En las cuatro últimas elecciones al Parlamento Gallego, muchas encuestas vaticinaban que el PP perdería la mayoría absoluta. A la hora de contar los votos, los sondeos quedaron desmentidos. Sin embargo, en estos comicios, incluso los propios populares contienen la respiración ante la posibilidad de que la suma de la izquierda haga posible un gobierno alternativo.

¿Ve factible que el PP pierda esta noche la mayoría absoluta?

Hace un mes habría dicho que no. Pero en la actualidad, tras la crisis de los pellets y el último tropiezo de Feijóo, veo posible esa pérdida. Todo depende de la confabulación de estas variables: el impacto en en el electorado de los últimos deslices del PP, el alto porcentaje de participación, la no abstención de los votantes de izquierdas y el mantenimiento, al menos, de los mismos diputados por parte del PSdeG, el voto emigrante, el CERA, y la disgregación del voto tradicional del PP a cargo de DO y Vox, sin que éstos obtengan diputados.

En las cuatro elecciones anteriores, también había encuestas que lo vaticinaban, pero al final, la victoria fue más o menos clara…

Hay una serie de factores que explican esas victoria continuadas. Empezaría por los condicionantes históricos muy influyentes (y no traigo el agua a mi molino de historiador). En Galicia no hubo un desarrollo industrial ni una burguesía nacional a diferencia de Euskal Herria y Catalunya, tampoco una iglesia defensora de la lengua y la galleguidad. Se produjo y produce una sangría migratoria crónica, que desplazó a un generación joven, activa y dinámica. Por otra parte, en la transición no existía un Partido Galleguista fuerte, que había sido hibernado, capaz de asumir el voto de centro. Se siguió la estrategia del piñeirismo, consistente en pretender galleguizar los partidos españoles y sucedió todo lo contrario: el galleguismo fue fagotizado por éstos. El electorado de centro fue acaparado por una política inteligente de Fraga, heredero del franquismo, no creyente en la autonomía, que se convirtió en el opio de las naciones sin estado. Fraga supo crear una maquinaria caciquil jerarquizada, continuamente engrasada, una estructura clientelar dependiente y unos medios de comunicación subvencionados, sumisos y amordazados, que Feijóo mantuvo e incrementó (protestas de los trabajadores los viernes negros y juicios a los directivos de la CRTVG). De todo ello se derivó la existencia de un numeroso voto permanentemente cautivo, que vota PP. 

¿Cómo es el actual electorado del PP en Galiza? ¿Se parece en algo al de la época de Fraga?

Creo que, principalmente, se sitúa en las zonas rurales y semirrurales y entre la población más envejecida (Galiza es la segunda comunidad autónoma con la población más envejecida). Algunos demógrafos de la Universidad de Vigo hablan de demotanasia (población envejecida más alta emigración juvenil, más baja natalidad, más alta mortalidad). Pero también obtiene votos entre las clases altas y medias urbanas. Es bastante similar al de la época de Fraga, aunque éste estaba más apegado a la tierra que la actual cúpula del PP gallego, que mira al espejo de Madrid, sin pensar que vale más ser un gallego de primera que un español de segunda. Existe, sin embargo, una diferencia: el voto nacionalista y/o de izquierdas ha aumentado en las ciudades y en la villas medianas. Si se computan la totalidad de los votos de las izquierdas superan los del PP. Por tanto, la tópica opinión generalizada de que Galicia es conservadora es una verdad a medias.

Ahora mismo todo apunta a que si hay vuelco, el gobierno alternativo será liderado por el BNG. ¿Le sorprende la trayectoria ascendente de la formación que encabeza Ana Pontón?

No me sorprende en absoluto. El BNG ha mantenido una estructura de base, pese a los sucesivos avatares y rupturas. Ha logrado consolidar un bloque interno ensamblado y sin fisuras. El liderazgo de Ana Pontón es tranquilo y fuerte, pero no estridente ni ostentoso. Da una imagen feminista, de sencillez y honradez, con un lenguaje entendible, asequible, moderado y popular. Ha logrado ensanchar la base electoral transversalmente, omitiendo alusiones radicales y gestos estentóreos. Ha desvelado mediante críticas serias y documentadas las políticas del PP, inmersas en un capitalismo depredador, que afectaban a amplia masa social en materia energética, eólica, naval, agroganadera, pesquera, etcétera.

