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EL día que José María Arrate ganó las elecciones por primera vez y yo me estrenaba como directivo, Fernando Otxoa me cogió en las escaleras de Ibaigane y me dijo: Fermín, sé que eres un hombre muy mosqueón, así que te voy a dar un consejo. Ahora que estás en el Athletic van a decir de ti un montón de cosas que posiblemente no sean verdad. Tú tienes que hacer oídos sordos a todo eso, porque si no, siendo como eres, no vas a ser capaz de asimilarlo. Y es ahora, después de 16 años, cuando empiezo a asimilar el consejo. Aunque cuando oigo cosas sobre mí que no son verdad, me sigo cabreando muchísimo".

Fermín Palomar (Bilbao, 1956), empresario (distribuidor de productos lácteos y hostelero), es el eterno directivo del Athletic, su pasión, ya que acumula más de tres lustros en Ibaigane, por donde ha visto desfilar a seis presidentes. "Arrate se fijó en mí porque yo tenía un trabajo muy cómodo y disponía de mucho tiempo libre", recuerda Palomar. "Me hizo mucha ilusión, aunque mi padre me dijo que ni se me ocurriera aceptar. Debí haberle escuchado. Al día siguiente de ganar las elecciones, la primera persona con la que me encuentro al salir de casa fue con él, y me dijo: "Si llego a saber no os voto".

Su don de gentes hizo que Arrate le confiara las relaciones con las peñas. Los pasos se convirtieron en viajes interminables por toda la geografía española inaugurando peñas. "Pero no sólo hacíamos estos actos donde jugaba el Athletic. Podía pasar que el Athletic jugara en Barcelona y nos tocara ir a Huelva. Era trabajo puro y duro", reivindica.

sus presidentes Reconoce cualidades en todas las juntas con las que ha trabajado, pero cree que Javier Uria "podría haber sido un gran presidente si hubiera podido completar su mandato"; que Fernando Lamikiz "tuvo muy mala suerte, aunque también tomó decisiones precipitadas por no dejarse asesorar por los veteranos de Ibaigane"; que trató de convencer a "Ana Urquijo para que agotara lo que quedaba de mandato, porque superó los prejuicios que todos podíamos tener y demostró que una mujer también puede ser una buena presidenta"; y que engrosó la candidatura de Fernando García Macua porque "Juan Carlos Ercoreca me dijo meses antes de las elecciones que no tenía intención de presentarse y antes de que lo hiciera ya me había comprometido con la otra plancha".

Esta adaptabilidad al medio le ha granjeado una doble fama: la de tener la virtud de garantizar la victoria en las elecciones al candidato que apoya y la de atesorar carnés de socios que le perpetúan en el puesto. Palomar niega ambas versiones. "La gente me dice que yo soy un chaquetas y eso no es verdad. Siempre han sido los candidatos los que me han pedido que me integrara en sus candidaturas. Y con respecto a los carnés, puedo asegurar que en todas las elecciones los presento fresquitos. No tengo, como dicen por ahí, 500 carnés guardados con sus firmas".

Guarda en su memoria, como mejor recuerdo de su paso por el palco de San Mamés "el año que jugamos la Liga de Campeones con Luis Fernández", mientras que la pesadilla a olvidar "es la pañolada que recibimos el último día de la temporada que estuvimos a punto de descender, después de que los jugadores fueran aplaudidos por sacar una pancarta que decía Eskerrik asko".

Se confiesa clásico en su forma de concebir el fútbol. Por eso prefiere en Lezama "Jabos y Manolos Delgados, hombres de fútbol de los de antes. Soy más de los peloteros que de los teóricos. Quizás el método de trabajo de Luis Solar o Masach fuera bueno, pero yo creo que Lezama tiene que estar en manos de gente que ha vivido el fútbol desde dentro".

Para acabar, una reivindicación. "Lo único que he hecho en el Athletic ha sido trabajar y trabajar. La gente dice que estar aquí abre muchas puertas. A mí, para vender leche, no me hacía falta que me abrieran ninguna". Y un anuncio. "Muchos me animan a que me marche, pero me gusta mucho mi labor. Si Fernando se presenta a la reelección y me pide que repita, yo seguiré a su lado".