bilbao - España no se libra de la bajada de la temperatura que padecen todas las grandes economías europeas. El bajón de las previsiones de crecimiento anunciado ayer por el Banco de España, que extiende además a 2020 y 2021, alimenta la sensación de que lo que parecía un simple resfriado va a convertirse al menos en una gripe severa. El frenazo ya tiene consecuencias en el empleo, observa el organismo supervisor: la contratación crece menos de lo esperado y el paro seguirá en el 13% en 2021.

El informe de perspectivas de la entidad que dirige Pablo Hernández de Cos arroja un nuevo jarro de agua fría sobre el panorama económico español. En los últimos meses se han sucedido las advertencias, sobre todo centradas en el sector industrial, pero esto supone ir un paso más allá al cuestionar el medio plazo de todo el circuito productivo. Si hasta ahora parecía que el empuje de los servicios iba a ser suficiente para compensar la parada de la industria, las últimas correcciones apuntan a un desajuste en todos los sectores.

Siguiendo los pasos del INE, que ya revisó a la baja el crecimiento de los dos primeros trimestres, el Banco de España calcula que el PIB español crecerá este año el 2%, cuatro décimas menos de lo previsto por la entidad en junio. La magnitud del recorte da una idea de la seriedad con que se han tomado los organismos oficiales las señales de desaceleración acumuladas hasta ahora, con el agravante de que no será un susto pasajero. Según el banco supervisor, España crecerá en 2020 el 1,7%, dos décimas menos de lo previsto, y en 2021 el 1,6%, una décima por debajo de la última actualización. “Los actuales focos de incertidumbre tenderán a disiparse más allá del corto plazo”, alerta el organismo.

Aunque los datos suponen conservar un cierto margen positivo, es decir, el riesgo de caer en recesión sigue siendo “remoto”, el crecimiento podría ser demasiado débil como para tirar de la contratación. El Banco de España advierte de que el mercado laboral se resiente después de unos meses de verano mucho más flojos de lo que venía siendo habitual en los últimos años. En este sentido, el informe recoge que el ritmo de creación de empleo se ha reducido a la mitad desde primavera, con una desaceleración en verano “mucho más intensa de lo esperado”. Así, en 2021 la tasa de paro todavía seguirá muy cerca del 13%.

Como causas externas se apunta a las tensiones internacionales ya conocidas como el Brexit y en especial las políticas proteccionistas de EE.UU. y China. Además, vincula esta corrección a la baja a factores internos preocupantes como son la contracción del consumo privado y una nueva ralentización en la compraventa de vivienda que podría volver a congelar la construcción. También cae la inversión empresarial por el contexto global de incertidumbre y el estancamiento de potencias como Alemania o Italia, que lastran las exportaciones.

Sobre la falta de gobierno, el Banco de España considera que la inestabilidad política contribuye a enfriar la economía, pero censura sobre todo el que no se hayan realizado más reformas estructurales en tiempos de bonanza para reducir el gasto público y del sistema de pensiones. Pese a las advertencias, el Gobierno en funciones de Pedro Sánchez mantiene el crecimiento previsto este año en el 2,2%, incluso ha dado entender que el PIB podría avanzar alguna décima más.

En Euskadi, Eustat ha rebajado una décima la tasa de crecimiento económico de 2018, hasta el 2,2%, pero el Gobierno vasco mantiene sus cálculos de cara a este ejercicio y prevé un incremento del 2,3%.