Cuatro txapelas del Manomanista (2005, 2007, 2012 y 2013), siete del Cuatro y Medio (2002, 2004, 2005, 2008, 2011, 2012 y 2013) y tres del Parejas (2008, 2011 y 2016) construyen el palmarés de Aimar Olaizola. Su llama rutilante como pelotari profesional, uno de los mejores de la historia tanto por influencia, como por títulos y longevidad, se apaga el sábado en Goizueta. Será su último encuentro. En medio, un montón de vivencias que no caben en un montón de palabras. Todo se acaba, sí; pero su figura será eterna en el Olimpo manista. Lo siguiente, desconectar. El futuro está por llegar.

Le quedan apenas unos días para poner el punto final a una carrera de 23 años en el campo profesional.

—Estoy contento y muy tranquilo. Ha sido una buena decisión. Tenía dudas más que nada por la fecha, ya que uno nunca sabe si va a acertar o no en el día que va a dejar la pelota. En mi caso, quería dejarlo dando un buen nivel sobre la cancha. Nunca se sabe cómo vas a estar en seis meses, un año o dos. Creo que he acertado con la fecha que hemos elegido.

¿Fue una decisión meditada?

—Lo que está claro es que voy a cumplir 42 años. No es fácil poner una fecha. Vi que me encontraba bien de juego y había llegado a la final del último campeonato -anunció la despedida el 15 de septiembre y ganó el Masters con José Javier Zabaleta ante Elezkano II-Mariezkurrena II (22-10) cuatro días después-; por lo que era un momento bueno. Además, en los partidos de despedida estoy rayando a buen nivel. Eso es importante para mí.

Muchos deportistas no pueden elegir el momento de dejar el deporte. En su caso, en cambio, sí que podrá retirarse estando a buen nivel.

—Mucha gente me ha dicho que podría seguir. Desde hacía mucho tiempo tenía dos cosas claras: si se podía, el último partido quería hacerlo en mi pueblo, en Goizueta, aunque fuera difícil; y que quería retirarme estando a un nivel bueno. Cuando entramos en la final Zabaleta y yo me vino a la cabeza la retirada. Consideré que era el momento. Por ejemplo, hace año y pico estaba con menos juego que ahora. Viendo los resultados que estoy teniendo, he acertado.

¿Qué espera del festival del sábado en Goizueta?

—A decir verdad, no lo sé y no quiero ni pensar en ello. No me están diciendo nada. Lo mío será ir allá, cumplir con los compromisos que tengo antes del partido, jugar y ver qué pasa. Últimamente en todos los frontones me están haciendo detalles muy bonitos, que me están encantando; así que no quiero ni pensar qué va a suceder en Goizueta.

Andoni Aretxabaleta bailó para usted en Bilbao, en Gasteiz salieron mariachis...

—A saber qué pasa en el pueblo. En principio pusimos cuatro partidos oficiales, pero no han dejado de salir bastantes más compromisos. Todos han sido bonitos. No pensaba que la gente fuera a responder así. Yo mismo me he quedado sorprendido para bien por el apoyo que he notado, los mensajes, los frontones llenos, el público de pie en el último tanto... Cuando estás en activo no te das cuenta de la gente que rodea al pelotari. Ha sido todo muy bonito. Estoy muy agradecido.

¿Se siente querido por los pelotazales?

—Sin duda. Además, lo he sentido en muchos partidos. Me estoy quedando asombrado y muy contento por cómo están yendo las cosas en esta recta final.

Tampoco es tan fácil con la coyuntura sanitaria actual: los frontones tienen el aforo del 100% desde hace poco, las mascarillas siguen siendo obligatorias, el miedo a la pandemia sigue en el ambiente...

—Claro. Hace pocos meses estábamos jugando sin nadie. Tenía un poco de miedo, pero todo está saliendo bien. Nunca se me van a olvidar estos días. Es una de las cosas más bonitas de toda mi carrera.

Siempre se le preguntaba sobre los logros conseguidos comentaba que el momento de mirar números era al terminar la carrera deportiva. Está a una semana de dejar la pelota a mano profesional, ¿qué balance hace?

—Sé lo que he conseguido, pero no soy de los que le dan mucha importancia al palmarés. Los títulos están ahí; sin embargo, hay cosas más importantes: lo he dado todo a la pelota, la pelota me lo ha dado todo a mí, el respeto de la gente... Lo que estoy viviendo estos días es tan importante como las txapelas. Vale muchísimo.

Es decir, en estos instantes se valora aún más el camino hecho.

—He trabajado mucho para llegar hasta aquí y sé lo que me ha costado. El palmarés está ahí y hay a gente que le gusta hacer números, pero quiero que me recuerden como un pelotari que lo ha dado todo en la cancha.

Y cuando han llegado los golpes duros ha sabido reponerse.

—Diría que lo único malo en mi carrera han sido las tres lesiones fuertes que he tenido -rotura del dorsal en 2003, la triada en 2010 y el desgarro sufrido en el cuádriceps en 2019-. Teniendo en cuenta de que llevo 23 campañas en profesionales, tampoco es tanto tener tres lesiones graves. Estuve en muy buenas manos, con los doctores Iñigo Simón, Mikel Sánchez, Itxaso Sánchez... He hecho siempre lo que me han dicho y me he recuperado bien. Aun así, he tenido mucha suerte con las manos, de las que he sufrido poco.

Sin duda, gran parte del éxito de su longevidad está en lo que se ha cuidado.

