gasteiz - Adolfo Muñoz, Txiki, (Mañueta, Araba, 1959), recibe a DEIA en la sede de ELA en Gasteiz, donde en las últimas semanas organiza las entrevistas de despedida con los medios escritos. Delante de la grabadora es el Txiki de siempre, pero al terminar la conversación confiesa que cuenta los días para pasar a un segundo plano y poder recuperarse de un grave problema de espalda.

En unas semanas dejará la secretaría general de ELA tras más de 10 años en el cargo. ¿Respirarán más tranquilos en Sabin Etxea?

-Si en el PNV siguen pensando que el problema lo tienen con el secretario general se equivocan. Tienen un problema con una organización.

Ha sido la voz más crítica con el Gobierno vasco y con las instituciones gobernadas por el PNV.

-Tienen flaca memoria. En los tiempos de Elorrieta no decíamos cosas muy distintas a las que he dicho yo. Y estoy seguro de que Mitxel seguirá diciendo lo mismo.

¿Se ha sentido solo? ¿ Ha echado en falta a otros líderes políticos a su lado con ese mismo discurso?

-Internamente en ELA nunca. En cuanto a los demás, pues bueno. La derecha está cómoda haciendo la política neoliberal y es cada vez más autoritaria. Aquí también hay componentes autoritarios. Echamos de menos que la izquierda política no juegue un papel más contundente como oposición al neoliberalismo. La izquierda ha decidido romper sus vínculos históricos con el movimiento sindical.

Por eso le hablaba de soledad.

-Tienes dos alternativas. Te diluyes, relativizas los contenidos y te alejas de la gente a la que representas, así hablarán bien de ti, o sigues desempeñando ese papel de contrapoder. Han visto que había que acabar con el sindicalismo reivindicativo. Tiene un gran mérito que ELA esté en su techo histórico de representación.

Le hemos visto reprender públicamente a Podemos, a EH Bildu y cruzar críticas con Otegi.

-La derecha te plantea un marco indiscutible con una regla de gasto, el pago de la deuda, la política fiscal no se toca... El papel de la izquierda no es buscar la certificación del sistema, que es lo que ha hecho la socialdemocracia en Europa. La socialdemocracia está muerta y nos preocupa. Queremos una relación dialéctica con la izquierda que sirva para llevar adelante nuestras reivindicaciones.

¿Toda la izquierda está muerta? ¿Es lo mismo el PSE que EH Bildu?

-Sería una caricatura hablar en términos de igualdad, pero las cosas se ven claras cuando desempeñas una responsabilidad institucional. EH Bildu forma parte del Gobierno en Nafarroa y allí las cuentas públicas respetan la regla de gasto, se paga la deuda y cuando Madrid les dice que no pueden gastar más no gastan. Eso no es un cambio político y social.

¿Hay solución?

-Se ha construido un marco para que sea indiferente quién gobierna. Solo estando en las instituciones las políticas no cambian. La izquierda se tiene que cuestionar esa camisa de fuerza. No vemos punch, no vemos un planteamiento nítido que incorpore elementos de pedagogía en la izquierda. Lo digo con lamento.

Con esa visión parece imposible recomponer la alianza con LAB.

-LAB nunca ha llegado a desplegar su potencialidad plena. Desde el inicio su concepción era distinta a la nuestra. LAB forma parte de la izquierda abertzale. Siempre hemos querido abordar los elementos que nos llevaban a competir en modelo sindical, como la caja de residencia y su papel en las huelgas. Hoy tienes un mercado de trabajo precario que para la patronal es un tesoro. Si quieres modificarlo tienes que hacer huelgas.

Dice que se han intentado limar las diferencias.

-Ya en 1999 tuvimos un debate con LAB sobre todo esto y la izquierda abertzale nos contestó que le estábamos haciendo una OPA hostil a LAB. Una alianza ELA-LAB no puede ser instrumental de ningún partido. No somos sherpas para nadie, la clase trabajadora tiene intereses propios.

LAB acusa a ELA de hacer huelgas en beneficio propio.

-Lo dice LAB, lo dice el Gobierno vasco, lo dice Rementeria, lo dice CC.OO... En absoluto, no es así. Algo haremos bien para revalidar la representación que tenemos y para que esa representación sea menospreciada por los representantes políticos. Un demócrata tiene que respetar la representación sindical de este pueblo. Un abertzale no debería tener como obsesión neutralizar a la mayoría sindical vasca. Por desgracia es así, el último ejemplo es el decreto de institucionalización del diálogo social.

¿En algún momento en estos diez años se ha planteado entrar en el diálogo social?

