El Gran Premio de Azerbaiyán puso patas arriba el Mundial de Fórmula 1. Por un lado Max Verstappen volvió a proyectar su determinación. Lejos de abrocharse a la resignación, de aceptar su rol de actor secundario, el neerlandés permanece sediento de gloria. Lo demostró en Italia, en un circuito de Monza en el que ha ganado las dos carreras que se han disputado este curso, y también en Bakú. Enlazó así por primera vez este año dos victorias. A este nivel, Verstappen será testigo y también juez de la consecución del título, que salvo milagro será cosa de dos. Precisamente en el contexto de este duelo por la corona sucedió un hecho nada común. Oscar Piastri se retiró en la primera vuelta, después de encadenar 44 carreras consecutivas sin sufrir un abandono, lo que concedió a Lando Norris la oportunidad de aproximarse al líder del campeonato, que amanecía con 31 puntos de ventaja y se despidió del trazado azerbaiyano con 25. Con siete carreras por definirse, Norris cobró esperanzas de proclamarse campeón.

Verstappen apostó por montar neumáticos de compuesto duro. No contemplaba la necesidad de defenderse con garras en los compases inaugurales. No veía necesario abrir brecha en los primeros metros, confiado, con Carlos Sainz en segundo lugar como mejor resultado del año y Liam Lawson en la tercera plaza con su mejor posición histórica en la parrilla de salida. No se antojaban amenazas. Era una parrilla absolutamente atípica ocasionada por un sábado caótico: Norris, séptimo; Piastri, noveno; Charles Leclerc, décimo; Lewis Hamilton, duodécimo...

El drama de Piastri llegó en la misma pintura de la parrilla de salida. El embrague del McLaren quedó liberado antes de apagarse las luces del semáforo. Se saltó la salida. El australiano detuvo en seco su monoplaza. Quedó anclado y fue superado por todos los coches. Piastri, ávido por enmendar el fallo, lanzó un adelantamiento exterior en la entrada de la chicane. Una maniobra suicida. Accedió demasiado rápido y no pudo detener su máquina, que se estrelló contra las protecciones. El safety car adquirió el protagonismo. Fernando Alonso, ubicado a la zaga de Piastri, emuló al australiano: soltó el embrague antes de tiempo.

Ambos fueron penalizados con 5 segundos que Oscar no pudo cumplir. Como recoge el reglamento en la actualidad, "en los casos en los que haya una única penalización de 5 segundos –la mínima– que un piloto no pueda cumplir debido a su retirada, los comisarios no la convertirán en una penalización de parrilla para una carrera posterior". Una buena noticia para Piastri después de la debacle.

En la reanudación Verstappen sostuvo firme su condición. Las batallas se formaron detrás, entre los Ferrari y el McLaren de Norris. Bakú no es Mónaco; se puede adelantar. Aunque no deja de ser un circuito urbano que, como suele ocurrir en estas ratoneras –cuenta con la zona más estrecha del campeonato, con 7,6 metros de anchura en pista–, no invita a adoptar riesgos excesivos. Cualquier mínimo fallo significa la peligrosa incertidumbre de un toque contra las barreras. Norris y Hamilton lograron desembarazarse de un Hadjar que acusaba de velocidad punta. Tampoco lo puso sencillo el bravo piloto francés de Racing Bulls.

Cuando se sucedían los primeros cambios de neumáticos, a Sainz le pidieron conservar sus gomas para estirar el primer stint. El madrileño defendía la segunda plaza. Lawson, que ocupaba virtualmente la tercera plaza, cumplió la visita al garaje cuando lo hacían los primeros pilotos. Diferentes caminos para tratar de proteger la situación de podio.

"Es el mejor podio de mi vida", asegura Sainz

Las estrategias y, por supuesto, el ritmo de Mercedes terminó de desbancar a las dos sorpresas de la parrilla: Sainz y Lawson. George Russell retrasó su parada y realizó un undercut a Sainz a falta de diez vueltas del final. El de Mercedes era segundo, a 11 segundos de Verstappen, que combatía contra el aburrimiento. El reto de Sainz era conservar el tercer puesto ante la amenaza de Kimi Antonelli. Lo consiguió el madrileño, que subió por primera vez al cajón con el Williams. “Este es el mejor podio de mi vida. No puedo describir lo contento que estoy. Es mejor que mi primer podio”, celebró Sainz. 

Detrás, Lawson, quinto, montó una caravana en la que viajaron Tsunoda, Norris, Hamilton y Leclerc, todos impotentes tratando de ganar posición, porque así concluirían. Mala noticia para Norris, que arrancó séptimo y finalizó séptimo, perdiendo una gran ocasión de aproximarse a Piastri. Fernando Alonso, por su parte, fue decimoquinto. Aston Martin no reacciona.

En la vuelta 46 de las 51 programadas, Verstappen firmó la vuelta rápida. Una manera de añadir picante para entretenerse. Pese a vencer con más de 14 segundos de margen sobre Russell y ante su segunda victoria seguida, el neerlandés apeló a la prudencia. “Este fin de semana ha sido increíble, el coche ha funcionado perfectamente, pero es difícil saber si se puede seguir así. Han sido dos buenas carreras pero en Singapur puede ser distinto”, expresó Mad Max, autor de su conquista número 67 en la Fórmula 1, donde se ha erigido en juez de la batalla por el campeonato, porque a estas alturas aspirar al título, pese a que en McLaren vivan en alerta, se antoja harto complicado, pero sí puede ser determinante entrometiéndose en el duelo Piastri-Norris.