"No me sorprende la pujanza del BNG. El liderazgo de Ana Pontón es tranquilo y fuerte"

Le pregunto lo mismo que respecto al PP. ¿Se parece el electorado del Bloque al de la época de Beiras, líder histórico, que por cierto, ha vuelto al partido?

Aunque Beiras fue el primero que intentó este ensanchamiento electoral, el electorado actual del BNG es más amplio, equilibrado y transversal. Según las encuestas, además del electorado propio tradicional, el BNG se nutriría de votantes procedentes del PSdeG, de Podemos, de las antiguas Mareas, de Sumar e incluso del PP.

Solo hace ocho años, la primera formación de la oposición fue En Marea. Ahora el equivalente de ese espacio (Sumar y Podemos) lucha por conseguir uno o dos escaños. ¿Se lo explica?

Las Mareas tuvieron su momento, pero fue un espejismo. Los sucesivos errores propios (en Galicia, especialmente los enfrentamientos y disensiones internas) y los ataques exteriores a este magma, carente de la más mínima cohesión interna, fueron mermando su capacidad de influencia y la aparición de un progresivo desencanto y frustración. Prácticamente, las mareas han desaparecido y Podemos y Sumar no tiene estructura en Galicia. Dependen únicamente de líderes situados fuera del territorio. En este momento, además, ambas fuerzas se presentan por separado, lo que sólo tiene un nombre: suicidio.

Por intuición, parece que parte de quienes votaron a las Mareas hoy optan por el Bloque. ¿Puede más el sentimiento de izquierda que el nacional?

Si las Mareas optan por el BNG, y todo parece que es así, es porque ven en él la única posibilidad de desbancar a la derecha. Por tanto, es un voto táctico, sin prejuzgar si tiene un carácter de izquierdas o nacional o los dos a la vez.

"La tópica opinión generalizada de que Galiza es conservadora es una verdad a medias"

Esa hipotética mayoría alternativa se materializaría con el PSdeG. ¿Habría que aparcar la clave soberanista?

El tema soberanista en la sociedad gallega no es una prioridad inminente. Las encuestas revelan que sólo un porcentaje muy bajo se declara independentista. Evidentemente, todo partido nacionalista aspira como desideratum a la soberanía, pero su logro entra dentro de una estrategia. Por tanto, en el caso de un gobierno bipartito, BNG-PSdeG, habría que optar por las prioridades inmediatas que desea solucionar la sociedad gallega después de tantos años de desguace por parte de los gobiernos del PP: descenso poblacional, problemática agroganadera, cambio climático, declive del sector naval y pesquero, depredación energética, deterioro de la sanidad y de la educación, emigración juvenil altamente cualificada (unos 200.000 jóvenes en diez años), etcétera...

¿Por qué el PSdeG, que llegó a gobernar, sigue sin levantar cabeza?

El PSdeG, a pesar de que el actual líder, Besteiro, es, a mi entender, un buen candidato, no logra conectar con el electorado de izquierdas, en gran parte, en virtud de sus enfrentamientos internos, sobre todo norte-sur, que dañan su imagen. Su hasta ahora excesiva supeditación a Madrid y la incapacidad para conectar con un electorado de centro, que reste votos al PP, que es, además, más galleguista que el PSdeG. Por otra parte, tampoco ha podido ni ha sabido rebañar votos a la izquierda más radical. En Galiza, no hay que olvidarlo, existe un nacionalismo sociológico latente (no traducido al nivel político), que Fraga supo captar, como ya hemos analizado.

"Sería muy recomendable que gallegos, vascos y catalanes recuperásemos el espíritu de Galeuzca"

¿No hay lugar hoy en Galiza para un partido nacionalista de centro?

En la época de la transición sí hubo una excelente oportunidad de resucitar el viejo Partido Galleguista, interclasista, y de gran prestigio. En la actualidad, creo que no. Existieron y existen algunos intentos (PGSD, CG,PG, PNG, CporG), pero no han logrado cuajar.

¿Cómo son hoy las relaciones entre el nacionalismo gallego y el vasco?

Entre el BNG y EHBildu creo que son excelentes, aunque no podría afirmarlo taxativamente al no pertenecer a ningún órgano directivo.

Tras las últimas elecciones generales, sobre todo desde el PNV, se habló de recuperar el espíritu de la centenaria Galeuzca. ¿Lo ve posible hoy?

No solamente es posible, sino necesaria la entente galeuzcana, pues es uno de los instrumentos más eficaces para conseguir el viejo sueño de Castelao: una confederación de naciones ibéricas libres, unidas mediante pactos voluntarios, reversibles y en igualdad.