BILBAO. El 2 de mayo de 2009 el Barcelona destrozó futbolística y psicológicamente en el Bernabéu (2-6) a un Real Madrid que aspiraba a recortar los cuatro puntos que le separaban del liderato. La historia se repite hoy pero a la inversa, en territorio azulgrana y con la muchachada de Guardiola obligada a firmar una victoria que le permita soñar aún con el título, acercándose a un solo punto de los blancos y confiando en que, por ejemplo, el Athletic eche una manita a los culés en San Mamés en la antepenúltima de las cuatro jornadas que restan. Los dos grandes llegan además a este decisivo clásico con el ojo puesto en la Champions, puesto que ambos se encuentran en la tesitura de remontar ante Chelsea y Bayern. El sorpasso merengue aliviaría la obsesión de un Mourinho que se hizo con las riendas madridistas con el encargo de dilapidar, a cualquier precio y guiado por Cristiano Ronaldo, la hegemonía barcelonista. Pero su éxito no aclararía del todo este horizonte, puesto que al fútbol abanderado por Lionel Messi le quedan todavía quilates de excelencia por derrochar.

"¡Olvidaos! Esta Liga no la ganaremos", proclamó Pep tras vencer en el Calderón horas después de que el Madrid escapara vivo de Vallecas, donde debió caer derrotado dentro de una fase del campeonato donde los deslices arbitrales respaldaron las aspiraciones de los muchachos de Mou. Contra todo pronóstico, primero el Málaga, luego el Villarreal y finalmente el Valencia rebañaron seis de los diez puntos de ventaja al enésimo proyecto de Florentino, e incluso el Barça durmió a solo un punto antes de que el conjunto blanco humillara a los colchoneros. Las señales de debilidad no han virado excesivamente el posicionamiento del técnico de Santpedor, pero esta semana dejó entreabierta la puerta de un posible milagro que haría más que historia, ya que sus consecuencias serían inimaginables tanto en el entorno como en el seno madridista. Tendría tintes volcánicos.

el viraje: del 5-0 al 2-2 A nadie se le escapa que el 5-0 de la pasada temporada, aunque parezca ya remoto, dejó seriamente tocado a Mourinho y que desde entonces sus pautas de comportamiento, bien en la pizarra o en sala de prensa -donde ahora permanece mudito como Belinda, a lo Jane Wyman camino del Oscar-, tienen como origen lo acontecido esa mágica noche para el barcelonismo. Las batallas se han ido sucediendo y, a excepción de la última final copera y gracias la prórroga, Guardiola ha alzado casi siempre los brazos en señal de triunfo: en la semifinal de la Liga de Campeones, el doble duelo de la Supercopa, el partido liguero de la primera vuelta de la presente campaña y la eliminatoria de Copa de este ejercicio. Ahora bien, el último paso del Real Madrid por el Camp Nou (2-2 y a punto de voltear la ventaja azulgrana) trastocó los cimientos y avisó a Can Barça de que nada volvería a ser tan fácil.

En lo que atañe al césped las dudas se centran en si Mou volverá a salir timorato, a la defensiva, con el famoso trivote -con Lass- que a él le gusta tanto como le disgusta a sus futbolistas, o si se atreverá con una formación más creativa y sin complejos para intentar ganar, por fin, en el coliseo blaugrana. Como ayer hizo otra vez mutis por el foro ante los periodistas -donde Aitor Karanka ejerce el papel que el portugués le ha encomendado y que el gasteiztarra tolera (47 ruedas de prensa como su ayudante)-, su conducta abre terreno a la especulación y alimenta tertulias, refugiándose en unos cuantos de estos altavoces. Menos incógnitas ofrece Guardiola, puesto que el patrón de juego que aplica siempre es similar, amén de que perdure la impotencia que suscitó el 1-0 en Stamford Bridge, donde la falta de puntería condenó al equipo culé a trazar el modo con el que tirar de épica y goles el próximo martes, en lugar de haberlo dejado todo sentenciado y poder centrarse exclusivamente en el clásico. Aunque con la boca pequeña, el Bayern tendría que ser el miércoles una pieza más asequible para los merengues.

alexis, seria duda 780 profesionales de 133 medios de comunicación de 31 países diferentes están acreditados para el combate, con el Barcelona pendiente del renqueante Alexis, que se ejercitó aparte, y con la incierta vuelta de Piqué al eje, lo que retocaría la zaga y aliviaría el incesante runrún sobre la relación entre el jugador y su míster, el mismo que podría seguir confiando en Cesc, en baja forma, o arriesgar con el descaro de Tello o Cuenca, que ensanchan el campo. El Madrid tiene en su cabeza superar hoy los 107 goles que marcó la escuadra de Toshack en la temporada 1989-90, curiosamente un técnico que, como Mourinho, contaba con la etiqueta de defensivo. El luso mantendría la retaguardia que cayó en Múnich y reforzaría su fe en el discutido Coentrao, de quien Karanka dijo que cumplió al frenar a Robben, y quedaría el resto en función del trivote o de un sistema 4-2-3-1, es decir, o apostar por Lass o por Özil. Kaká podría ser otro as bajo su manga, ya que el brasileño lleva encuentros descansando y podría insuflar frescura.

"Cuando el Real Madrid no ha podido hacer más en el Camp Nou es por cosas que no controlamos", insinuó Aitor. Guardiola apostó por un discurso más poético: "Ya hemos cumplido. La gente no nos puede achacar nada. Al contrario, hemos hecho lo que teníamos que hacer y lo hemos hecho bien. Pase lo que pase, hemos ganado. La gente está orgullosa de nosotros porque hemos jugado muy bien. Pero solo vale ganar. Y si somos capaces seguiremos vivos; si no, felicitaremos a Chelsea y Madrid". Tuvo tiempo hasta para tirar de humor: ¿Qué libro le regalaría a Mourinho?, le interpeló un periodista. "No he visto el catálogo de las librerías, después del Chelsea me pondré a ello", respondió. Quizás asistimos al último duelo entre ambos en Liga, que hoy, o revive o capitula.