-Es un rechazo tras un análisis. La mesa se constituye con la crisis, con el Gobierno de López. No se puede decir que el diálogo social funciona a la vez que se nos somete a un saqueo tremendo en derechos laborales y sociales. Dicho eso, hemos solicitado reuniones con el lehendakari y con varios departamentos del Gobierno y no se han querido reunir con ELA. Sin un sindicalismo fuerte la democracia no existe. Y sin huelgas tampoco.

Inició su trayectoria sindical en la empresa Cegasa, en el corazón del sector industrial. ¿Qué siente ante situaciones como la de La Naval?

-Cuando se privatizó ya sabían que ponían la empresa a los pies de los caballos. Luego la decisión de subcontratar la mayoría del empleo es la puntilla. Es inaceptable la falta de claridad del Gobierno respecto a la existencia o no de inversor. El Gobierno quiere ayudar al inversor, si es que existe, a empezar de cero, a no tener ninguna carga que asumir. El nivel de oscurantismo es inaceptable.

Cumplirá 60 años en mayo. ¿Necesitaba pasar el testigo?

-Físicamente me viene bien. Tengo un problema de espalda y me tengo que cuidar. Es un tema serio. Me voy satisfecho porque entre los cuadros del sindicato ves juventud comprometida. Hay relevo. Pues ya está.

¿Cuándo decidió ser sindicalista?

-Uno es rehén de las burbujas en las que se ha movido. Mi familia nunca me puso ningún problema para mi opción militante y mis amigos entraron conmigo al sindicato. He aprendido mucho de la gente con la que estaba. No hay bien más socialista que transmitir en ese relevo la cultura y el conocimiento que uno tiene.

Ha dejado claro que el balance de puertas hacia dentro es positivo pero, ¿está el mundo un poco peor que cuando accedió a la secretaría general en 2008?

-Mira a Europa. Los sindicatos con una representación similar a ELA no están en planteamientos de contrapoder. Tiene un mérito tremendo lo que estamos haciendo más allá de que el contexto está muy mal. Han aprovechado la crisis para disciplinar a la izquierda política y han pensado que también se podía disciplinar al movimiento sindical. Pues no señor.

¿Resistir es vencer?

-ELA incorpora una narrativa al movimiento sindical muy positiva. No solo de conflictos, también de victorias. El movimiento sindical está muy necesitado de victorias.

¿Se va preocupado por el ascenso de la extrema derecha?

-Mucho. El neoliberalismo genera pobreza y es el caldo de cultivo para que la extrema derecha alcance cotas de representación impensables hace unos años. España tiene una situación específica. Como dijo Aznar, antes era uno y ahora son tres. La inquisición pasó por España y se quedó. Es una extrema derecha muy peligrosa con componentes violentos.

El propio sindicalismo puede estar en su diana.

-Pero una sociedad vertebrada está más preparada para hacer frente al aumento de la extrema derecha que una sociedad sin referentes.

¿Qué conclusión saca del ‘procés’?

-Me quedo con una frase de Rubalcaba cuando se aplicó el 155: Vamos a hacer cosas que no debemos, pero aunque se lesionen las instituciones las tenemos que hacer. El Estado español tiene una base compartida por PSOE, PP y Ciudadanos que es que los proyectos democráticos no están en igualdad de condiciones. El PSOE lo dice claramente: Me da igual que el 80% de los catalanes o vascos digan que quieren ser independientes.

¿Es un aviso para Euskal Herria?

-España no es democrática. El lehendakari sabe que desde el año 83 las potencialidades del Estatuto se han venido abajo. El qué, el cómo y el cuándo del autogobierno lo decide el Estado. El lehedakari está cómodo en este statu quo y en base a la falta de referencias puede vender la involución como un triunfo político, pero no es un triunfo político.

Y aun así el PNV gana las elecciones.

-Pleno respeto. El mismo respeto que exigimos para nuestros resultados en las elecciones sindicales.

¿Qué piensa cuando le dicen que, para hablar de política, se presente a las elecciones?

-Que saben que eso no va a suceder. Te descalifican para intentar quitarte del medio y para no entrar al debate.

¿Qué espera de Mitxel Lakuntza?

-Hay elementos en ELA que no se cuestionan. Primero, la autonomía, es decir, las decisiones las tomas tú. Segundo, si no abordamos cambios organizativos la inercia te mata. El tercero, nuestra familia empieza y acaba en la militancia, no tenemos familia política. Cuarto, es importante la formación. Mitxel conoce muy bien la organización. Yo a partir de ahora lo que tengo que hacer es no estorbar.

¿No le veremos en debates de televisión?

-No, no. Nada.

¿Qué le ha ha quedado por hacer al frente de ELA?

-Mi mayor frustración es no haber logrado consolidar la relación con LAB. De verdad.