bilbao - Superada la crisis en el plano estadístico, muchas empresas siguen aferradas a la respiración asistida. El alto endeudamiento o la caída de pedidos dibujan realidades que se parecen muy poco a lo que dicen los datos macroeconómicos. Pero el contexto general favorable anima a los trabajadores a reclamar lo que han perdido en los años de apreturas, unas reivindicaciones que en muchos casos se acaban topando con la negativa empresarial. Ese choque de intereses ha reactivado la conflictividad laboral en Euskadi en los años posteriores a la crisis, una curva ascendente que vive este año un repunte especialmente abrupto.

Solo las cinco huelgas del Metal de Bizkaia realizadas entre mayo y junio, a las que estaban llamados 50.000 trabajadores, son suficientes como para marcar un punto de inflexión en el número de jornadas de trabajo perdidas por conflicto laboral. Pero la industria vizcaina no es una excepción. La lista de sectores y empresas que han optado por la movilización ha ido creciendo a lo largo del curso. DEIA ha pulsado el sentir de varios trabajadores implicados en algunos de los conflictos abiertos, cada uno con su propia dimensión y problemática.