Tras testar el escaso ambiente en la primera jornada, solo quedaba por comprobar qué sonido tendría para los ganadores el triunfo en esta Bandera de La Concha. Una victoria con menos decibelios, sí, pero que no ofreció a los vencedores una dosis menor de alegría que otros años.

Los sonidos de las celebraciones de ayer en el puerto donostiarra fueron los propios de un festejo en familia. Así, las remeras de Orio pudieron escuchar cómo un grupo de compañeras y representantes del club les aplaudía desde el paseo nuevo nada más ganar la bandera. Más tarde, ya en la rampa, los aplausos y gritos mutaron en cánticos y abrazos entre la gran familia amarilla y ovaciones de reconocimiento por parte de las integrantes de las otras traineras participantes. Apenas una hora más tarde y a pleno sol, los remeros de Hondarribia vivieron una experiencia muy similar a la que habían experimentado las aguiluchas. Un pequeño grupo de representantes del club celebraba el triunfo en el último minuto de la regata. Saludaban a los integrantes del club que, desde la zodiac veían a escasos metros un nuevo triunfo hondarribitarra.

Ese fue el inicio de una serie de cánticos y muestras de alegría que se trasladaron a la rampa. Allí, los guipuzcoanos recibieron el calor de personas del club y la ovación de integrantes de otros equipos. Entre ellas, las remeras de Orio. Un aplauso entre unos campeones que ayer no pudieron darse el baño de multitudes que se dieron el año pasado, pero que volvieron a celebrar y a disfrutar del hecho de ser los reyes y reinas de La Concha.