CORRÍA 1996 y también malos tiempos para el Southampton, el equipo que dio los colores rojo y blanco al Athletic Club de Bilbao allá por 1909. Además de una catastrófica situación deportiva, Los Santos atravesaban una plaga de lesiones que afectó incluso al plantel filial. El futuro del histórico club inglés se veía comprometido. Pero de pronto sonó el teléfono. Era la llamada de la esperanza. Al otro lado de la línea, George Weah, que desde 1995 y hasta hoy figura como el único africano premiado con el Balón de Oro.

El que fuera jugador del Milan y actualmente ejerce de presidente de su Liberia natal ofrecía una salvación personificada en la figura de su primo, el internacional senegalés Ali Dia. Por aquel entonces los vídeos no abundaban como hoy lo hacen por Internet. De modo que el boca a boca era el método más extendido para la captación de futbolistas. El consejo de Weah no era cuestión baladí. La angustiosa situación del técnico del Southampton, Graeme Souness, propició la llegada de Ali, un bálsamo para la entidad. “Ha jugado con George Weah en el Paris Saint-Germain y el año pasado jugó en la Segunda División alemana. Dije que viniera y que entrenara con nosotros, y tomaríamos una decisión. Cuando alguien como Weah te da una recomendación, tomas nota”, justificó Souness.

Así, Dia apenas tuvo tiempo de completar alguna sesión de entrenamiento cuando entró en su primera convocatoria con Los Santos. El vestuario estaba confuso porque no vio nada especial en la nueva incorporación. Si bien, era un grupo cuestionado y carente de argumentos para la crítica. El contexto obligaba a la unidad del grupo. Nadie podía mirar por encima de nadie.

Dia acordó con el club inglés un mes de contrato. Estaba previsto que debutara en un duelo amistoso que fue suspendido por la lluvia. Las fuerzas de la naturaleza estaban caprichosas. No en vano, propiciaron el debut de Dia en un partido oficial. Solo así se pudo sostener el engaño. Como por obra divina.

El 23 de noviembre de 1996, Dia pareció tocado por la mano de un ser todopoderoso. En el minuto 33 de juego, el delantero Matt Le Tissier, el mejor jugador que ha vestido la camiseta del Southampton, apodado El Dios, caía lesionado. Souness miró entonces a su banquillo. Solo contaba con un delantero a su disposición, Ali Dia, y el técnico se encomendó al consejo del genial Weah. Con el dorsal 33 a la espalda, Ali Dia protagonizaba su debut en la Premier League. En el Elland Road Stadium, ante 40.000 almas, el senegalés plasmaba la que es seguramente la mayor estafa de la historia del fútbol inglés.

Nada más saltar al terreno de juego, Ali dispuso de su primera ocasión de gol. Falló. Las sospechas comenzaron a fluir por la grada, que miraba cariacontecida. El chico recién fichado se movía por el campo como pollo sin cabeza, ausente de conceptos futbolísticos básicos y con gestos técnicos ridículos. Verle correr ya era todo un poema. Una oda al despropósito. Además, parecía pedir permanentemente consejos a sus compañeros sobre dónde posicionarse. “Se pasó todo el partido corriendo como Bambi sobre el hielo. Fue muy embarazoso verle. Souness tuvo que quitarle porque era realmente malo”, atestiguaría Le Tissier. El sueño de Dia, su farsa, se prolongó 53 minutos (28 pases con un 30% de eficacia y dos disparos fallidos a portería). Suficiente para que la grada descubriera el engaño. “Ali Dia es un mentiroso”, entonaba la parroquia, alucinando con el inepto que tenían ante sí. A falta de un puñado de minutos para el final del partido contra el Leeds United, que ganó 2-0, Souness dio fin a su carrera en la Premier League. Quitó a Dia y dio entrada en su lugar a un defensa central.

“La noche que le vi debutar, no me lo podía creer. El teléfono de mi casa parecía una dichosa centralita”, recuerda Paddy Atkinsons, el que fuera entrenador de los Blyth Spartans, donde Dia jugó 8 partidos -ninguno de titular- en la séptima división inglesa antes de debutar con el Southampton, en el libro La Luna de Armstrong y Kubrick: relatos entre realidad y ficción. “No sabía centrar, no controlaba el balón, se tropezaba con los defensas en lugar de intentar regatearles... Cuando le veías en acción, era como si estuviera dándole patadas a un maldito ladrillo. Joder, claro que es el mismo que había jugado en nuestro equipo, les dije a los que llamaban”, añade. El técnico del Leeds aquel histórico día, George Graham, charló con Souness antes del partido y hablaron sobre el fichaje. “Souness me dijo que ni siquiera le había podido ver entrenar”. Sin embargo, el preparador de Los Santos le dio la oportunidad.

cerveza, marihuana y janis joplin “La idea de la llamada se podría decir que fue mía”, relata James Dylan, excompañero de Dia en la Universidad de Northumbria. “Estábamos algo borrachos. Nos habíamos bebido un barril de cerveza entero y habíamos fumado marihuana. En la radio comenzó a sonar Janis Joplin. Hablamos de sueños que nunca se cumplen. ¡Jamás pensé que funcionaria! Solo era una trastada. Una locura. Se nos escapó de las manos. Le pedí (a Dia) que no viajara con el equipo. No me hizo caso”, prosigue. Una vez atendida la famosa llamada, Dia siguió adelante con el embuste. Decidido, debutó en la Premier.

“Unos cuantos amigos nos juntamos en un pub para ver el partido. Nos conformábamos con que la cámara le enfocara, con verle en la televisión. ¡Cuando saltó al campo nos volvimos locos! No nos lo podíamos creer. ¡Estaba debutando con un equipo de la primera división inglesa!”, evoca Dylan. De locos, así fue la mayor farsa de la Premier League.

Tras aquel bochornoso estreno, Dia alegó una lesión para no acudir a entrenar. Fue despedido. Nadie volvió a ver a Ali Dia en las instalaciones del Southampton. La tierra se lo tragó. Souness contactó con Weah solicitando explicaciones. La sorpresa llegó cuando Weah aseguró no haber realizado llamada alguna. Tampoco conocía al tal Ali Dia. Habían suplantado su identidad. El engaño estaba obrado. La desesperación de Los Santos (fueron decimosextos esa temporada) hizo morder el anzuelo. Permitió a Dia ser jugador por un día. Ahora, la revista FourFourTwo ha devuelto a la actualidad a este farsante y su excéntrica historia. En su último número, le cataloga como el peor futbolista de la Premier League. Quizá sea injusto. Al fin y al cabo, Ali Dia no era futbolista. Era un tipo que albergaba un sueño que por sinvergüenza cumplió.