La Naval de Sestao ha entrado en un nuevo escenario. No se despeja la incertidumbre de los últimos años. Al contrario, el futuro se aleja cada vez más del pasado industrial del últimos siglo. Según ha podido saber DEIA, solo se ha puesto sobre la mesa una oferta para la instalación de un complejo logístico que ocuparía en torno a 150.000 metros cuadrados, en torno a un 40% de la superficie de las instalaciones. El resto, unos 225.000 metros cuadrados, se alquilaría a otras compañías para diferentes usos en función de sus necesidades.

Sin embargo, ese planteamiento, en principio, se plantearía a partir del inicio del proceso de liquidación, que salvo sorpresa supondrá la venta troceada de la compañía. En ese contexto, destaca la operación que plantea el posible inversor, un fondo de inversión que permitiría salvar parte de los activos de La Naval.

El administrador del proceso concursal, Carlos Palomino, rehusó confirmar o desmentir la presentación de esta oferta logística, que estaría liderada por un fondo de inversión. Según explicó a DEIA, en estos momentos está elaborando el informe que remitirá a la jueza que tiene que decidir si el futuro de las instalaciones del astillero.

Tras concluir el plazo para la presentación de ofertas a las 0.00 horas de hoy, el administrador tiene un margen de 15 días para presentar su informe, que será la base sobre la que se asentará el fallo del tribunal.

Un futuro diferente

A la espera de ese momento, el astillero apura su tiempo, con la más que probable extinción de la compañía y el nacimiento de un nuevo proyecto con diferente orientación.

Lo cierto es que en un contexto muy complejo, ningún inversor ha visto una oportunidad de negocio en La Naval. Las próximas semanas aclararán un panorama que, a pesar de que la industria de construcción de barcos está mostrando un gran dinamismo, la primavera no ha llegado a las instalaciones en la ribera de la Ría en Sestao. Para bien o para mal, toca a su fin un proyecto empresarial que ha sido clave en el desarrollo de ezkerraldea durante décadas.

Los trabajadores que tenían la protección del acuerdo de privatización, firmado en 2006 por el gobierno del socialista José Luis Rodríguez Zapatero, están recolocados en otros astilleros públicos -en Ferrol, en Cádiz o en las oficinas de Madrid-. Se cierra así un ciclo en el que el sector naval ha pasado a ser una actividad secundaria en la que los grandes astilleros se han transformado en pequeños constructores de barcos, más ágiles y flexibles.

Compañías, en definitiva de gran valor añadido, con capacidad tecnológica para competir cara a cara con los astilleros asiáticos low costEl sector vasco está superando con nota el examen del covid. Las compañías continúan cerrando contratos y marcando músculo en medio de las restricciones generadas por la pandemia.

Se trata de operaciones lideradas por pequeñas empresas que han conseguido reforzarse durante la pandemia, pero queda pendiente afinar la partitura a más largo plazo. Apuntalar un esquema que pasa por establecer un nuevo campo de juego, más especializado y centrado en la tecnología, y que debe ser asumido por el conjunto de las compañías que operan en uno de los sectores más sensibles y más preparados para dar el salto tecnológico.

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Empleos. Gran parte de la plantilla de La Naval de Sestao ya está trabajando en otras empresas de la empresa pública de astilleros.

Un futuro incierto. El administrador concursal presentará en breve su informe a la jueza que dirige el proceso concursal. No se ha presentado ningún proyecto para reflotar la actividad del último gran astillero vasco.