L Gran Canaria ha hecho borrón y cuenta nueva este verano después de dos temporadas en las que transitó del blanco al negro. Hace dos, se estrenó en la Euroliga, pero tuvo que sufrir para salvar la categoría. En el curso pasado, se quedó fuera de Europa por primera vez en muchos años, pero eso tampoco sirvió para que el equipo regresara a puestos de play-off. Como consecuencia, los responsables del club decidieron dar un volantazo y perdieron su puesto el director deportivo Berdi Pérez y el técnico Fotis Katsikaris, al que le comunicaron su salida durante la fase final de Valencia de manera poco elegante.

Willy Villar tomó el cargo en los despachos y Porfi Fisac llegó al banquillo amarillo tras dos excelentes campañas en Zaragoza. Y la renovación en la plantilla era evidente porque había muchos cromos repetidas y demasiada veteranía en puestos claves como el de base y el de pívot. Con el técnico segoviano, el Gran Canaria buscará un juego más alegre y también una apuesta por algunos de los valores de su cantera, tal como hizo en Zaragoza. Del equipo salieron los internacionales Xavi Rabaseda y Oriol Paulí, que no terminaron de explotar y se comían los minutos con Beirán; Ioannis Bouroussis, jugador de la confianza de Katsikaris que tampoco hizo una buena temporada; y Omar Cook, que con 38 años ya no está para jugar al ritmo que quiere Fisac. Y curiosamente Stan Okoye, que llegó a tener un pie fuera, permanece en el Gran Canaria para volver a jugar para el entrenador que le hizo destacar en Zaragoza y justificar el buen dinero que el club insular pagó por él.

Así que la renovación empezó por la base, por los bases. Andrew Albicy regresa a la ACB, donde ya destacó con el Andorra, y Frankie Ferrari también reaparece después de su destacada y breve etapa en Manresa la pasada temporada, que apenas duró un par de meses por las lesiones. Entre ambos pueden imponer ese juego de transición que puede también volver a enganchar al público canario, algo desencantado últimamente. El capitán Beirán lo explica muy bien: “Jugamos más rápido, intentando encontrar la ventaja antes, y con confianza en los jugadores, en los tiros. Porfi quiere que cualquier jugador esté preparado para anotar, eso nos hace más imprevisibles y difíciles de defender”.

La mentalidad ha cambiado y por ello el alero madrileño, el líder espiritual del Gran Canaria, asegura que “el primer objetivo es recuperar la ilusión que quizá se ha perdido en los dos últimos años, quizá por resultados, juego… Aunque la afición no pueda estar en un principio, queremos que recupere la ilusión, que disfrute con nosotros por la tele. Seguro que nos quieren ver jugar bien, alegres, y es la línea que queremos seguir, lógicamente ganando partidos”.

El italiano Amadeo della Valle es un alero con calidad, que no ha podido lucir en sus años en Milán, y Jacob Wiley también regresa a la isla, donde ya estuvo para ayudar al equipo en los malos momentos de hace dos temporadas. Le quería el Joventut, pero el Gran Canaria igualó la oferta por un jugador que formará una pareja interior muy móvil con Matt Costello, renovado casi como piedra angular. Son cuatro fichajes de entidad porque, salvo Ferrari, los tres han jugado en la Euroliga y hacen que este Gran Canaria tenga buena pinta y vuelva a entrar en los pronósticos para las posiciones de play-off.

Además, se confía en la progresión de un trío de jóvenes de la cantera amarilla con mucho potencial a los que Katsikaris dio muy poca bola la pasada temporada y bien que se lo reprochó el público el polaco Olek Balcerowski, el montenegrino Jovan Kljajic, ambos ya internacionales absoliutos con sus países, y el senegalés Khalifa Diop, los tres por debajo de 19 años y con físicos envidiables para el baloncesto. Y no sería raro ver aparecer a Jean Montero, un chaval dominicano de 17 años que ya ha dejado muchas muestras de su calidad en el equipo filial de la LEB Plata. Si Porfi Fisac se atrevió con Carlos Alocén y le condujo hacia una progresión fulgurante, también lo puede hacer con cualquiera de estas perlas.

Fuera de la burbuja. Álex Mumbrú está menos preocupado por el estado de forma de su equipo tras una pretemporada agitada que por la evolución de la pandemia. El protocolo de la ACB, que sigue trabajando junto a las autoridades sanitarias y deportivas para la presencia del público en las gradas, dice que si hay dos positivos en un equipo se les aparta y la actividad sigue con normalidad. En caso de haber tres, el partido que toque se aplazaría. Pero ahora no es posible estar en un burbuja. “Hemos intentado que no se infectaran nuestros jugadores, pero a veces no sabes si es mejor eso o que se infectaran todos para pasarlo. Nadie lo sabe. Además, tenemos padres de familia cuyos hijos van al colegio, yo mismo, y en cualquier momento puedes dar positivo”, comentó ayer en Miribilla.