le havre (Francia) - Lucía García estaba compartiendo café y confidencias con Erika Vázquez cuando se descubrió entre las 23 jugadoras convocadas para el Mundial de Francia. La charla entre novel y veterana del Athletic se convirtió entonces en un encuentro entre mundialista y mundialista; entre una futbolista que lo ha vivido todo y otra a la que le queda todo por vivir. “Erika me dijo que un Mundial es una experiencia única, que se vive muy pocas veces y que hay que pasarlo bien, que si no juego mucho no me amargue y, sobre todo, que lo disfrute todo”, recuerda Lucía, la benjamina de la selección española de fútbol, en una entrevista a Efe.

En otro verano de compromisos internacionales (algo habitual, por otra parte, para ella), la asturiana, nacida en Barakaldo, debió posponer la idea que desde hace tiempo barrunta: quiere recorrer a pie el Camino de Santiago. Sus padres, no obstante, regentan un albergue que para muchos peregrinos es la penúltima parada hacia la ciudad santa.

“Mi padre y mis tres hermanos -son cuatrillizos y ella es la única mujer- lo hicieron en bicicleta. Yo no pude”, dice, pero otro peregrinaje, en el mundo del fútbol le está saliendo bien. Con solo 20 años compite en su primer Mundial absoluto. Diez meses atrás, también en Francia, lo hizo con la sub-20, al igual que en Papúa Nueva Guinea durante el verano de 2016.

“En ese Mundial sí que aprendí muchas cosas fuera del campo, por cómo viven allí. No nos dejaban salir a la calle. Cuando salíamos, íbamos con tres o con cuatro policías”, rememora. De la segunda experiencia mundialista con la sub-20, “justo me rompí el isquio”. Y en su primer gran torneo con la absoluta sí es protagonista sobre el césped. Jorge Vilda le dio la alternativa en el descanso del partido ante Sudáfrica. Quitó a una de las capitanas, Amanda Sampedro, para colocarla a ella. Lucía García aprovechó la confianza revitalizando a La Roja desde el flanco derecho. Provocó un penalti y anotó un gol en el histórico triunfo, por ser rel primero en un Mundial, de la selección española (3-1).

Lucía García, quien se considera “algo despistadilla”, veía “casi imposible” hace un año su desembarco en la selección mayor. Por ser “pequeña” recibe algunos cuidados -”están pendientes de mí”, dice-, muchos consejos y alguna reprimenda. Todo forma parte de su “aprendizaje”.

Ella cuenta que nació “con un balón en los pies”. “Jugaba con tres chicos y contra una pared en mi pueblo (Pola del Pino) porque no había ni un campo ni nada. Un profesor de Educación Física, cuando tenía 13 o 14 años, me dijo que hiciese las pruebas para el Oviedo Moderno. Fui y empecé un año en el infantil, de ahí al C, con 15 años debuté en Primera División y a los 18 fiché por el Athletic”, explica.

“¿Que cómo termina una chica de Asturias en el Athletic? Porque nací en Barakaldo. Soy cuatrilliza. El parto era de riesgo y Gijón no tenía esa unidad especializada. Mis hermanos y yo nacimos a los siete meses de embarazo. Estuvimos un tiempo en la incubadora y, cuando todo estuvo bien, nos volvimos a casa”, reseña, y añade que crecer entre tres chicos le hizo “fuerte y guerrera”.