La forma de vivir de aquí, de comunicarse con la gente, de tratar con las personas... es muy diferente a lo que es la cultura japonesa.
¿Se ven quizá como algo exótico en este fútbol?
No, creo que somos uno más en un equipo, con nuestras diferencias, claro.
Es el segundo entrenador del Deusto. ¿Piensa en llegar a ser primer entrenador?
No sé si llegará ese momento, porque el que manda es el fútbol. Yo estoy muy contento con mi función en el Deusto.
¿Qué le aporta usted a Aritz Escandón, el primer entrenador?
Hacer grupo, motivar al vestuario… Intento aportar mi metodología, análisis, estar con él, poner serenidad.
También entrena a equipos de las categorías inferiores de Askartza.
Entrenar a niños es muy difícil, la clave es la cultura.