Una Vuelta para olvidar, sinceramente. Este modelo de carrera está agotado. Entiendo que los recorridos con un solo puerto de remate tuvieron su época y su punto álgido, pero creo que ya carecen de todo sentido. Se ha demostrado en una Vuelta con un recorrido que en realidad no ofrecía alternativas y ha hecho que la carrera haya sido muy previsible y aburrida. La Vuelta necesita reinventarse y apostar por otra clase de trazados para recuperar atractivo. El hecho de que haya habido tantas etapas con final en alto ha limitado muchísimo la emoción y la competencia. Antes de cada etapa se podían saber los nombres de los ganadores echando un vistazo a los perfiles. Eso dice poco a favor del diseño de los recorridos. Trazados como el de Bilbao dan mucho más juego. UAE, Visma y Alpecin han dominado la carrera en cuanto a las victorias. Partiendo de esa premisa, Vingegaard ha sido el más fuerte y el claro dominador. El podio también lo han merecido Almeida y Pidcock. Ambos han hecho una carrera notable. Destacaría también a Pellizzari, un buen talento. Philipsen ha dominado los esprints y Pedersen, además de llevarse la regularidad, logró una etapa. Uno de los grandes animadores. Entre los nuestros, Mikel Landa rozó una victoria tras una gran actuación y cuando pudo, se mostró. Markel Beloki, en su primera Vuelta, ha dejado destellos en algunas etapas. Fuera de lo competitivo, en Madrid ha ocurrido lo que se esperaba. Las protestas en contra del genocidio de Gaza han sido muy numerosas y lo sucedido en Madrid es el colofón. Hay un hartazgo claro en la sociedad civil respecto a la masacre que sufre el pueblo palestino. Las protestas me han parecido bien, aunque pienso que ha habido incidentes puntuales, donde se ha puesto en peligro a los ciclistas y eso es una línea roja. En la Vuelta se han visibilizado las protestas porque el ciclismo es imposible de controlar. Es así para lo malo y para lo bueno.

El autor es director deportivo del Grupo Eulen-Nuuk.