- La abogada y economista Jone Nolte Usparicha es la máxima responsable de la Asociación de Sociedades Laborales de Euskadi (ASLE), organización pionera en la defensa de la participación de los trabajadores en las empresas. La asociación ha celebrado esta semana su asamblea anual clausurada por el lehendakari Urkullu. Jone Nolte analiza la realidad de ASLE y sus iniciativas para impulsar el modelo de sociedades participadas, "clave para facilitar las sucesiones de empresas cuando el propietario lo deja o como vehículo jurídico para las start-ups".

¿Cuál es la realidad de las sociedades laborales vascas?.

—Euskadi cuenta en la actualidad con 538 sociedades laborales, tanto anónimas como limitadas, que emplean a 6.735 personas. Estos números son ligeramente inferiores, un 5%, a los del año precedente.

¿Cómo están evolucionando las compañías asociadas?.

—En general, nuestras empresas están aguantando porque configuran un modelo donde prima el entendimiento, la búsqueda de acuerdos y la flexibilidad, y eso ayuda mucho en circunstancias adversas como las actuales pues permite adaptarse a las mismas con rapidez. A día de hoy no tenemos ninguna empresa que haya cerrado pero es evidente que hay algunas que lo están pasando muy mal por una reducción drástica de la actividad. En algunos sectores el parón de marzo se ha ido recuperando muy bien y ahora el problema es afrontar la situación de incertidumbre que dificulta mucha el tomar decisiones en las compañías. Y esto cuando las empresas, en general, tienen una carga de trabajo inferior a la de 2019 no ayuda porque esta incertidumbre genera un sentimiento de temor o miedo que es un factor muy negativo para un negocio.

Las sociedades laborales surgieron como una respuesta a una crisis para intentar que empresas industriales sobrevivieran pero el modelo de participación de los trabajadores es plenamente válido hoy.

—Efectivamente. Aunque nuestro origen es industrial, nuestra vocación, nuestro presente y nuestro futuro va hacia empresas de sucesión, sociedades plenamente competitivas, para que los trabajadores puedan dar solución a una situación de relevo al frente de la sociedad, por ejemplo, porque el empresario se jubila y lo deja. Y también somos un modelo muy válido para firmas innovadoras y start-ups. Aportamos valores como la atracción del talento, flexibilidad, el poder contar con un socio inversor etc y nuestro futuro va alineándose hacia empresas basadas en el conocimiento, tecnológicas....

Un problema importante en Euskadi es la sucesión en las empresas ante la falta de un relevo generacional adecuado. ¿Las sociedades laborales pueden ser una solución?

—Sí. Hay una generación muy emprendedora en Euskadi que llegado el momento del relevo no tiene una sucesión familiar y aquí el papel de las empresas participadas, de las sociedades laborales, puede ser clave y una alternativa muy buena.

¿Hay que mejorar la fiscalidad para facilitar la sucesión?

— Sí. Sin duda. La fiscalidad en las empresas participadas tendría que ser progresiva, a más participación de las personas trabajadoras en el capital de las compañías, más beneficios fiscales pues es una forma de incentivar que haya más y mejores sociedades laborales. Teniendo en cuenta que son proyectos en los que hay una corresponsabilización total y una identificación completa de los trabajadores con el proyecto empresarial creemos que es positivo. Una figura jurídica como las sociedades laborales además de ofrecer empleo estable aporta intangibles como el sentirte parte de algo y tener vocación de crecimiento. Aspiramos a una fiscalidad más favorable y hablando de medidas concretas, estamos trabajando para que Bizkaia adopte una normativa, ya operativa en Gipuzkoa y Araba, que facilite la transmisión de empresas que se realice en favor de los propios trabajadores de las mismas ofreciendo incentivos mejores. Esto ayudaría a crear unas empresas basadas en las personas, ayudaría a enraizar las empresas al territorio y, por tanto, a mantener los centros de decisión en el País Vasco. Y estamos hablando de empresas competitivas.

¿Qué ventajas ofrece su modelo empresarial?

—Es un modelo basado en las personas. En el que los trabajadores participan en el capital, lo que no significa que no exista un organigrama. Es una figura jurídica muy flexible, que facilita una organización interna colaborativa, que potencia la participación y el trabajo en equipo y en red. Además, es un modelo que propicia un gran sentido de pertenencia a la empresa, que puede acceder a unos instrumentos de financiación muy interesantes, y que admite que entre un socio capitalista.

Usted defiende una mayor dimensión empresarial en el País Vasco.

—Claro. La dimensión empresarial da fortaleza. Por supuesto que tiene que haber emprendedores individuales, autónomos etc pero está demostrado, y en las crisis más, que la dimensión ayuda a la competitividad y a la supervivencia. Por ello, hay que apostar más y mejor por el emprendimiento colectivo. Si queremos empresas fuertes, necesitamos que sean de mayor tamaño desde el primer momento en que una empresa se crea, desde el origen. Es clave.

"La incertidumbre actual genera temor, que es un factor muy negativo para el desarrollo de los negocios"