bilbao - Toño Abad es desde enero el responsable del Área Confederal de LGTBI en UGT y, entre otras cosas, forma parte del grupo de juristas para la redacción de la Ley para la Igualdad de las personas LGTBI de la Federación estatal de Lesbianas, Gais, Trans y Bisexuales.

¿El sindicalismo está al día en cuestiones LGTBI?

-En el ámbito del trabajo la diversidad no ha llegado a entrar todavía. Es una asignatura pendiente. Mientras que hemos avanzado en la consecución de derechos y hemos ido ocupando espacios y visibilizando nuestra realidad en diferentes ámbitos, como el educativo, el sanitario, o el social, el laboral se ha resistido.

¿Cómo se manifiesta la LGTBIfobia en las empresas?

-Hay diferentes formas de discriminación dentro de la LGTBIfobia. El primero es la ocultación, en el que entiendo mi entorno laboral como un entorno hostil a que me haga visible y, por lo tanto, me oculto. Es una estrategia voluntaria que asume el trabajador o trabajadora. Esto tiene como consecuencia la renuncia a derechos. Si yo me he ocultado y no he revelado mi orientación sexual, tampoco voy a pedir derechos que están relacionados con el ámbito de la familia. Si me caso, lo voy a hacer en vacaciones porque, de lo contrario, revelo mi orientación. La renuncia a permisos de acompañamiento a cónyuges a consultas médicas, por ejemplo. Tenemos personas que sus parejas están pasando una enfermedad y no solicitan los permisos a los que tienen derecho para no revelar su orientación sexual. Eso es una injusticia.

¿Qué es la segmentación forzada?

-Es una forma de discriminación mucho más estructural. Yo soy un chico o chica que tiene cierta pluma, tengo cierta expresión de género no normativa y lo que hago es irme hacia ciertos sectores donde no percibo tanta violencia. Son sectores que están feminizados. Por ejemplo, son sectores relacionados con los cuidados. Sanitarios, educativo, relacionados con la moda, textil? Lo que hacen es reducir la oferta de trabajo real. Si tengo pluma, no se me va a ocurrir trabajar en la construcción o en la industria porque sé lo que va a pasar.

¿En qué tipo de empresas hay más LGTBIfobia?

-En las de sectores más masculinizados. Estamos trabajando contra la violencia machista, contra una forma de sociedad, de organización social, que es el patriarcado. A nosotros nos discriminan por nuestra expresión de género, porque se aproxima más a una forma de expresión de género femenina y eso está penalizado en la sociedad actual. En los sectores más masculinizados es donde más violencia se percibe. Lo vemos diariamente con las denuncias que recibimos y que trabajamos.

¿Hay algún perfil más vulnerable dentro del colectivo LGTBI?

-Las personas que más sufren este tipo de discriminación son las personas trans. Llegan a tasas de paro del 85%. Además, es una discriminación de principio, lo sufren en el acceso al empleo. Soportan niveles de exclusión social y vulnerabilidad muy altos.

¿Es el ámbito laboral en el último que se sale del armario?

-Las personas LGTBI estamos siempre saliendo del armario. Salimos con nuestras familias, con nuestros amigos, en los entornos educativos, en colegios, en institutos, en universidades y también tenemos que salir del armario en el trabajo. Cuando llegas a un empleo lo primero que te preguntas es si aquí puedes hacer visible tu orientación sexual. Una circunstancia muy interesante es que dos de cada tres personas LGTBI no se hacen visibles en el trabajo. Y de ellas, un alto porcentaje en su entorno personal sí ha salido del armario. Vemos el entorno laboral como un entorno de exclusión y eso es un problema que hay que poner encima de la mesa.

¿Están las empresas concienciadas en detectar la LGTBIfobia?

-En ese aspecto estamos en pañales. Es un ámbito al que tiene que llegar la igualdad y la diversidad. Hemos construido un mundo más diverso, una sociedad española más diversa en la que se respetan más los derechos, pero el mundo del trabajo ha quedado arrinconado. Tradicionalmente el empresariado, los sindicatos y los trabajadores y trabajadoras entendían la diversidad sexual, familiar y de género como un tema privado. Y esto no es así. En las personas heterosexuales esto no se da. Un hetero en su trabajo habla de su familia, pone en la mesa la foto de su mujer y sus hijos sin ningún tipo de problema y de rechazo. Pero es privado para nosotros y esa es una mentalidad que hay que cambiar.

¿Qué papel les toca a los sindicatos?

-Los delegados sindicales tienen que hacer de muro de contención de la discriminación. No puede ser que haya delegados y delegadas que perciban la discriminación y no actúen. Esto causa sufrimiento en las personas y las personas no solo somos trabajadoras para hablar de jornadas, salarios y horarios, sino que somos trabajadoras también para que se respete nuestro derecho a la igualdad de trato y de oportunidades. Luego está la parte de la negociación colectiva. Si queremos cambiar las empresas, tenemos que incluir en la negociación colectiva ese mecanismo de cambio, que se visibilice nuestra realidad, que los permisos y ventajas sociales sean extensibles a toda la plantilla independientemente de su origen, de su orientación, situación personal o identidad de género. La negociación colectiva es clave y ahí tenemos que trabajar: cláusulas antidiscriminación, cláusulas tipo de extensión de derechos a todo tipo de familias y personas? El sindicalismo del siglo XXI tiene que luchar con herramientas del siglo XXI y actualizarse. No puede ser que la iniciativa la lleven solo las empresas. Los delegados y delegadas sindicales también tienen que aportar a la negociación colectiva esas medidas para que las personas LGTBI no se sientan discriminadas.

¿En qué lugar está el sindicalismo vasco?

-En Euskadi el activismo es muy importante y lleva muchos años de diferencia al resto de España. Euskadi es punta de lanza en cuestiones LGTBI. Junto a Catalunya, son los dos referentes.

En su tierra, Valencia, Vox está pidiendo los datos de las personas LGTBI que trabajan en colegios...

-La lucha LGTBI ha cambiado la sociedad española y ha hecho que gran parte de la sociedad vea que esta lucha es de todos. Hemos hecho una sociedad mejor y, aunque la extrema derecha entre en las instituciones, esta batalla la tienen perdida porque hemos cambiado. A los de Vox yo les ofrezco mi nombre y mis apellidos para que me incluyan en su lista. Aquí hay una criminalización intencionada y un señalamiento. Estas listas que ellos pretenden hacer son las listas que se hacían en épocas muy oscuras de la historia. Esto está superado.