La pelota no para. Las opciones para la redención están a la vuelta de la esquina y los campeonatos sucesivos, más en esta época de competición comprimida, dan rápidamente oportunidades para pasar de la tristeza de la derrota a la alegría de la txapela. El Cuatro y Medio fue el escenario de la recuperación de Jokin Altuna. La final del Manomanista fue un palo y en la jaula volvió la sonrisa. Lo hizo con un campeonato en el que creció a cada partido y en la final encontró ese momento mágico en el que todo sale. Altuna disfrutó en la cancha. No volvió a ser el de las mejores tardes, fue mejor. Las semanas previas a la final fueron un examen constante, una prueba de fortaleza mental y en el desenlace del campeonato encontró el resultado. El delantero de Amezketa dio un recital en el Bizkaia y anuló completamente a Jaka. Solo con el 3-0 hubo una pequeña duda, pero Jokin no perdió la fe, no se fue del choque y con un juego de campanillas hizo el partido suyo para ganar por 9-22.

Jaka, invicto con el colorado hasta la fecha, no fue el de las últimas semanas. No estuvo cómodo en la cancha. Esos remates a vida o muerte que tan buenos resultados le dieron con anterioridad, chocaron con la excelsa defensa de Altuna. Sin embargo, no fue la falta de colmillo lo que le condenó. El lizartzarra tuvo que jugar a la defensiva, tratando de sobrevivir ante un rival que fue más que él en el peloteo y en las decisiones claves, esas que hay que tomar en menos de un segundo, esta vez no acertó y el amezketarra castigó cada pequeña facilidad concedida.

Solo en los primeros tanto hubo un pequeño reflejo de la final del Manomanista. Jaka quiso repetir la historia y el domingo, aunque los protagonistas eran los mismos, el guion fue muy diferente. La chapa del saque sonrió al lizartzarra y este le sacó rédito con un inicio fulgurante. Acertado con el disparo inicial, hizo daño con el segundo pelotazo y llevó los primeros tantos a su terreno (3-0). Pero esta vez sí que hubo un cambio de ritmo en el juego. Altuna se recuperó y consiguió darle la vuelta. Los tantos se alejaron cada vez más del frontis y ahí el amezketarra fue superior. Una buena cortada le devolvió el saque (3-1) y ahí comenzó el choque.

Los siguientes tantos cumplieron con las características habituales del Cuatro y Medio. Tantos jugados a toda velocidad, decisiones tomadas en milésimas de segundo y nada de tiempo para el descanso. Los cartones cayeron hacia los dos lados, pero en esta fase de juego Altuna dio un paso adelante. Jaka se vio obligado a defenderse constantemente y sufrió a la hora de restar los saques planos de su oponente. La iniciativa fue del amezketarra y Jaka solo aguantó hasta el 5-5.

Fue en ese momento, con el abrazo a cinco, cuando Altuna entró en ebullición. Dio con la tecla y desarboló los últimos retazos de resistencia del campeón manomanista. El peloteo le dio muchas ventajas que supo aprovechar y Jaka entró en una fase de errores que hicieron más grande aún la brecha en el marcador. El delantero de Amezketa tuvo todo bajo control y a eso le añadió su magia habitual. Esa capacidad innata para sacarse remates de la nada y desesperar al rival volvió a aparecer y Altuna puso pies en polvorosa hasta el 5-18. Esa fase no solo fue una exhibición ofensiva. La defensa del amezketarra hizo que las pocas opciones de Jaka cayeran en saco roto. Fresco de piernas y, sobre todo de mente. Altuna llegó a cada pelota y se convirtió en una pared que fue capaz de devolver cada golpe de Jaka.

Pero el lizartzarra no quiso tirar la toalla. El corazón pudo ante la adversidad mostrada por el electrónico y Jaka peleó hasta la última pelota. Las opciones de la remontada eran escasas, pero no se rindió. Buscó siempre un pelotazo más, alargar la final otro tanto para que sus opciones de remontada crecieran ligeramente. Una parada al txoko le devolvió el saque y entró en una fase de toma y daca en la que los tantos llenos de brillantez se sucedieron. Así llegó el 8-19, un gancho sobresaliente de Jaka que recordó a ese pelotari letal de las semanas anteriores. Pero con esa ventaja en el marcador y Altuna en estado de gracia, la remontada era una utopía. Los tantos a la desesperada de Jaka no descentraron al amezketarra. Siguió a lo suyo, sin bajar el ritmo en ningún momento, dándose ánimos a cada tanto y centrado solamente en llegar al 22. La resistencia de Jaka quedó así en 9, en un 9-22 que dibujó la txapela de Altuna.