—Es fundamental en un deportista de élite. Si entrenamos dos horas al día, para mí las otras 22 también son muy importantes. Hay que descansar, cumplir los horarios, cuidar la comida... Siempre ha sido muy importantes para mí los detalles pequeños. Por ejemplo, los tacos.

Es un 'enfermo' de la pelota.

—Si cojo un partido de pelota de chavales en la televisión, siempre me quedo a verlo hasta el final. Es lo que me gusta. Es lo que he vivido desde que tenía cuatro o cinco años. Hay muchos pelotaris que dejan de ver pelota, pero yo seguiré viendo todo. Vivo mucho la pelota. Lo ha sido todo para mí.

Quizás una de sus claves haya residido en ello, en haber estado en constante contacto con la pelota. ¿En los chavales de hoy en día algunas veces se puede percibir esa carencia porque los estímulos son mayores: redes sociales, consolas, móviles...?

—Puede ser. Eso se nota en los críos. Fíjese, yo jugaba a pelota cuatro veces al día y los chavales de ahora juegan dos o tres veces a la semana. Eso ha cambiado. Aun así, cada uno tiene que tener sus capacidades. Lo que es muy importante es que luego tienes que trabajar bien. Si te acomodas, te ganan.

El próximo domingo verá la final del Cuatro y Medio entre Jokin Altuna y Unai Laso como pelotari retirado.

—Estaré más tranquilo. El sábado estaré nervioso, porque la despedida es en el pueblo y habrá sorpresas. No sé si iré a Bilbao, pero lo seguiré por la televisión seguro.

Por ahora sigue siendo el más laureado en la distancia. ¿Cómo ve la final?

—Está abierta. Los dos han llegado a la final, porque son los que mejor están. Por casualidad no llega nadie. Laso tiene un encuentro complicado, porque Altuna III es el campeón y lleva tiempo demostrando que en ese tipo de partidos juega mucho. Unai ha subido mucho en los últimos dos años y está consiguiendo muchas cosas. Lo importante será estar bien el día y la hora del partido. No sé si será este año, pero Laso tiene cualidades para alzar más de una txapela. Estoy seguro de que lo hará. Ganará el que mejor esté ese día.

¿Jokin Altuna es el heredero de Aimar Olaizola en el Cuatro y Medio?

—No lo sé. Nunca me ha gustado hacer comparaciones. Lo que es seguro es que es un grandísimo pelotari. Hay jóvenes que juegan mucho y Altuna III está entre ellos. Es su sexta final seguida del Cuatro y Medio pero domina todas las distancias. Es un grandísimo pelotari.

¿Ha decidido ya qué va a hacer en el futuro?

—Lo que quiero es descansar un par de semanas y desconectar de todo. Quiero estar tranquilo y no pensar en la pelota ni en el futuro. Después hablaré con la empresa. Siempre he dicho que tanto Asegarce como Baiko son mi segunda familia. Siempre me han tratado de diez. Me gustaría estar en el entorno de la pelota y seguir en Baiko, pero ahora mismo no tengo pensado nada más que jugar el 13 y desconectar unos días.

No hay nada concreto aún, entonces.

—No. Yo mismo no quiero. Voy a descansar, estar con la familia y cazar un poco. Con la empresa nunca he tenido ningún problema y espero que ahora tampoco.

Si echa la vista atrás, ¿con qué momento se queda?

—Es difícil. Si tuviera que decir un partido, sería el de mi primera txapela del Manomanista -el 5 de junio de 2005-. Se la gané a Juan Martínez de Irujo cuando iba perdiendo 15-7. Acabó 18-22.

¿Con qué rival se queda?

—Con Juan, sin duda.

Se hicieron mejores el uno al otro.

—Creo que sí. Yo mismo cambié mi forma de jugar por él y me convertí en mejor pelotari. Si hubiera empezado antes, habría sido mejor para mí. Él siempre ha dicho eso mismo, que nos hacíamos mejores. De diez campeonatos, nos enfrentábamos en ocho y esa rivalidad fue buena para los dos.

¿Y si tiene que nombrar un zaguero?

—Han sido muchos y siempre he estado a gusto con ellos. Eso sí, el mejor, el que más diferencias ha marcado y el que más me ha asombrado es José Javier Zabaleta.

¿Un amigo que haya hecho en la pelota?

—Muchos. Es complicado decir. He pasado 23 años en la pelota. Después, cada uno coge su camino, pero los amigos siempre quedan.

¿Los momentos más complicados fueron las lesiones?

—Diría que sí. La peor fue la del dorsal, que fue en la final del Manomanista contra Patxi Ruiz. Recaí en el primer tanto y tuve que estar seis meses parado.

¿Qué es lo que cree que va a echar más de menos?

—Estoy lleno de todo. Estoy mentalizado. Por otro lado, como voy a seguir viendo partidos, no lo sé. Después de tantos años, estoy repleto de todo.

¿De quién ha aprendido más en su carrera?

—En mi carrera hay dos personas que han influido mucho: Salva Bergara y Roberto García Ariño. Fueron los técnicos en Asegarce durante mucho tiempo. Han sido muy importantes para mí.

"Hace pocos meses estábamos jugando sin nadie. Tenía un poco de miedo, pero todo está saliendo bien"

"Los títulos están ahí, pero hay cosas más importantes: le he dado todo a la pelota, la pelota me lo ha dado todo a mí, el respeto de la gente..."

"Me gustaría estar en el entorno de la pelota y seguir en Baiko, pero no tengo pensado nada más que jugar el 13 y desconectar"

"En mi carrera hay dos personas que han influido mucho: Salva Bergara y Roberto García Ariño. Han sido muy importantes"