El fin de semana pasado los remeros por fin volvieron al lugar deseado. Meses de incertidumbre y entrenamientos atípicos dieron paso al momento más esperado. La luz verde del primer semáforo fue un signo de la vuelta a la normalidad, de poner fin a un periodo lleno de dudas. La competición puso a los equipos en su sitio y Santurtzi, que consiguió la primera bandera del curso, y Orio, el nuevo líder, fueron los primeros en lograr esa tranquilidad del trabajo bien realizado en la sombra. Fueron dos regatas extrañas para todos los protagonistas. Los remeros volvieron a degustar la adrenalina de la competición en el agua, algo no olvidado pero si añorado. Mientras, en tierra el escenario fue nuevo para todos debido al protocolo impuesto por la ACT y los bogadores todavía están en pleno proceso de adaptación también en este aspecto.

Antes de dar la primera palada, los nervios inundaron las tostas de todas las embarcaciones. Los bogadores vivieron sensaciones extrañas, parecidas a la del debut. Mezcla de ilusión y dudas por no saber su nivel exacto en comparación a los demás. "La gente estaba como críos, temblando. Había mucha incertidumbre y nervios porque no teníamos ni idea de cómo íbamos a estar", declara Fernando Rúa, que a pesar de ese nerviosismo disfrutó de la vuelta de la competición: "Fue una pasada. Mucha gente pensaba que no volvíamos a remar y volver estuvo muy bien".

Fueron muchos meses sin competir y solo en estas últimas semanas, tomadas como una contrarreloj, las tripulaciones pudieron trabajar algo la adaptación a la trainera y tratar de llegar en el mejor estado posible. Una situación más complicada para los equipos con grandes novedades, entre ellos Urdaibai, que cambió de entrenador este curso. "Fue una sensación rara. Sentimos que estábamos muy verdes y lentos, nos falta ritmo de competición. Supongo que les pasará a todos los equipos, pero por lo menos a nosotros nos faltan muchas horas de agua y eso al final se nota. Hay que pasar por esto y agarrarse a lo que hay", comenta Jon Unanue. A pesar de eso, los bermeotarras lograron salir airosos de un fin de semana en el que hubo sorpresas desagradables y el sábado en Donostia partirán con los mejores. "Viendo todo lo que pasó el domingo, lo positivo es que estamos en la tanda de honor. Poco a poco tenemos que ir adaptándonos y la gente está muy enchufada", añade el azkoitiarra.

Los equipos que cumplieron con sus objetivos salieron con una satisfacción mayor a la habitual. Fue una manera de quitarse todas las dudas de golpe y confirmar que su nivel es el esperado. Santurtzi partió como uno de los favoritos y sale de A Coruña con la moral reforzada después de ganar la Bandera. "Si nos llegan a preguntar antes de la regata, hubiéramos firmado sin duda ganar la bandera. Pero una vez pasada, queda esa espina de no haber conseguido el primer puesto", apunta Rúa. La Sotera fue segunda y tercera y fue su regularidad lo que le dio el premio. Aunque Orio también cumplió con el papel y se llevó el liderato. No así Zierbena, que no estará en la tanda de honor este sábado, ni Hondarribia, que fue la sorpresa negativa del fin de semana al pasar en menos de 24 horas del primer al último puesto.

protocolos

También fue una bandera diferente en tierra. El protocolo sanitario hizo que los remeros tuvieran que adaptarse al nuevo escenario y alguno de ellos no quedó satisfecho con la infraestructura ofrecida por la organización para los participantes. "Entendemos que haya una restricción por el tema del covid pero esperábamos algo más. Dicen que velan por el bien del deportista pero las infraestructuras fueron rudimentarias. No pedimos unos lujos, solo algo mínimo", expone Unanue. Mientras, Rúa también cree que los protocolos "podían estar mejor" pero apuesta por mirar el lado positivo: "Tenemos que aceptarlo y no mirar solo las cosas negativas. Se supone que al habernos hecho test no estamos ninguno contagiado pero aun así tenemos que respetar esto". Adaptación en agua y en tierra que todavía tiene mucho trabajo por delante.